Hubo un tiempo, allá a finales de la década de los noventa, que una chica del Bronx causó tremendo remezón en las peliagudas calles de Los Ángeles y logró imponerse, bajo una férrea disciplina, en el mundillo de Hollywood.
Lo meritorio del caso es que no era otra rubia platinada más del montón, sino una hispana bastante curvilínea que exudaba sensualidad por sus cuatro costados. Descendiente de boricuas, Jennifer Lopez era parte de esa fiebre latina que había resurgido con el movimiento desenfrenado de caderas de Ricky Martin en la premiación de los Grammy.
En esos días, los latinos eran lo más “cool”, lo novedoso, pese a que eran la minoría más grande del país y las tortillas y los tacos hacía rato que habían dejado de ser platos mexicanos para pasar a ser íconos de la comida chatarra norteamericana como las papas fritas y las hamburguesas.
Años atrás y por solo mencionar algunos de los muchos casos, ya habían triunfado Cheo Feliciano y Gloria Estefan. Sin embargo, lo de J.Lo era distinto. Desde pequeña había tomado clases de baile y canto y cuando ya era una jovencita intentó entrar a la televisión sabiendo que el ser parte de una minoría étnica le ponía las cosas más difíciles de lo normal.
Al final lo logró, con pequeños roles en series que quedaron en el olvido, pero fue en 1996 que su suerte cambió cuando llevó al cine la vida de una cantante que era adorada por millones de latinos en Estados Unidos: Selena.
Su parecido físico no solo la acercó al papel más buscado en ese momento en Hollywood, sino que fue la primera vez que el mundo vio la destreza de Jennifer en el canto y el baile.
Por su actuación recibió un millón de dólares y se convirtió en la actriz latina mejor pagada en Estados Unidos, lo que empezó a cimentar su futuro de diva.
Aunque Lopez ha forjado su carrera como actriz en la pantalla grande en donde se ha decantado, en especial, por las comedias románticas, la boricua se sintió como pez en el agua cuando ingresó al mundo de la música profesional.
Tras ser “descubierta” por Tommy Mottola –el ex de Mariah Carey y actual esposo de Thalía– se le puso a su disposición un productor de lujo como Cory Rooney, quien ya había trabajado con Celine Dion y las Destiny’s Child, y el resultado fue impresionante.
En 1999 sacó a la venta su primer disco On the 6, que fue uno de los discos más vendidos del año y que dio exitazos como If you had my love, No me ames y Waiting for tonight.
Algunos dicen que Lopez se acostumbró a ganar y con creces y que su éxito comercial en todo lo que hacía la convirtió en una diva, muy alejada de esa chica sencilla y alegre del Bronx.
Y no sería para menos. Tras cosechar millones con sus otros discos, Jennifer no las tuvo consigo con el fracaso en el cine de Gigli, que interpretó junto a su novio de ese tiempo Ben Affleck.
Simplemente la gente se cansó de ver tantas noticias sobre ella, malas o buenas, y de sus ocasionales caprichos como llegar con un ejército de asesores en cada programa que se preocupaba de solucionar sus más mínimos requerimientos.
Algunos aseguraron que J.Lo perdió la brújula y ello la sumió en una medianía que estancó su carrera. Es cierto, seguía siendo una de las mujeres más bellas del ambiente artístico y sus discos se vendían –regularmente–, pero no era la misma.
Después de varios matrimonios fallidos sentó cabeza con el músico Marc Anthony. No solo compartían los mismos orígenes boricuas, sino también su pasión por la música y la fama.
Con él tuvo dos hijos y tras varios años de mantener un perfil bajo decidió participar como jueza en el reality más importante y exitoso de la televisión estadounidense: American Idol.
La jugada no solo fue maestra porque la devolvió a la atención mediática de una manera distinta, sino que aprovechó esta plataforma para presentar parte de lo que será su nuevo material discográfico.
Así, hace poco más de un mes J.Lo estrenó en Internet su nuevo video: el tema On the floor, con el rapero cubano Pitbull. Se trata de una nueva versión de la canción boliviana Llorando se fue, que a principios de los noventa alborotó Sudamérica por su versión lambada.
Ha sido tal el éxito de la canción, una mezcla de pop, electrónico, dance y hip hop, que en la página de YouTube cuenta con más de 94 millones de visitas, tres veces más de lo logrado por Lady Gaga con su último hit Born this way.
La canción forma parte de su nuevo disco Love, el primero en cuatro años, y ya se anticipa que sea uno de los más vendidos este año.
Mientras tanto, los medios no terminan de salir de su asombro ante una artista que, pese al paso de los años, no está dispuesta a dejar de ser un referente de la música mundial y, por qué no, reivindicar que los latinos en Estados Unidos siguen más vigentes que nunca.