Riesgo de populismo

En su último Mensaje a la Nación por Fiestas Patrias, el presidente Alan García anunció el próximo lanzamiento de un nuevo programa social. “Se trata de un nuevo programa de gran y profunda humanidad. Vamos a apoyar a los adultos mayores de 75 años, que no tengan pensión y que vivan en extrema pobreza”, detalló.

A los beneficiarios -que serán seleccionados en los distritos más pobres del país- se les entregará una asignación mensual similar a la que perciben los beneficiarios del programa Juntos, es decir, S/. 100.

Si bien es loable la finalidad de este programa social, lo cierto es que a la oposición, a la prensa y a las instituciones independientes, les toca un rol que cumplir para evitar que se malgasten recursos públicos, porque es obvio que el partido de gobierno va a usar cualquier estrategia que esté a su alcance para ganar adeptos con miras a las elecciones generales del 2016.

No en vano, muchos analistas políticos coinciden en que en su mensaje por 28 de julio, García se proyectó como el presidente del 2016, presentándose como un estadista que ha desempeñado bien su papel en este gobierno y que puede volver a la presidencia por tercera vez.

La pregunta clave es cómo podemos estar seguros que la ayuda llegue a los ancianos realmente necesitados y no se produzcan filtraciones y corrupción como en los demás programas sociales: el mayor ejemplo El Vaso de Leche.

El asistencialismo no es fácil de erradicar, menos cuando existe una verdadera necesidad como es el caso. Resulta más fácil entregar un dinerillo en lugar de enfrentar el problema de fondo, como sería la reforma integral del sistema de pensiones, para que todos los ancianos puedan acceder a una pensión mínima que los ayude a vivir sus últimos años con dignidad y no en la miseria absoluta.

El asistencialismo no es la solución del problema, solamente es un paliativo.