Ha pasado poco más de dos años desde que Britney Spears sacó un álbum, Circus, que fue un éxito de ventas y de críticas –aunque alguno le diera con palo por sus cualidades vocales–.
Sin embargo, la industria musical era diferente. El pop tenía una reina, Madonna, y su princesa, Britney. Pese a sus graves problemas con las drogas y el alcohol, sumado a sus desvaríos mentales, la intérprete de Baby one more time había logrado resurgir como un ave fénix y mantenerse vigente.
La rehabilitación había dado resultados, su padre se había hecho cargo de sus negocios y carrera y poco a poco recuperó la confianza de sus antiguos colaboradores que fueron responsables del éxito que supuso su aparición a fines de los noventa.
Pero, poco después se produjo un terremoto de grado nueve en la escala de Richter. Hizo su aparición en la escena musical un nuevo rostro, fresco, talentoso, y con ganas de quererlo todo y no quedarse con las migajas: Lady Gaga.
Con un estilo vanguardista y provocador, la nueva estrellita del pop llegó para destruir un sistema establecido por una década en la que las chicas que querían triunfar tenían que lucirse virginales pero comportarse como una ‘diablitas’.
Gaga no lo hizo. Desde un principio fue honesta con lo que quería decir y cómo lo quería decir. Sus canciones y sus imágenes hablan por ella mientras adoptaba causas como la defensa de los homosexuales en las Fuerzas Armadas estadounidenses o la lucha contra el uso de pieles de animales.
Britney, en cambio, se ha mantenido alejada de todo eso. Ha mantenido un perfil bajo en todo el sentido de la palabra. Tras la publicación de Circus, organizó su primera gira mundial en más de cinco años rompiendo récords de asistencia.
Para alguien que lucía ida y perdida en los MTV del 2007, la Britney de la gira era completamente distinta. Motivada y empeñosa en lo que hacía, pero ya sin la gracia y el cuerpazo del pasado. Se le acusó –como siempre– de usar playback pero aun así la gente fue a verla.
La cantante se mantuvo alejada de los grandes escándalos y desde hace unos meses se volvió a meter a un estudio de grabación.
El resultado se verá el próximo mes de marzo cuando salga su nuevo disco y los entendidos esperan encontrar un material que supere sus anteriores trabajos y, aunque no revolucione el pop –ella nunca lo hizo– sea efectista.
A manera de adelanto y para no dejar con las ganas a sus miles de fanáticos, Britney lanzará este viernes su primer single Hold it against, una canción que ha sido producida por Dr. Luke y Max Martin, con quienes trabajó en sus discos Blackout y Circus.
La revista Entertainment Weekly ha adelantado que el single promocional tendrá un sonido muy diferente a lo que ha hecho hasta ahora con muchos sonidos de guitarra pero también sintetizadores.
El álbum, sin embargo, no variará mucho en su oferta de pop empalagoso y edulcorante que ha dado buenos resultados en ventas pero los críticos esperan que sea lo suficientemente ingenioso para darle unos buenos golpes a Gaga.
Y es que Britney, pese a que un día dijo odiar los títulos que la gente le daba, ahora quiere recuperar su cetro de la industria musical como la única en indiscutida sucesora de Madonna. El resultado está aún por verse.