El campeón y el sub campeón del Sudamericano sub 20 que se juega en Arequipa del 16 de enero al 12 de febrero se clasificarán a las olimpiadas del próximo año en Londres, mientras que los cuatro primeros irán al mundial de la categoría a jugarse este año en Colombia.
El once peruano cayó derrotado en su debut ante Chile por 2-0 y luego, en su segunda presentación, ante Argentina por 2-1 con un gol agónico en el último minuto, producto de una desconcentración de la defensa.
La selección peruana empató con su par de Venezuela 1 a 1 y así se terminó la ilusión. Aún le falta enfrentarse a Uruguay, pero resulta previsible que, de acuerdo a sus actuaciones previas, el seleccionado nacional sufrirá una senda derrota o a lo sumo arañará un empate.
Y no será culpa de los jugadores, muchachos de dieciocho o diecinueve años que hacen lo mejor que pueden dentro del campo y tratan de sobresalir a pesar de sus evidentes limitaciones físicas y técnicas.
Tampoco será culpa del director técnico uruguayo Diego Ferrín, que también hace lo mejor que puede afuera del campo para conseguir que los once adolescentes que corren en el césped con la camiseta blanquirroja logren hilvanar unas cuantas jugadas coherentes que los conduzcan hasta el arco contrario con posibilidades reales de convertir un gol.
Ni siquiera será culpa del presidente de la Federación Peruana de Fútbol, Manuel Burga, que fue pifiado y casi linchado por los hinchas peruanos luego de las dos primeras derrotas porque consideraban que su sola presencia había “salado” a la selección.
Tampoco será culpa de esos periodistas deportivos que, calculadora en mano, tratan de vender la idea a la sufrida afición de que todavía se puede clasificar. En realidad, cuando el Perú quede esta semana fuera del mundial y de las olimpiadas, no será culpa de nadie.
Pero si en veinte años la hinchada lamenta una nueva eliminación porque los actuales dirigentes no están trabajando desde ahora para forjar una generación de futbolistas que no solo jueguen bien a la pelota sino que además tengan un alto nivel físico y psicológico, entonces sí, los culpables no irán vestidos de short sino de saco y corbata y continuarán viviendo de una hinchada que lo único que quiere es ver ganar a su selección.
No olvidemos que, en un estadio, los hinchas son los únicos que pagan por estar ahí. Todos los demás (jugadores, técnicos, árbitros, recogebolas, policías, periodistas y otros) cobran. A la hinchada se la respeta.