Parecería que los encargados de traernos esta obra hubieran sabido el momento exacto que el Perú enfrenta, a propósito de la campaña electoral, para poner en el tapete en el recuerdo de García Lorca el tema de la intolerancia y la libertad de acción, pensamiento y razón.
El matrimonio gay, uniones civiles y demás términos solo han permitido que afloren las homofóbicas estocadas de algunos candidatos y hasta las expresiones hirientes de uno que otro clérigo. Nada más alejado de la sensatez, nada más cercano a la discriminación.
Los últimos días en la vida de este notable escritor y pensador español son los que rescata la pluma de Adrianzén para dibujar a partir de ellos un escenario único de realidades y visiones oníricas que seducen y al mismo tiempo lastiman. El asesinato de García Lorca en agosto de 1936 a inicios de la Guerra Civil Española fue y es un misterio en detalles que aún no se conocen.
Había tres ejes que marcaban abiertamente su paso y pensamiento, sus más exhaustivos biógrafos coinciden en esto; era un hombre políticamente de izquierda, un poeta extraordinario y un homosexual que no se avergonzaba de lo que sentía. Una mezcla que a decir de muchos lo llevó a la muerte a manos de los intolerantes.
De allí que se convierte en símbolo de la libertad, y de un talento profundo, ya que a sus escasos 38 años alcanzó la fama literaria y su nombre en la historia de las letras quedó inscrito. La búsqueda insaciable por vivir una existencia honesta, sin caretas y medias verdades es uno de los rasgos que Alberto Ísola le reconoce y admira, en una entrevista concedida a un diario local a raíz del estreno de la obra. Lamenta que lo hayan matado tan joven porque su potencial creativo era inconmensurable.
A la luz de los años, rumores y mitos tejidos alrededor de la vida de García Lorca, uno se pregunta qué fue lo que influyó más en la determinación de su muerte, en la decisión de los franquistas de aniquilarlo. ¿Cuánto puede asustar la libertad? ¿Significa tanto que alguien camine por allí sin miedo al qué dirán? En la política, en la vida, en las relaciones y vínculos humanos, la verdad es algo que espanta a los que tienen el poder.
Sangre como flores: La pasión según García Lorca recrea algunos de sus amores como el de su madre y dos hombres. Una mirada extraída de hechos reales y una rigurosa investigación nos muestra la complejidad de la relación de Federico y Vicenta, su madre, interpretada por la actriz Sofía Rocha. Entre ellos existe el amor enredado en un laberinto emocional, y todo esto fue develado en parte cuando el periodista español Víctor Fernández publicó en el 2008 un libro que recogía la correspondencia que ella envió al autor de Bodas de Sangre y el Romancero gitano.
La obra titulada Cartas de Vicenta Lorca a su hijo Federico, fue producida con la anuencia de la familia que mantenía en reserva este material. Aunque aseguran no recogería la totalidad de las misivas, lo que aumenta el mito, ya que los seguidores del escritor fantasean con la idea de leer las cartas escondidas y ocultas del escritor a sus amores, amantes y amigos, como Salvador Dalí, por ejemplo.
La obra que une por primea vez el talento de Eduardo Adrianzén y Alberto Ísola recorre las pasiones que despertó en García Lorca un hombre llamado Emilio Aladrén Perojo, interpretado por André Silva, un escultor que fuera la pasión más grande del escritor.
Emilio era ocho años menor que García Lorca, un jovenzuelo muy atractivo, de profundos ojos, cabello negro y, dicen, con un apasionado carácter que enloqueció al escritor. Aladrén nunca aceptó el amor que Federico le ofrecía; asistían a fiestas juntos, frecuentaban lugares; sin embargo, no lo amó.
El rechazo fue lo que marcó su vínculo. Este pasaje en los sentimientos de García Lorca es explorado en la puesta en escena, que discurre entre este amor no correspondido, y el afecto y admiración que le prodiga Rafael Rodríguez Rapún a García Lorca, su fiel asistente que no consigue su amor, ejecutado por Mario Ballón.
Una vorágine de entregas y rechazos que envuelven esta visión muy particular de Adrianzén, mostrándonos quizá, la fragilidad de un hombre que siempre fue firme en sus convicciones, y que sobrellevó un testarudo y vital talento junto a un manejo maravilloso del lenguaje. Un desenlace fatal, doloroso, que en realidad solo se acerca al final tristísimo de García Lorca, quien fue fusilado como un criminal, en una época de tragedia para España.
Ambientada en los años treinta, la obra es una producción de Teatro Racional, y la podemos apreciar en el auditorio del Instituto Cultural Peruano Norteamericano (ICPNA) de Miraflores. Va hasta el 13 de marzo, solo cuatro semanas que imaginamos no serán suficientes.
Acompañan a los protagonistas los actores Carlos Mesta, Alberick García, Miguel Ángel Álvarez y Marco Otoya. Entradas a la venta en Teleticket de Wong y Metro y en el ICPNA.