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REVISTA

UN PRETEXTO PARA EL AMOR

Parque del amor en Miraflores
¿Cuál es la mejor forma de llegar al amor? Los parques son los últimos guerreros valientes que raudos emprenden la batalla contra la contaminación y el olvido. Son celosos protectores de nuestro oxígeno y nuestra alma. Este parque podría jactarse no solo de ser un pulmón para la ciudad, sino también un corazón, un romántico lugar que esconde Miraflores en medio de su jungla urbana.
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UN PRETEXTO PARA EL AMOR

El Parque del Amor está ubicado en el Malecón Cisneros, frente al imponente mar del Océano Pacífico. Fue inaugurado el 14 de febrero de 1993, con el único fin de recrear un espacio para el amor, un escape estético, que logre conectar ese conjunto de sentimientos que ligan a una persona con otra.

Recibe a los visitantes una imponente escultura del artista plástico peruano Víctor Delfín, cuya obra ha sido aplaudida en muchos países, y convierte el parque en una galería de arte libre de muros, contagiando así el espíritu promotor de la cultura que esta comuna limeña cultiva desde hace mucho tiempo. Es sin duda, un punto infaltable en los recorridos turísticos de la ciudad.

 

Resulta interesante contrastar esta escultura, cuya huella artesana y ancestral es notoria, con la imagen chic del distrito. Hoteles y restaurantes exclusivos, así como impresionantes edificios, proyectan una ilusión de poder y riqueza, pero esta pieza de arte, polémica para muchos e impactante para otros, sintetiza el balance de una sociedad plural y mestiza que empieza a emerger.

 

Un tributo a la inspiración… Gaudí

 

Inspirado en el Parque Güell en Barcelona, España, nuestro parque recrea elementos del estilo modernista de Antonio Gaudí, máximo exponente de la arquitectura catalana.  El perímetro del parque está cercado por bancas asimétricas, fabricando una extraña sensación de ondulación. Como olas marinas que se mezclan con el sonido galopante de su energía, cuya superficie lleva a modo de mosaicos, diseños logrados con retazos de cerámica y azulejos. Reviviendo así la visión de Gaudí y el parque Güell.

 

Colores vibrantes y lumínicos nos impregnan las retinas de emoción, y al pasar los dedos por aquella ondulante superficie podemos leer sublimes mensajes de amor. Fragmentos de poemas escritos por consagrados autores peruanos, así como hermosas líneas de poesía inca, traídas a la capital después de un largo viaje, para despertar el sueño etéreo de la ternura.

 

El abrigo de los árboles y sus troncos tallados por el tiempo, contrastan con la brisa, con el airecito frío de esta Lima gris, cielo color panza de burro; es una extraña combinación de factores que hacen de este sencillo parque un campo para la contemplación. ¿Será el paisaje que nos regala ese maravilloso instante, cuando en el horizonte se juntan el cielo y el mar? Ese preciso momento en el que el universo congela la mirada y se pierde en medio de nostalgias y sueños.

 

Una pequeña aspiración: el beso

 

Tal vez el mayor atractivo del Parque del Amor sea la inmensa escultura

hecha de concreto, sugestivamente llamada El Beso. La obra nos regala a una apasionada pareja recostada sobre una enorme plataforma, dándose un intenso y eterno beso de amor. Descarados frente a las miradas, no se amilanan, continúan buscándose uno en el otro y con la piel encaramada se funden en el frenesí del abrazo.

 

Lejano a los besos de cuentos de hadas; este beso encarna la rudeza del sentimiento genuino, sin imágenes perfectas. Los cuerpos nos hablan de seres humanos reales, sin cintura diminuta o facciones perfiladas por un bisturí; anatomías gruesas y honestas, sus formas toscas y gigantescas retratan una belleza sin tapujos y remilgos. Sin delicadeza, nos muestra la cruda verdad del amor, que no siempre es dulce y plagado de margaritas, sino más bien fuerte, recio y testarudo… simplemente son dos amantes que se entregan al ritual de amar sin detenerse en los detalles.

 

El mundo interior de los artistas como Víctor Delfín se traduce en sus obras, en esa inagotable capacidad de creación donde está desplegada su magia y su ímpetu. Él se enorgullece particularmente de esta obra por… “haber contribuido a crear un espacio para los enamorados”.

 

Alguna vez, este hombre cuya obra es un acto de amor constante e inacabable, me regaló estas palabras que resumen su esencia…“la única manera de pasar por la vida es asumiéndola con amor, sin odios, sin rencores. Porque no tenemos derecho a exigir nada, sino a dar”.

 

Amor a voces

 

“Los árboles febriles continuando su vida en nuestras vidas”, así rezan las palabras del poeta y ensayista Emilio Adolfo Wesphalen, en una placa que nos lleva a la memoria de la infancia, cuando los parques simbolizaban la eterna libertad del juego. Los caminitos de tierra nos llevan lúdicamente al verde, a las palmeras, a las flores y a una naturaleza traviesa que en este lugar rinde culto al romance.

 

No es extraño ver a jóvenes parejas darse promesas de fidelidad y jurar y perjurar, con cierta ironía, que nunca pensarán en nadie más. Los motivos cambian y las excusas también, pero el amor romántico sobrevive. Novios o esposos consagrados visitan este parque para celebrar el compromiso de la entrega, de ese condenado beso que llega al pie del mar, propicio escenario para la felicidad.

Es saludable y progresista rescatar un pedazo de ciudad entre hojas y raíces, que nos brinde la oportunidad de renovar, aunque sólo sea una fantasía absurda, la sensación de bienestar que tenemos, cuando creemos que alguien en este mundo… nos ama.

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