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AHORA, LES TOCA A LAS MYPE

Aciertos y desaciertos de la nueva Ley que busca formalizarlas
Después de muchas idas y venidas, finalmente, el gobierno promulgó la ansiada Ley Mype, pero lejos de ser recibida entre bombos y platillos como se pensaba, ha comenzado a despertar más de una controversia. A favor están quienes confían en las bondades de la norma y, en contra, quienes creen que se trata de una norma que resta más de lo que suma… Analicemos ambos puntos de vista…
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AHORA, LES TOCA A LAS MYPE

Desde la infaltable bodega del barrio, pasando por nuestra acostumbrada ?casera? del mercado, hasta quienes se preocupan por innovar con productos que han logrado cruzar nuestras fronteras, o quienes abastecen de incontables insumos a las grandes, nadie puede negar que el Perú sea, que duda cabe, un país sinónimo de micro y pequeñas empresas (Mype).

 

Un sector que no solo contribuye con aproximadamente el 42% del Producto Bruto Interno (PBI), sino que juega un rol fundamental en la generación de empleo, al punto que según el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) genera el 88% del empleo privado, el 50% de la Población Económicamente Activa (PEA) trabaja en una microempresa y, representan el 98.5% del universo total de empresas peruanas.

 

Además, según el Global Entrepreneurship Monitor (GEM) –estudio realizado por Babson College (Estados Unidos) y London Business School (Reino Unido) con apoyo de ESAN–, el Perú se ubica en el primer lugar de los países más emprendedores.  Así, de cada 100 peruanos, poco más de 40 son emprendedores, cifra considerablemente superior al promedio mundial (9%) y al de Latinoamérica, que con un 16% es la región más emprendedora del planeta.

 

Frente a semejantes cifras, resulta fácil deducir la importancia de las Mype para una economía como la peruana. Aunque también, con un 80% de microempresas y una tercera parte de las pequeñas emparentadas con la informalidad, resulta fácil concluir que una inmensa nube negra sobre ellas impide aprovechar su real aporte.

 

A LEY MUERTA, LEY PUESTA

 

Dados los escasos resultados de la anterior Ley de Promoción y Formalización de la Mype (Ley N° 28015), promulgada en el 2003, era evidente –dicen sus detractores– la urgente publicación de una norma que las ayudara a retomar su verdadero rol como agente dinamizador de la economía local, regional y nacional, y como eje de desarrollo económico y de generación de empleo.

 

Así las cosas, el último 28 de junio, haciendo uso de la delegación de facultades otorgadas por el Congreso, el Ejecutivo promulgó la Ley de Promoción de la Competitividad, Formalización y Desarrollo de la Micro y Pequeña Empresa y del Acceso al Empleo Decente (D.L. 1086), dejando sin efecto la anterior norma.

 

La madre del cordero

 

Pero a pocas semanas de su publicación, una nueva discusión se cierne sobre ella, básicamente sobre su viabilidad, cuya efectividad se ha puesto en tela de juicio a raíz de que con el régimen creado hace cinco años, se formalizó apenas un 10% del estimado, por lo que se teme que con la nueva norma se repita la historia.

 

Es más, para el especialista en Derecho Laboral, Carlos Blancas, al recortar algunos derechos a los trabajadores (CTS, vacaciones y gratificaciones) esta nueva ley es sumamente perjudicial puesto que solo favorece a los empresarios y desprotege a los principales protagonistas de estas unidades económicas: los trabajadores.

 

A su juicio, al haberse ampliado –en el caso de las pequeñas– el número de trabajadores (de 50 a 100) y el tope de ventas (de 850 a 1700 Unidades Impositivas Tributarias-UIT), alrededor de 600 mil trabajadores de las medianas empresas están en riesgo de perder o ver reducidos los derechos que por ley les correspondían.

 

De la misma opinión es el laboralista Juan Carlos Vargas, para quien, contrario al compromiso asumido en el Acuerdo de Promoción Comercial con Estados Unidos que exige un reforzamiento de los derechos laborales, el D.L. 1086, recientemente aprobado no cumple con dicho requerimiento.

 

Férrea defensa

 

Sin embargo, en clara oposición a lo señalado por ambos especialistas, para el presidente del Consejo Económico Social para el Desarrollo Social, Gino Kaiserberger, estamos ante una buena ley para la formalización del empleo porque garantiza un acceso progresivo a los derechos laborales de quienes no gozaban de ninguno.

 

No obstante, desde su punto de vista, hubiera sido factible que el acceso a la jubilación –que queda al libre albedrío de los trabajadores– hubiera sido obligatorio, "al menos a partir del tercer año de vigencia de la ley". Es más, añade, la misma revisión a la que estará sujeto cada dos años el tope de ventas (ahora en 1,700 UIT), también debió regir para el número de trabajadores, con lo que se hubiera terminado por redondear las bondades de una norma que promete.

 

Con lo que, como dice el también asesor del Ministerio de la Producción, con la remozada Ley Mype en manos, solo queda que las micro y pequeñas empresas se beneficien de ella en toda su intensidad y aprovechen todo lo mejor de ella, sin olvidar que se deben hacer los máximos esfuerzos para fortalecer estas unidades económicas en temas de gestión empresarial, innovación tecnológica, competitividad y desarrollo, capacitación, facilidad crediticia, acceso a mercados, impulso a la asociación y fomento a la exportación.

 

Pero como la promulgación de la norma debe considerarse como el punto de partida de quienes reclamaban a gritos un verdadero giro de 360° para las Mype, la viceministra de Promoción del Empleo y la Micro y Pequeña Empresa, Ana Teresa Revilla, sostiene que teniendo en cuenta que este sector es uno de los más importantes en la economía nacional, la preocupación se debe centrar en su promoción, haciendo que el apoyo a ellas se convierta en una verdadera política de Estado.

 

Y es que nadie puede negar que antes de esta nueva ley, las exigencias en material laboral y tributaria para las grandes y medianas empresas eran las mismas que para las Mype. Situación nada lógica si consideramos que eran realidades totalmente diferentes y, no resultaba sensato imponer la misma carga tributaria, los mismos trámites y hasta las mismas exigencias laborales a quienes ocupaban a menos de 10 trabajadores y acumulaban ventas cercanas a los cinco mil soles –en el mejor de los casos–, y a quienes podían darse el lujo de contratar a más de 100 personas, con ventas por millones de soles.

 

Así, más allá de las opiniones a favor y en contra, la nueva Ley Mype es una forma de reivindicar a millones de trabajadores que a partir de su entrada en vigencia ahora gozarán de los mismos derechos de los que hoy goza un privilegiado grupo de peruanos. Peruanos que como usted o como yo también reclamaban la oportunidad de ser tomados en cuenta. Solo basta que los objetivos trazados para la promulgación de esta norma no queden en el papel…

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