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REVISTA

Las mentiras de Ollanta Humala

Elecciones 10 de abril
El día de las elecciones ha llegado, según todas las encuestas, con Ollanta Humala en el primer lugar de la intención de voto y el pase a la segunda vuelta prácticamente asegurado. Pero las mentiras que ha leído con un tono impersonal en debates, discursos y entrevistas son tan evidentes y groseras como un mono vestido de seda.
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Las mentiras de Ollanta Humala

Como siempre, a los electores peruanos les emociona caminar por el borde del abismo y mirar de frente al despeñadero en donde podrían terminar sus ilusiones. No les atrae la seguridad de los candidatos que proponen democracia y estabilidad. Prefieren la excitación de la incertidumbre, el vértigo de la caída, la búsqueda de la nada.

Hace una década que en el Perú se viene aplicando un modelo que ha permitido que los índices de crecimiento económico sean positivos y hasta sorprendentes, incluso en plena crisis financiera mundial. El mundo entero observa al país con admiración. Todos hablan del “milagro peruano”. Los índices de pobreza disminuyen. Las pequeñas y las medianas empresas florecen como rosas por todo el país. La clase media mira el futuro con optimismo.

Sin embargo, existe un grupo grande de millones de peruanos en Lima y en el interior del país para quienes ese crecimiento económico no se traduce en una mejora en la calidad de vida. Para ellos, las cifras macroeconómicas son una mala broma. Se preguntan con un gesto de rabia cómo al presidente y a sus ministros les resulta tan fácil sonreír y hablar de un crecimiento económico mensual de 10% si ellos no tienen agua, desagüe, electricidad, nada. Se sienten burlados. Experimentan rabia. Claman venganza.

Entonces surge la figura de ese seudo líder inescrupuloso llamado Ollanta Humala y se dirige a esos millones de peruanos que en estos años de crecimiento económico y optimismo jamás experimentaron ninguna mejoría en su calidad de vida y que se fueron llenando de ira, rencor, odio.

Y Humala les miente. Se burla de ellos. Se aprovecha de sus legítimos reclamos por un progreso que solo vieron pasar de lejos. Sin despegar la vista de los papeles que sus asesores le escribieron, habla de respetar la Constitución y la democracia.

Este seudo líder inescrupuloso llamado Ollanta Humala, en el 2006, con el puño en alto y el ceño fruncido, embutido en un polo rojo y unos jeans desgastados, les habló de comunismo, de revancha social, de fundar una nueva patria solo para los peruanos de piel “cobriza”, de fusilar maricones y de echar del país a los ricos. 

La gente que lo escucha con esperanza parece no recordar que Humala irrumpió en la escena nacional encabezando un seudo levantamiento contra el gobierno dictatorial de Alberto Fujimori. No lo hizo en 1992, cuando Fujimori cerró el Congreso; ni en 1995, cuando se reeligió por primera vez; ni en el 2000, cuando le arrebató la presidencia a Alejandro Toledo. No.

Valiente y noble como el Chapulín Colorado, Humala se “levantó” en Locumba (engañando, además, a sus soldados, que no sabían con qué fines los sacaba del cuartel) el 29 de octubre del 2000, cuando el régimen de Fujimori se encontraba en escombros luego del golpe mortal que significó el video de Kouri y Montesinos y el mismo día en que el ex asesor presidencial escapaba en el velero Karisma.

Es decir, Humala no solamente no arriesgó un pelo en el “levantamiento de Locumba”, sino que además inventó una cortina de humo para que Montesinos escapase con comodidad. Carente de ideas como una ameba, es razonable suponer que no fue a él a quien se le ocurrió la jugada, sino al ex asesor, que no escatimaba dineros ajenos cuando se trataba de pagar favores. 

En el 2006, este seudo líder inescrupuloso llamado Ollanta Humala se fotografiaba abrazado con Chávez en Venezuela, elogiaba a Fidel Castro en donde pudiera y hablaba con admiración de Velasco frente a su tumba, sabiendo que todos ellos habían sido o eran dictadores que empobrecieron, envilecieron y recortaron las libertades de las naciones que tuvieron la mala suerte de ser gobernadas por ellos.

Ese año, Humala perdió las elecciones por poco. Para la campaña del 2011, sus flamantes asesores brasileños (pagados por Chávez) lo convencieron de que debía moderar su discurso y presentarse a los electores como un candidato responsable y maduro, ubicado en la centro izquierda.

Le aconsejaron reemplazar el polo rojo por un saco y una corbata, reducir los decibeles en los discursos, congelar la sonrisa y dejarse fotografiar con rosarios en las manos. Ese seudo líder nacionalista llamado Ollanta Humala que se rodeaba de brasileños y venezolanos obedeció como un escolar aplicado.  

Además, le enseñaron a mentir bastante bien. En los mítines, en las entrevistas y en los debates, Humala asegura que respetará los TLC y las concesiones, que no aplicará una política estatista, que no instaurará una nueva Constitución y que respetará la independencia de los medios de comunicación.

Pero en su plan de gobierno, Humala propone instaurar una nueva Constitución, estatizar las actividades estratégicas, renegociar los TLC y los contratos de concesión y establecer leyes restrictivas para el manejo de los medios masivos de comunicación con el fin de “repartirlos equitativamente”, que no quiere decir otra cosa que entregárselos a personajes igual de inescrupulosos que hagan lo que mejor le convenga al régimen.

Le envía decir a Hugo Chávez que mejor se mantenga callado porque ya en el 2006 le aguó la fiesta, pero, eso sí, que no se olvide de mandar la plata para pagar a los brasileños. Del mismo modo, esconde a papá Isaac, ese viejo loco que, hace cinco años, parecía dispuesto a empuñar los fusiles él mismo para ultimar a todos los homosexuales del Perú.

Ese seudo líder inescrupuloso llamado Ollanta Humala, igual que muchos dictadores que en el mundo han sido, pretende usar la democracia para llegar al poder, pero es fácil prever que, ya en Palacio de Gobierno, una de las primeras cosas que hará, imitando a Chávez, será cambiar la Constitución (como figura en su plan de gobierno) para quedarse ahí varios años, hasta su muerte, hasta que el país colapse o hasta que la gente lo saque.

Cómo olvidar que hace un par de años, Ollanta se atrevió a decir que el fundador de la agrupación terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán Reynoso, era un “preso político”. “En los primeros años, Sendero Luminoso entra como un Robin Hood porque va a solucionar un tema: en muchos lugares del interior del país no había (presencia del) Estado. Eran espacios vacíos que Sendero los cubrió y Sendero normaba la justicia y establecía la vida en comunidad”, indicó Humala en aquella ocasión.

Ese seudo líder inescrupuloso no despierta miedo, como quieren hacer creer sus seguidores. Provoca bostezos, risas y sin duda una auténtica preocupación entre millones de personas, no porque crea en Chávez o en Castro o en Velasco. Las personas son libres de ejercer su propia estupidez y Humala es libre de admirar a los dictadores que le dicte su raciocinio o que convenga a sus intereses. La preocupación surge de la constatación de que Humala miente.

Humala miente cuando dice que no tiene nada que ver con Chávez ni con el proyecto expansivo y autoritario del presidente venezolano. Humala miente cuando lee una cosa en los debates pero figura otra cosa completamente distinta en su plan de gobierno.

Humala miente cuando afirma que respetará la libertad de los medios de comunicación, porque sabe, como sabían Velasco y Castro y como sabe Chávez, que para controlar a un país, además de manejar el Congreso, las Fuerzas Armadas y el capital, resulta indispensable mantener amordazados o domesticados a los medios de comunicación.

Humala miente cuando se pone un saco y una corbata. Humala miente cuando dice que respetará los acuerdos internacionales y la libre empresa, pero lleva en su lista de candidatos al Congreso a lo más raleado de la izquierda marxista y maoísta que, en los ochentas, defendía, admiraba y envidiaba a los integrantes de Sendero Luminoso porque sí habían sido capaces de llevar a cabo esa quimera con que todos ellos soñaban: la guerra popular.

Humala le miente a la gente. Dice que va a luchar por los más desfavorecidos, por sacarlos de la pobreza, por darles oportunidades de progreso. Humala miente, porque en realidad lo único que quiere es saciar su hambre de poder. Lo verdaderamente lamentable es que quienes sufrirán con mayor fuerza los estragos que derivarían de sus políticas estatistas son los millones de personas de buena fe que van a votar por él y que solo quieren participar del evidente crecimiento económico de los últimos años.

Millones de estas personas no se darán cuenta hasta que sea demasiado tarde. Y entonces se verán todavía más empobrecidos, sin ninguna esperanza para salir del agujero negro y se darán cuenta de que habrán perdido un bien invaluable para el ser humano: la libertad. Y será demasiado tarde.

Pero todavía no es tarde. Las elecciones son el 10 de abril. Dicen que cualquier cosa puede suceder. Que suceda lo mejor para el Perú.

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COMENTARIOS
7 comentarios      
MUY BIEN!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
07 de abril 2011
mmmmmm como se nota que quieren servir x mucho + tiempo al imperio chileno y a todas sus empresas q invadieron el PERU y.
08 de abril 2011
Este bodrio de "artículo" debería de estar firmado, para saber quién es el pobre diablo que escribe SIN PRUEBAS. Deberían de colocar las fuentes, las referencias, las pruebas de todas estas mentiras y calumnias.
08 de abril 2011
oye Sandrita, fíjate bien: el artículo sí está firmado: por Cristian Velasco
08 de abril 2011
El 10 de abril a votar sin el falso miedo que quieren meter esta gente que quiere el continuismo del hambre, la miseria, la servidumbre a EEUU, la explotacion indiscriminada de los recursos naturales a precio bajo!!!!!!!!!!!!!!!!
Vamos Ollanta!!! la gente si quiere el cambio de esa politica absurda.
09 de abril 2011
Cómo se explica un OLLANTA HUMALA liderizando las encuesta si aparentemente todo el Perú lo adversa, no será que mañana se espera un voto castigo de una población que se siente excluida, relegada del llamado "milagro peruano" que el fulano milagro se beneficia una élite mientras las grandes mayorías sufren de hambre y miseria.
09 de abril 2011
En costa Sierra u Selva Ollanta Presidente.. no mas Avios parranderos no queremos autosecuentros como del hostal MELODI.. no queremos que se tiren nuestra plata en etiqueta azul; no queremos sobrinos violadores ni repartihas de terrenos a hermanazos no queremos leyes del petroleo no queremos tener trabajadores con jornadas de 12 horasno queremos pagas el gas mas caro de sudamerica no queremos que se roben nuestros recursos no queremos servis que no pagan derechos laborales a sus trabajadores... basta de abusos Despierta Pueblo Peruano si no ves lo que pasa pues eres ciego!! Ollanta Presidente
09 de abril 2011
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