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MIENTRAS DURE EL INSTANTE

Teatro Segura
¿Una zapatilla de cristal?... -no, una de ballet con punta de yeso y cintas preciosas…no está, no la encuentro. Solo falta una hora para empezar la función y el teatro empieza a burbujear. Es el estreno. Los invitados, las butacas, el telón color rojo sangre nos protegen de las miradas, de los aplausos, del vacío en el corazón por comenzar. Y mi zapatilla, perdida en la inmensidad del Teatro Segura, el más antiguo e importante teatro del país.
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MIENTRAS DURE EL INSTANTE
Los teatros son el alma de una ciudad, espacios habitados por energías que trascienden lo material. Laboratorios de mezclas diversas y difusas, dotados de creaciones mágicas que proyectan nuevas emociones. Registran el paso del tiempo, retratan alegrías y tristezas. Como el Teatro Segura que cobija bajo sus columnas toda la historia cultural del Perú. Es nuestro retrato más intenso y más longevo. Es el elemento vivo de una cultura vibrante y llena de sueños.
 
RECORRIENDO LA HISTORIA
 
Corría el año 1929 cuando el Teatro Manuel Ascencio Segura recibía su nombre y su identidad en honor al escritor peruano, gracias a una acertada resolución municipal. Sobreviviente de muchos avatares desde 1615 cuando era un Corral de Comedias, emergió con una sabia propuesta: despertar el afecto por la cultura. El terremoto de 1746 se echó abajo el sueño y allí comenzó la peregrinación de este maravilloso lugar.
 
Reformado cuatro o cinco veces más, siguió la batalla contra el tiempo y en 1874, cuando ya ostentaba el nombre de Teatro Principal, sucumbió ante las llamas de un voraz incendio que nuevamente se llevó la ilusión de tener un teatro de gran envergadura en la ciudad. Para 1909 el alcalde de Lima Don Federico Elguera con férrea decisión reinauguró el teatro llamándolo Teatro Municipal, dándole el brillo y la acústica de uno de los mejores Teatros de Latinoamérica.
 
En 1950 es restaurado y el escenario queda listo para florecer como un lugar genéticamente construido para que el arte no muera, más bien se desarrolle y eternice. A pesar de la fugacidad del momento teatral, en las dos horas de espectáculo el Teatro Segura se paraliza, congela y prolonga la experiencia acumulada por años entre sus paredes.
 
Creo que la encontré, bajé rápidamente al foso de los músicos, ese enorme espacio que separa el escenario de la platea, y siento que todavía tiene impregnado los acordes del primer Himno Nacional interpretado por Rosa Merino, levanto mis ojos y veo a San Martín de pie, en palco, satisfecho por la tarea cumplida. Despierto y la zapatilla no está.
 
SORPRENDERSE, EXTRAÑARSE, ES COMENZAR A ENTENDER(Ortega y Gasset)
 
¡A teatro lleno!, es la expectativa de cada obra, ya sea ballet, zarzuela, ópera, o teatro musical. El deseo siempre es el mismo, que el Segura colme sus 802 butacas y disfrute el aplauso de cada uno de los 75 mil visitantes que recibe por año.
 
Sin embargo, solemos caer en el error de olvidar dónde estamos, qué lugar nos alberga. La arquitectura del teatro es considerada una de las más elegantes del continente, no sólo por su estilo neobarroco o sus elementos decorativos propios del art noveau, sino por el espíritu que encierra.
 
Parte de la historia se aloja en los museos, retazos de un pasado que nos habla y confronta, nos traslada imaginativamente a estadios no conocidos. El Teatro Segura cuenta con el único museo que relata el paso de grandes maestros del arte por nuestro país.


Inaugurado en 1966, por Don Alejandro Yori destacado crítico de arte, es el único museo en su género, ya que atesora valiosas piezas de reconocidos protagonistas del movimiento cultural mundial. Iniciativa que valió la admiración de especialistas, e inspiró grandes teatros como El Colón en Argentina, el Municipal en Chile y el García Lorca de la Habana, Cuba.
 
La naturaleza de los artículos resulta interesante y emotiva, de extrema intimidad y significado. Zapatillas de ballet que la misma Alicia Alonso usó y que llevan las marcas de su trabajo y constancia. La batuta y el piano de Rosa Mercedes Ayarza de Morales, primera artista peruana que dirigió una orquesta e hizo de su vocación por la música su vida. 
 
Fotografías en color sepia, en blanco y negro, imágenes que evocan la memoria y rescatan los orígenes de nuestras emociones; el testimonio de rostros y miradas que nutrieron el arte y la cultura de nuestro país.
 
Este Museo de Teatro nos advierte del paso cronológico de los años, mas no del corazón. El valioso legado de artistas que transpiraron y entregaron sus días al teatro, al público. Con la terca esperanza de hilar nuestras fibras más profundas e impactarnos y con el único propósito de recrear siempre la pasión por la vida.
 
Finalmente, busco tras bambalinas, y en el escenario Micaela Villegas, la Perricholi, vuelve, con su elegancia y sus maneras de limeña altiva. Oigo su voz con versos de Calderón de la Barca, oigo y retumban en mis oídos. La escucho, la veo, la imagino… este escenario me conmueve, me sobrecoge; semejante al mar cuando te hunde y apenas queda aliento; así me atrapa… y me entrego.
 
EL ARTE INCLUYE A TODOS
 
Abriendo los límites culturales del país estamos sembrando autoestima, compartiendo fronteras emocionales que pueden unir lo que antes estaba fragmentado. El Teatro Segura es un símbolo, una proyección real e histórica de las capacidades de los peruanos. Cada vez hay más niños en las funciones, cada vez más la gente se acerca a la cultura que este espacio ofrece, sin temor a sentirse excluida.
 
Cada día creemos con más fe que podemos ser parte de un gran todo, y este pedazo de ciudad situado en la calle Huancavelica es sólo un recordatorio de que nuestra vasta y prolífica cultura late, y late fuerte.
 
Ya no existe miedo, encuentro mi zapatilla escondida tras la imponente escenografía, allí estaba, aguardando el momento exacto, como en el teatro, después del tercer llamado, la puerta se cierra y empieza la magia...
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