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REVISTA

VÓLEY PERUANO

Matadoras
De pronto aquellos legendarios días de 1988, cuando todo el país en vilo despertaba en la oscuridad para ver jugar a la selección de Vóley en las Olimpiadas de Seúl, han regresado. Esa energía contagiante impulsa y moviliza al público, fiel, cautivo, abrigando la esperanza de recuperar ese lugar en la escena mundial de este deporte.
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VÓLEY PERUANO

Si algo envidio del deporte es la convocatoria que suscita, la masiva atención que genera cuando el aroma a éxito asoma. La cultura y el arte, expresiones populares más esquivas, batallan por cada logro, pelean un lugar en el corazón de la gente. El deporte lo obtiene casi instantáneamente. Es un misterio, un ejercicio social que colectiviza lo visto, el partido televisado o el encuentro narrado.

 

La práctica deportiva, creo, libera. Penetra en otro campo de acción, de razón. Podría  corregirme, de "sinrazón", si analizamos a la paciente afición futbolera peruana, sin conquistas y toneladas de corrupción a cuestas, y a pesar de ello los hinchas no olvidan, no abandonan. Ese es otro enigma, la fidelidad.

 

El vóley debería ser, por laureles obtenidos, nuestro deporte bandera. Aquel deporte que concentre la energía, las miradas y sobretodo, el apoyo económico del gobierno e instituciones privadas. En los últimos días hemos sido testigos de excepción del furor que causa el vóley en la población.

 

Coliseos abarrotados, el cálido recibimiento a las seleccionadas de menores "las matadorcitas" después de su participación en el Mundial de Tailandia, noticias y primeras planas con las jugadoras de mayores celebrando su clasificación al Mundial Japón 2010, con patadita incluida de Elena Keldibekova...  En suma, buenas nuevas para un quehacer que despierta el entusiasmo y la alegría.

 

¿Nos Ponemos la camiseta?

 

"Ponte la camiseta" es la campaña emprendida por el Congreso de la República para intentar reflotar el voleibol en nuestro país. Iniciativa obligada y muy necesaria para alcanzar el nivel que alguna vez tuvimos. Con una donación inicial de 200 mil soles se espera poner la primera piedra para la construcción de un Centro de Alto Rendimiento en donde las seleccionadas y los semilleros puedan entrenar, formándose de manera global.

 

Con la promesa de lograr una partida presupuestaria de siete millones de soles para el 2010, el Congreso ha firmado un convenio con la Federación Peruana de Voleibol (FPV) con el compromiso de no abandonar este sueño. Es obvio que este ofrecimiento es un acto de total justicia, sin embargo, causa suspicacia el protagonismo del legislativo. Esperemos que no sea un simple "cheque sin fondos", porque siendo honestos, esos 200 mil soles no han salido de los sueldos de los parlamentarios, es un aporte del Congreso que todos los peruanos sostenemos con nuestros impuestos.

 

Durante años este deporte ha sobrevivido con los recursos que el Instituto Peruano del Deporte (IPD) le ha otorgado, ínfimas cantidades si comparamos lo que el "deporte rey" recibe y produce. ¿Cuánto se ha invertido en tratar, tercamente, de ir al mundial de fútbol? En ese escenario de cifras exorbitantes los 200 mil soles son sólo una delicada muestra de estima.

 

La idea es dimensionar la expectativa y la realidad, los triunfos obtenidos por la selección de vóley en 1988, por ejemplo, fueron producto de un esfuerzo organizado, una mentalidad clara y una actitud diferente. Observar la influencia oriental en el desarrollo del vóley peruano es muy relevante, aprender de las experiencias pasadas ayudarán a comprender qué hace falta.

 

Historia de éxito

 

Akira Kato, fue el personaje clave, en 1965 llega al Perú contratado por la FPV con una revolucionaria metodología de juego, rapidez, combinaciones, estrategias armadas que contrarrestarían, entre otras cosas, la baja estatura peruana. Buscó las competencias donde sólo aparecían debilidades. Formó con cariño y disciplina a Lucha Fuentes, Pilancho Jiménez, Anace Carrillo, entre otras valiosísimas deportistas.

 

Alcanzó en diferentes torneos y encuentros un sitial hegemónico en el vóley continental. Preparando un equipo ágil, que seguía el ritmo de cada set sin perder el eje, sin que la actitud frente al rival decaiga. La filosofía detrás del éxito. Escuela que en 1982 continúa Man Bok Park tras la muerte de Akira Kato, y con él viene la consagración internacional de las "matadoras".

 

En 1988 yo tenía 11 años, no recordaba con exactitud cómo habían sido esos días de septiembre, cuando se jugaba el Mundial de Vóley en la lejana Seúl. Al ver unas imágenes de archivo sobre aquellas madrugadas volvieron esos gritos, aplausos y sonrisas. Llegar tarde al colegio era una tarea obligada, nadie se quejaba, no existía prohibición ni castigo, porque era la misión de todos apoyar con nuestra vibra a la selección.

 

Sentados al borde de la cama, sin poder parpadear, sin perderse nada, ningún mate, salto, o ataque fulminante de Cecilia Tait, o una jugada maestra de Rosa García y Gaby Pérez Del Solar; un parpadeo y estabas fuera del punto. De la gloria. Ganando a la potente Brasil, China, Estados Unidos para finalmente atrevernos a pelear el título mundial con la entonces Unión Soviética.

 

Obtuvimos el segundo lugar con una diferencia de dos puntos, una victoria que nos catapultó a la cima de la emoción y orgullo nacional. Es en esta esfera donde descubrimos que el deporte permite que la frustración se diluya, que los problemas medulares nacionales e individuales se congelen por un instante, por lo que dure el encuentro. Es una dosis de olvido que produce placer.

 

Un grupo de jugadoras que dieron todo por ellas mismas y por la camiseta, un esfuerzo que después lamentablemente no halló la plataforma necesaria para proyectar ese nivel a las nuevas generaciones. Un equipo que fue recibido en el Estadio Nacional como ídolo. Bienvenida pocas veces vista en el país. Las ansias del público por demostrar su agradecimiento rebalsaron el coloso, y una inusitada satisfacción se adueñó de los peruanos.

 

Nueva Generación

 

Han pasado 21 años y estamos cara a cara de nuevo. Frente a este reto y desafío gigante que nos apabulla, atemoriza, al recordar jornadas dolorosas y fracasos estrepitosos. Tuvimos la oportunidad de acariciar la fantasía con la selección de menores en el Mundial de Tailandia este año, las chicas bajo la tutela de Hernán Arrieta buscaron abrirse paso alcanzando el sexto lugar.

 

Con la ilusión de renovar la fe en el deporte, las jóvenes prometieron seguir trabajando para conseguir una mejor posición en el próximo mundial. Pero las promesas de estas niñas bastarán. No sería más justo que la dirigencia adopte la determinación de buscar y pelear los recursos que los lleven a la acción.

 

La problemática del vóley requiere un tratamiento integral, desde la alimentación de las jugadoras para alcanzar un rendimiento mayor, hasta su formación profesional. Ver partir al exterior a  nuestras buenas jugadoras en busca de la estabilidad que acá no existe, no debería repetirse. Encontrar la fórmula entre jugar con la camiseta peruana y que sean mundialmente competitivas, es el objetivo.

 

Promover un campeonato interno de primer nivel, emprender torneos y giras internacionales para que las chicas comparen sus habilidades, conozcan a sus rivales no sólo por video, estudien sus fortalezas en otros terrenos. Es decir, un apoyo perenne, sostenido. Arturo Woodman, Jefe del IPD anunció entre los  planes de la institución, organizar la Copa Perú del Vóley, con el fin de estimular el deporte en cada departamento del país.

 

Se viene el Sudamericano de Mayores, los Juegos Bolivarianos y el "Final Four", que se jugará en el Perú, ocasiones propicias para fusionar a algunas integrantes de la sub 18 (matadorcitas) con el equipo de mayores.

 

Nada debe ser casualidad

 

Si nos remontamos a 1911, descubriremos que el origen del vóley en el Perú surgió de manera espontánea y casi de casualidad. Dos profesores norteamericanos llegaron al Perú, con una reforma educativa en ciernes, y lo jugaban como hobby en sus ratos libres. Una tímida práctica deportiva que en nuestro país no hallaba adeptos ya que el boxeo y fútbol acaparaban la atención.

 

Fue hasta 1923 cuando en el Callao hubo una exhibición de jugadores cantoneses,  que el público sentió curiosidad por este juego de net alta y reacciones rápidas. Se masificó gracias a su practicidad y a la posibilidad de jugarlo en equipos mixtos. Un pasatiempo que llegó a convertirse en tarea obligada en clase de Educación Física en las escuelas.

 

Producto del azar de dos viajeros, así de accidental e inesperado, fue el romance que se gestó de a poquitos con esta disciplina. La asimilamos y elevamos durante mucho tiempo, ahora nos toca devolver al romance furtivo un compromiso certero.

 

Cabe destacar en esta campaña nacional PONTE LA CAMISETA la cobertura de los medios de comunicación, el Mundial de Tailandia y torneos organizados en el país han sido transmitidos en vivo por Frecuencia Latina, cosechando altas cifras en sintonía. La adhesión pasa por la lógica exposición a la experiencia.

 

Mi generación guarda, con nostalgia, la memoria de esos días en Seúl, ¿por qué no regalarle a estas generaciones esa memoria también?, pero sin nostalgia, con más esperanza.
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