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LA PALABRA CLAVE ES EL CORAZÓN

Constantino Carvallo
El señor de tu libro mami, ¿él es? podrías decir en tu artículo que fue un hombre muy bueno, y aunque se haya muerto sigue presente... porque está en tu corazón. Posiblemente sea la manera más sencilla para comenzar. Mi hija de cinco años logró en su inocencia sintetizar las emociones que me acompañan desde que Constantino Carvallo falleció, el pasado 18 de agosto, víctima de un paro cardiaco.
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LA PALABRA CLAVE ES EL CORAZÓN
Nunca leí o escuché tantas palabras de afecto y agradecimiento a un maestro peruano. ¡Qué misterio esconde la vida con su muerte!. ¡Qué lección tan difícil de asimilar tenemos! ¿Cómo procesar una noticia tan repentina? Una ausencia, desde ahora, tan rotunda.
 
No hay profesor o ministro de educación que haya dejado una huella tan profunda en el corazón de aquellos que lo conocieron. Dejó tras su partida una estela de orfandad, de soledad, de vacío tan doloroso en ellos. Y me pregunto, casi obsesivamente, ¿qué tuvo Constantino Carvallo entre sus manos?, ¿cuál era el secreto de su pasión por el oficio de maestro?
 
LA CALLE CAJAMARCA
 
En 1978 el corazón de Carvallo comenzó a latir a golpe de realidad, el colegio Los Reyes Rojos irrumpió en nuestro país con una propuesta renovadora y audaz. Una idea clara y revolucionaria: crear un espacio donde los niños y su mundo interior cuenten, donde la individualidad sea su insignia y no su condena, donde sus diferencias sean una especie valorada y no en extinción.
 
“Cada niño recibe el mensaje de manera distinta. Las palabras del maestro tienen un eco diferente de acuerdo al alma de cada alumno. Hay que estar atento y conocer las diferencias. No hay método”.Carvallo.
 
Una educación promotora del amor, el respeto y la verdad. Carvallo creía fervientemente en la autoestima fortalecida de los chicos, como herramienta del aprendizaje. Sin tolerancia no existe realidad. El universo del colegio tenía la síntesis de la sociedad. Incluyó a niños de estratos sociales disminuidos y plasmó lo abstracto de las ideas en la cotidianeidad de los días.
 
“En esto consiste la educación: una invitación al crecimiento, un mensaje que habla de mejores tiempos, que ellos, hijos y alumnos, intentan, como el conquistador llegando a nuevas tierras, vislumbrar tras nuestras palabras y los actos”. Carvallo
 
LO PROPIO Y LO COMÚN
 
La filosofía lo acompañó no sólo como profesión, también como ejercicio diario y constante. La eterna reflexión sobre la educación en el país lo llevó a formar parte del Consejo Nacional de Educación. Luchando desde los terrenos pantanosos de la burocracia, en contra de una visión desconectada de la sensibilidad infantil, intentó contagiar su espíritu renovador, inclusivo, vehemente a la hora de ejecutar políticas que cambien la raíz del problema.
 
Analizó la problemática educativa como algo más que currícula y bajos sueldos, incorporando, a la eterna e improductiva discusión, la pasión por el oficio y la decencia. Tuvo la férrea convicción que el maestro debe entregarse siempre y sin mezquindad de alma, para lograr en la educación pública, sobretodo, educadores que inspiren a sus alumnos por vocación… ser el maestro que no sufre y padece el trabajo, sino más bien, aquel que goza con los retos y los universos infinitos de cada estudiante.
 
Carvallo parecía hablar de quimeras. Sus palabras nos devolvían la esperanza en los maestros, en el inmenso compromiso de educar, en otorgar conocimiento que conectado al espíritu puedan cambiar el mundo. Educar con  certeza en el corazón, los niños son el fin por ellos mismos, libres de resultados asfixiantes y competencias disociadas con su emoción.
 
ADIÓS MAESTRO
 
Constantino Carvallo sabía que cada niño es una vida para impactar, vida que pide a gritos ser tocada en su fuero más interno; en su espíritu emergente. Cada niño simboliza el génesis de una humanidad maravillosa y plagada de sueños.
 
“Si no se encuentra un significado más profundo al oficio, si no se educa aunque solo sea el corazón de un niño, todo no es sino una burocrática mecánica, la transmisión no pedida del conocimiento estéril”. Carvallo
 
La certidumbre de la muerte lo sorprendió a los 55 años siendo maestro en aula y director. Los más connotados educadores de nuestro país coinciden en afirmar que Carvallo construyó algoimpensable en otro tiempo: una opción, una posibilidad. Y si en esa lógica leemos a cada niño o cada hijo, ¡como cambiaria el mundo!
 
La mirada puesta en los ojos de aquellos que siempre esperan que nuestra atención los engrandezca, los forme. La mirada del que cree, del que apuesta por ti sin concesiones. Sin negociar los resultados, sin sacar cuentas o pedir garantías. Sin exigir retribuciones futuras, el que mira con bondad.
 
“La caridad es una virtud, es el amor al género, a todos los hombres y mujeres por el solo hecho de serlo, de pertenecer junto con nosotros a esta especie. Es el amor por excelencia, el que todo lo tolera, el que no sabe de ira, el que olvida y perdona. Ese amor está, o debiera estar, en la relación de los padres con sus hijos y es la única condición que debiera exigirse a quién dice sentir vocación de maestro”. Carvallo.
 
No dará más entrevistas, no escribirá otro libro como el Diario Educar, que publicara en el 2005 y cuyas citas registramos en esta pequeña reseña. No debatirá sobre la educación o sobre el fútbol, su segunda pasión. No tratará de responder a más preguntas.
 
Le agradecemos el intento, el sueño y la fe. La posibilidad de abrir la conciencia nacional y encontrar las piezas que faltan para empezar a armar el rompecabezas del corazón.
 
Mi hija vuelve inquieta y me pregunta, ¿Y tenía hijos?, le respondo, sí. ¿Y están vivos?, vuelvo a responder, sí. ¿Cómo lo deben extrañar no mami?¿Cómo estará su casa, no? Triste…No atino a decirle más. Guardo silencio mientras ella sigue jugando a mi lado, y pienso que el vacío que dejas Constantino, será casi imposible de llenar.
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