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REVISTA

DOCTORES BOLA ROJA: CLOWN HOSPITALARIO

A la caza de la alegría
Una habitación de hospital, seis camas, bolsas de suero, cables y conductos que preservan la salud, rescatan el cuerpo. Un cuarto de hospital, seis camas con seis enfermos. Un cuarto de hospital desde la mirada de Doctores Bolaroja: una oportunidad para la risa y una invitación para la vida. Clown hospitalario en el Perú: la energía puesta al servicio del amor.
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DOCTORES BOLA ROJA: CLOWN HOSPITALARIO

Comprometerse con el ser humano

 

La Dra. Kión me atendió, la conocí una mañana de abril y de su mano descubrí un universo maravilloso, colorido, emocionalmente comprometido con el amor y la pasión por los demás. El Clown hospitalario es la propuesta que Doctores Bolaroja presentó al país hace siete años. Una propuesta audaz, innovadora y apasionada. La idea central y el motor que marca el ritmo es la alegría, acompañar al paciente mediante una incursión de treinta minutos a la habitación de un hospital e iluminar su rostro, intentar romper barreras y dolores para evocar la risa, la tranquilidad, o el simple silencio del amigo.

 

Doctores Bolaroja son una herramienta de afecto, de un corazón que no mira con compasión al otro, que no regala sobras o brinda esquivos remilgos. Sin pena o lástima visitan cada martes y sábado a los niños del Instituto de Salud del  Niño (Hospital del Niño), más de 20 clowns caracterizados amablemente y con una gracia particular saludan a cada niño y abrazan a cada corazón en diferentes áreas: Dermatología, nefrología, cardiología, traumatología, entre otras.

 

Una cita que se ha vuelto indispensable en los pasillos del hospital, reciben a la Dra Kión, la Dra. Wendy, el Dr. Juanqui con la más divertida bienvenida, porque lo que se crea es una atmósfera diferente, se respira compañía y amistad.  La visita se realiza en pareja, cuarto por cuarto, y la dinámica es cambiante y espontánea.

 

La nariz es la esencia del clown, la identidad de un payaso que no ataca, no arremete, no violenta para imponer su felicidad. Doctores Bolaroja respetan la rutina hospitalaria manteniendo los estándares de bioseguridad en sus visitas, mandiles y juguetes esterilizados, vacunas al día, lavado de manos en cada visita, es decir, la conciencia social que pasa por el respeto a la dignidad y a la humanidad del paciente, que no está allí por su voluntad, sino por necesidad.

 

Mirar con pasión no con compasión

 

La posición del clown que conocemos todos es habitualmente la del hazmerreír, aquel que en esencia es el objeto de la burla o la gracia. En este modelo de clown, Wendy Ramos, directora de la ONG Doctores Bolaroja, ha desarrollado una sensibilidad especial y lejana de los golpes clásicos o los sketchs  aprendidos.

 

Sin guiones elaborados  los doctores van a conectar su humanidad de clown real, vulnerable y abierto, sin máscaras o barreras emocionales con la humanidad del otro. Llenar de color un cuarto de hospital, cantar un vals con los padres agotados y abatidos, soplar un poco de burbujas, integrar a los médicos y enfermeras a su juego durante unos minutos cambian la realidad de ese paciente, y de ese día.

 

El aporte del Clown de hospital a la salud de cada niño es invalorable, existen cientos de casos que en este tiempo han ilustrado los días en el Hospital del Niño, pero en ningún testimonio encuentras resistencia o intolerancia. La capacidad de estas personas que voluntariamente dedican su tiempo y alegría a rescatar esas sonrisas perdidas entre procedimientos médicos extenuantes o largos tratamientos, está avalada por una sólida formación como clowns. Supervisada en un taller monitoreado por Wendy Ramos cuya experiencia e investigación en muchos países la ha llevado a depurar esta técnica  y a este grupo humano.

 

Ver la parte sana del niño enfermo es una manera de verlo, olvidarse que el cuerpo esta débil o que la tristeza es honda  para encontrar esa veta de energía, que a pesar del dolor existe. Erradicando la mirada compasiva del trabajo social, mirar como se mira a un amigo, mirar con pasión no con compasión. Eso lo trasforma todo, modifica los sentimientos e introduce un elemento único de respeto y autoestima. Esa mirada va construyendo lentamente en el paciente esa misma pasión, se aferra de a pocos a esa forma de ver, y se mira a el mismo sin compasión, sin victimizarse.

 

Un niño postrado en una cama de hospital es mirado con chispa, con juego, con emoción, ese niño no es el mismo después, no se ve igual. Empieza a reconocer un ser humano sano, encendido, y con la capacidad de encender más corazones después. "El clown hace que el mundo se vea de otra manera. El clown ve la belleza donde no la hay y la construye." Wendy Ramos.

 

Todo con amor

 

A veces la clave es escuchar, sentarse con todo ese color a buscar la quietud de las palabras, a hallar la paz del amigo, el compañero que se toma minutos de vida para atender un relato, una historia. El clown hospitalario no es invasivo, no impone una risa obligada porque reconoce que detrás de ese niño con las defensas bajas  hay una vulnerabilidad que cuidar, esa vulnerabilidad le permitió al clown encontrarse antes, en el trance de su preparación.

 

Romper las barreras personales y abrir los candados emocionales es la riqueza del clown, la Dra. Kión, Gina Medrano, joven abogada, me cuenta que ahora es más feliz, ahora tiene color, es mejor persona. Y le creo, le creo cuando se entrega a esta entrevista, le creo cuando sus ojos se llenan de emoción, le creo cuando veo imágenes de su juego y de sus amigos del hospital, porque ella va a encontrarse con amigos, a armar lío, a abrazar mamás y papás cansados, preocupados por juntar cinco soles para comprar una sonda, en esa realidad el clown hospitalario se mueve, encuentra su hábitat ideal para la felicidad, para contagiar un espíritu divertido y entregado.

 

Ella va a dar y en el camino obtuvo una experiencia incomparable que según sus palabras le cambió la vida y encontró un enfoque diferente; realizó una maestría en Gerencia Social y el clown la ayudó a equilibrar su vocación profesional.

Doctores Bolaroja no regala nada, no se vincula a través de objetos, no se le asocia con beneficios físicos, sino todo lo contrario. La esencia es lograr transformar el entorno del hospital de manera positiva, conectiva; sin embargo la relación que se gesta entre el clown y el paciente existe sólo en el cuarto del hospital.

 

No trasciende, los clowns no se llevan a casa esas imágenes como una carga pesada, porque no lo es. El clown se entrega en el instante porque siendo clown se puede dar sin mezquindades y con ilusión. La naturaleza del clown hospitalario es preservar el vínculo pasando por la risa y coadyuvando a la recuperación del cuerpo, pero sobretodo, del espíritu.

 

En ocasiones como Navidad, si existe un movimiento especial con la aparición en escena del BoliPapa, primo de Papá Noel, que ha encargado a los doctores canalizar los pedidos para que sean satisfechos llegada la fiesta navideña. Los payasos escriben las cartas con los niños prolongando la experiencia lúdica y estrechando el afecto. No se trata de recibir mil cartitas y fríamente depositar costales de regalos, el contacto personal es lo que hace la diferencia de este maravilloso proyecto.

 

Patch Adams, un amigo

 

Patch Adams, el famoso doctor de la risa tiene una conexión, que el llama "matrimonio" con Bolaroja, con una presencia constante en el Perú es parte del proyecto como mentor y paradigma de amor. La Dra. Kión resume la experiencia a lo largo del tiempo con Patch como la persona que les enseñó a tocar, a abrazar más, a no temer el contacto directo y al gesto cercano siempre. Lecciones que construyen en ella una fortaleza nacida de la risa y la sensación maravillosa de sentirse útil dando y recibiendo color y brillo cada semana como Doctora Bolaroja.

 

En este proceso de muchas veces cuestionar y comprender cómo se mueve el mundo de la salud y la enfermedad, los Doctores Bolaroja autogestionan sus recursos mediante Bolaroja talleres y eventos, sin convertir el proyecto en una fuente particular de ingresos, la difusión de sus objetivos son necesarios para la conservación del trabajo y para compartir esta iniciativa con los muchos rostros que aún no se animan a ponerse una nariz roja.

 

Utilizar el clown para enriquecer la realidad de otros peruanos es sin duda el sueño de Bolaroja, un sueño que día a día Wendy Ramos y su equipo logran, y como dice ella, "que la bola roja no deje de rodar".
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COMENTARIOS
1 comentarios      
chvr pryectoo de verdad.. me hicieron abrir mas los ojos cuando vi su voluntad y quiero ser parte..por donde tengo que empezar..también quiero ayudar..diganme por favor con quien o a donde debo contactarme
08 de enero 2011
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