Las voces de afecto no han cesado de escucharse desde que amanecimos con la dura noticia, Chelita se ha ido, después de dar la batalla a un terrible cáncer que la sofocó hasta dejarla sin habla los últimos días, pero que no impidió que celebrara a la medianoche lo que sería su último cumpleaños.
Su cuerpo estaba débil debido a los estragos del cáncer de mama que se propagó al pulmón, la agresividad de los tratamientos de quimioterapia y radioterapia la redujeron cada día más. Su cuerpo se cansaba, pero su espíritu continuaba la guerra por no decaer.
Havier Arboleda, su esposo y compañero de hace muchos años, se mantuvo a su lado en los peores momentos de la enfermedad, en un ejemplo de apego, entrega absoluta y cariño que pocas veces se ha visto en el centelleante mundo de la farándula.
Visiblemente emocionado siempre por ella, no pudo contenerse al dirigirse a la Parroquia Nuestra Señora de la Evangelización donde la velaron. Él, el hombre de la sonrisa amplia para Analí, se desarmó porque seguramente el dolor contenido en las últimas horas fue insoportable.
Ella vivía en un tercer piso junto a él, en una casa en un barrio tranquilo, frente a un parque y cerca también del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas, en Surquillo. El cáncer de mama lo sufría desde el 2007, saber que precisamente ella estaba enferma impactó mucho en el público porque era una persona especialmente saludable.
De actriz y vedette, de talento indiscutible, pasó a encarnar la imagen de una chica fitness, deportiva. Cuando no estaba de moda el cuidado personal como ahora, ella invirtió en un gimnasio que dirigía con pasión. Cuando nadie hablaba de transgénicos o grasas saturadas, ella habló de comida saludable e hidratación en la televisión. Enseñaba aeróbicos en un programa y luchaba por contagiar a través de las pantallas vitalidad a sus seguidores. Un cáncer de mama resultaba una crueldad, una burla del destino.
Sus órganos se debilitaron demasiado y debido a los tratamientos que seguía perdió mucho peso en los últimos meses y poco a poco se fue apagando. En varios reportajes televisivos se mostró fortalecida, entusiasta, llena de amor y proyectos que compartía con Havier, en lo que parecía ser una dupla perfecta, pero no pudo más.
Dicen sus familiares que ella se fue tranquila, hermosa, dispuesta a entregar lo mejor de sí a pesar de su ausencia. Todo parece indicar según los medios de prensa que Analí Cabrera habría grabado un documental narrando lo que vivió con esta enfermedad para contribuir a su lucha y a la prevención. Recordemos que la actriz Farrah Fawcett fue víctima del cáncer e hizo también un documental como valiente testimonio de vida.
La noche llegó para Analí en la madrugada del 21 de junio, pero encontrará en ese lugar insospechado que llaman más allá, a sus eternos compañeros de la comicidad, Antonio Salim, su jefecito, Alicia Andrade, Alex Valle y muchos otros artistas que la recibirán con los brazos abiertos... con las sonrisas de siempre.
Desde Risas y Salsa, Analí enganchó con ese público ávido de talento que reconocía en ella una figura diferente, delicada, más fina si se quiere. Sin escándalos que la ayudaran a escalar más rápido, sin presunciones falsas o vanidosas, ella fue una actriz cómica y una vedette que supo ser más.
Durante el día se ha repetido con mucha intensidad que se ha ido la única vedette que tenía el Perú. Y lo curioso es que cuando se refieren a Analí Cabrera así, como vedette, la palabra toma importancia y se vuelve una buena palabra. Ella bailaba como pocas, desarrolló su habilidad para la danza con una expresión muy particular, esculpió su cuerpo con sumo cuidado y su vida reflejó ese amor por ella misma.
Hasta el final tuvo la inquietud y necesidad de despedirse de su antigua pareja, el productor Luis Carrizales Stoll, con quien compartió muchos años de relación. Hasta el último día se pudo escuchar al popular Felpudini -también ex pareja suya-, dedicándole solo palabras de afecto.
Cuando alguien al partir recibe tanto amor queda el consuelo de haber hecho las cosas bien y en paz. Al bajar el féretro que la cobijaba desde el tercer piso de su casa y frente a los muchos periodistas que estuvieron apostados esperándola desde las primeras horas de la mañana, una bandada de palomas voló en círculos a su alrededor, desviando las miradas hacia las nubes, quizá con la secreta intención de dejar un mensaje.
El público extrañará saber que ella estaba luchando contra el cáncer. La gente que la quiso extrañará llamarla cada tanto para ver cómo seguía en su lucha. Su familia extrañará rezar por verla de pie. Havier Arboleda extrañará, seguramente, todo de ella, pero sobre todo a ella. Descansa en paz Analí Cabrera.