Elizabeth Taylor, la diva de ojos violeta, poseía una historia fulgurante de pasiones. Sus siete esposos fueron reales, no ficcionales; su gran amor Richard Burton, con quien se casó dos veces, fue uno de los hombres que más huellas dejó en el alma de la actriz.
Fue también intensa en sus interpretaciones, y todo ello formó un conjunto de imágenes y hechos que la llevaron a convertirse en un ícono irremplazable y en una actriz de culto, que a los 79 años partió dejando tras de sí un halo de luces, flashes y alborotados recuerdos.
El Hospital californiano Cedars-Sinai fue su último refugio. El internamiento que la mantuvo durante 41 días luchando con los problemas al corazón que la aquejaban desde hacía buen tiempo, llegó a su fin el 23 de marzo: una batalla que no ganó, pero que sin duda intentó vencer.
Tal vez su interpretación más preciada sea la de Cleopatra, en 1963, aquella mujer determinada y mítica del cine, que permitió que los reflejos de la historia del lejano Egipto, tomaran cuerpo, se hicieran reales a través de sus ojos. Ojos que conquistaron el mundo sin titubeos, poseedores de un imán que indefectiblemente atraía, irradiando locura, ternura y fuego.
Ese fuego que la transportó a buscar el amor o la pasión… o quién sabe si solo la compañía en siete hombres diferentes durante su vida. Producto de esta búsqueda hoy la heredan y lloran sus cuatro hijos Michael Wilding Jr., Christopher Wilding, Liza Todd Tivey y Maria Burton Carson.
Ellos, al igual que los nueve nietos que le dieron a la diva de Hollywood, deberán compartir su legado de amor con la administración de una fortuna que oscilaría entre los 600 y 1,000 millones de dólares.
Complejidad vestida de glamour y elegancia fue lo que Liz Taylor poseía, una presencia que no se formó en la rigurosidad de un ejercicio actoral profuso, sino más bien en un talento personal, innato, que la llevó a los 12 años a interpretar un papel en la película Fuego de juventud, importante rol que gracias a su destreza para montar a caballo pudo conseguir sin problemas. Digamos que estaba en el momento justo, y el lugar preciso, los Estados Unidos, ya que había dejado su natal Gran Bretaña con su familia siendo muy pequeña, al comenzar la Segunda Guerra Mundial. Ese gen innato la acompañó hasta el final de su carrera en la comedia familiar Los Picapiedra, en 1994.
Entre ambas películas, Elizabeth Taylor actuó en 50 filmes de los cuales Cleopatra es el más recordado, pero no necesariamente el más reconocido o premiado. En dos oportunidades, la recordada diva ganó la estatuilla del Óscar. La primera vez lo hizo gracias a su participación en Una Venus en visón, en la que interpreta a una prostituta y en la segunda en la legendaria adaptación de ¿Quién le teme a Virgina Woolf?, dirigida por Mike Nichols.
LUCHA CONTRA EL SIDA
Tuvo una agitada vida que no solo la guió a buscar su felicidad sino la de otros también. Fue de las primeras estrellas gigantescas de Hollywood que tomó la lucha contra el SIDA como una batalla personal, propia. Sin padecer este mal, decidió ser una activista guerrera por esta causa creando la fundación Elizabeth Taylor AIDS Foundation, institución que recibirá gran parte de su dinero ahora que ha fallecido, ya que uno de sus deseos al parecer fue que su colección de joyas valorizada en 150 millones de dólares sea subastada y todo el dinero recaudado vaya a su fundación.
Su particular sensibilidad fue y es reconocida por sus amigos más cercanos, uno de ellos fue el desaparecido Rey del Pop Michael Jackson quien siempre destacó esa faceta humana y solidaria en ella, compartieron una amistad calificada de “entrañable”. La actriz nunca lo abandonó en los momentos difíciles de su controversial vida. Ambos tenían en común ese halo de excentricidad y locura mediática típica de los divos. Hoy comparten el mismo recinto final en Los Ángeles, el cementerio Forest Lawn de Glendale.
Elton John al recibir la triste noticia de su muerte le dedicó una canción en un concierto ofrecido el mismo 23 de marzo en Pittsburgh, con estas sentidas palabras: “Estoy triste porque hoy perdí a una amiga y ustedes a una heroína”. Haciendo alusión a su vocación de servicio y entrega a causas solidarias y caritativas.
Si bien desde 1994 Elizabeth Taylor no participó en otro filme por sus innumerables problemas de salud y sobrepeso, su contacto con la gente no se enfrió. Era una habitual usuaria de la red social Twitter desde el 31 de marzo del 2009, llegando a tener más de 300 mil seguidores con los que mantenía su nexo vigente.
La seguían bajo el nombre de @DameElizabeth, aunque ella tenía algunos reparos sobre el tema, seguramente producto de las nostalgias por un tiempo distinto en el que las divas estaban en pedestales difíciles de alcanzar. Ella era de la realeza, no solo en el corazón de sus fanáticos, sino en la vida real y palpable. En el año 2000 recibió de la mano de la Reina de Inglaterra el nombramiento de Dama del Imperio Británico, catapultándola a un nivel excelso y lleno de gloria. De allí vendría el nombre usado en Twitter.
Sus dos últimos tweets develan la esencia de su personalidad: sensible, activa y presente. El penúltimo tweet posteado el 9 de febrero de este año decía: “Cada vez que respiras hoy, debes estar con alguien más en tu mente. Te amo”. Y en el segundo del mismo día, compartía su emoción porque salió la entrevista que le hiciera Kim Kardashian en la revista Bazaar: “Mi entrevista en el bazar con Kim Kardashian salió! http://j.mp/eqQsGa”.
Paradójicamente en esa entrevista se podía leer una frase que escondía esa remembranza al pasado, su extrañeza frente al movimiento actual y lo vertiginoso de la vida: “A veces pienso que sabemos demasiado sobre nuestros ídolos y eso estropea el sueño”.
Un sueño que ella vivió lo mejor que pudo, con las herramientas que tuvo y la pasión que quiso imprimirle a cada instante. Su entierro se llevó a cabo en estricto privado, en el cementerio Forest Lawn de Glendale, en Los Ángeles.
Según señaló el website TMZ, Elizabeth Taylor descansa en un ataúd valorado en 11 mil dólares hecho en fina caoba. La despidieron sus familiares más cercanos y amigos que acompañados de gardenias, violetas y lilas, le dieron el último adiós a una de las actrices más legendarias de Hollywood, dejando atrás a los ojos más cautivadores que el cine a podido encontrar. Hasta siempre Liz…