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REVISTA

NAVIDAD

Tiempo de dar
Cada Navidad espero que algo me sorprenda, anhelando con sinceridad renovar mi espíritu y fe que con el trajín de los días se agobia y desconecta, perdiéndose dentro de mí misma. Aquí va el relato de esta Navidad, una experiencia nueva y llena de significados que en mucho se parece a un cuento. Los personajes son una pequeñita desconocida y yo.
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NAVIDAD

CORREO: TIEMPO DE NAVIDAD

El 30 de noviembre recibí un mensaje nuevo en mi bandeja de correo electrónico, una amiga muy querida me hacía, entre otros amigos, una invitación muy particular. Podrá sonarles normal en estas fechas, pero algo de especial tuvo la forma, el estilo de la petición, pues me conecté instantáneamente con la causa.

Ella y un grupo de amigos solidarios desde hace dos años se organizan en época navideña para llevar ayuda a un importante grupo de niños en extrema necesidad: 300 niños de asentamientos humanos de San Juan de Lurigancho serían los elegidos en esta ocasión.

En un país con tanta pobreza como el nuestro imagino que el trabajo más difícil es elegir a quién ayudar, dónde canalizar la energía y solidaridad que se pueda acopiar.

Leía el mail con mucha atención e iba descubriendo que estuvieron con los niños de Pisco, en el 2007, tras el terremoto que azotó ferozmente esa ciudad. Llevaron alegría e intentaron hacer la diferencia en una Navidad que sería una de las más tristes en la ciudad. Un juguete o un pedazo de panetón pueden hacer la diferencia cuando todo a tu alrededor es desolación.

En el 2008 la ayuda fue a Huachipa, la misma vocación, el mismo amor desinteresado y silencioso que sin ostentaciones alegró los corazones de niños anónimos de nuestro país. Este año la historia marcaba el destino de 300 niños de San Juan de Lurigancho, 300 latidos que recibirían una dosis de calidez y fe envueltas en papeles de colores.

En estos días se escuchan frases como, “la Navidad es para los niños” o “la Navidad es Jesús” pero realmente qué significan. Algo me decía que en esta Navidad iba ha encontrar un nuevo significado, un nuevo sentido...

BUSCANDO UN NOMBRE

El mensaje nos invitaba con la frase “ayúdenme a llevar esperanza” a ser madrinas y padrinos voluntarios de un niño o niña. Nos contaban en el correo que mediante actividades realizadas durante el año habían logrado financiar una fiesta navideña y una rica chocolatada, sin embargo hacía falta más ayuda.

Se necesitaba con urgencia los regalos para los pequeños, juguetes, ropa, zapatos, todo aquello que sirviera para arrancarles una sonrisa ese día. Una lista con 15 nombres continuaba, 15 nombres acompañados de 15 tallas y medidas, así el regalo quedaría exacto y el afecto encajaría en ese pequeño corazón.

Con mucha curiosidad leí la lista: Neiser, Ada, Yeremi, Marisol, Yair hasta llegar al número 12, Leydi Luna, un nombre diferente que me atrajo, me cautivó. Una pequeñita de tres años cuyo paso marca talla 24, una huella aún chiquita que seguro crecerá gracias al cariño acumulado de personas como mi amiga y sus amigos, ángeles silentes que trabajan por llevar a otros un poco de esperanza y amor.

Entonces surgió la mágica conexión de Navidad, imagino. Fue un acto reflejo sentir la complicidad con ella; así, siendo ambas desconocidas y ausentes una para la otra, algo nos vinculó, ella desde su arenal supo llegar a mí.

Decidí que ella sería la niña que en esta Navidad recibiría mis regalos, fue así que una identidad escondida en la incógnita se convirtió en mi pensamiento. Comencé a imaginar cómo sería, qué le gustaría recibir, cómo luciría su sonrisa al abrir el paquete.

He pensado mucho en sus ojos, en la chispa que tienen las niñas a esa edad, en la forma de mirar el mundo, descubriéndolo, explorándolo con inocencia y picardía a la vez. ¿Quiénes serán sus padres?, ¿qué les habrá pasado en la vida que los obligó a vivir en esta dolorosa pobreza? y ¿por qué su hija terminó en una lista en mi bandeja de correo electrónico esta Navidad?

Preguntas que nunca seguramente podré responder, interrogantes que me confrontaron con mi propia realidad, distante, lejana, a veces indiferente. Creo que la Navidad, además de ser una fiesta familiar y religiosa, es una celebración de contrastes.

Una exposición de matices claros y oscuros que atraviesan tonalidades indefinidas, con poca luz y mucha oscuridad... percibí que estas oportunidades de dar evaporan un poco las sombras y abren paso a la claridad.

UNA MUÑECA, UNA IDENTIDAD

Comprender todo lo que podría significar un obsequio mío para ella me hizo sentir poderosamente feliz, pasaban las horas y descubría una emoción distinta, nueva. Me di cuenta que me hacía falta encontrar esa sensación de gratitud, de complacencia, de espiritualidad en esta Navidad.

Finalmente el regalo se transformaría en el vehículo que mágicamente también le diga a Leydi que alguien en el mundo está pensando en ella, que para alguien ella existe. Que su existencia no pasa desapercibida, que cuenta.

Quise concentrar el regalo en un gran juguete, pensaba que posiblemente en el hogar de Leydi el dinero alcanzaba a duras penas para su alimentación y vestido, pero que el juego estaba totalmente relegado a su imaginación. Un niño que no juega es como un prisionero de la realidad, del presente.

En el universo lúdico de los niños se desarrollan los elementos que lo ayudarán a  perfilar el mundo, a conocer los limites de su creatividad. A encontrar, en el mejor de los casos, un abanico de infinitas oportunidades para crecer y creer que todo aquello que hoy es un juego, mañana podrá ser real.

Y en este universo los juguetes son los símbolos a usar, el lenguaje de la diversión puesto a disposición de la mente y la ilusión. Un juguete trasciende su forma y color trasmutando en un intenso canal de alegría, de inocente vehemencia y amor.

Por todo esto y más mi obsequio sería principalmente un hermoso juguete, lleno de ternura que le hable a la pequeña Leydi con solo mirarlo.

CASA DE JUGUETES

Fui a la juguetería que habitualmente visito con mi hija, un recorrido familiar que durante años hago en estas fechas solo por mi hija, sin embargo este año la sensación era otra, honestamente, era más grande.

Todo parecía más brillante, más colorido, algo que aún no descubría produjo en mí una infrecuente sorpresa. Los juguetes eran los mismos que siempre veía, los anaqueles del mismo color, en la misma posición, la música ambiental también, ¿qué era lo diferente? El motivo, la razón de mi visita ese día.

La certeza de saber que mi regalo sería lo único que Leydi recibirá esta Navidad me hacía sentir enorme, gigante... Nada se compara a la emoción de un niño al abrir un obsequio en Navidad, no hay rostro más feliz que ese, y este año el rostro de esta niña anónima se iluminaría gracias a mi feliz elección.

Ahora el dilema era escoger el regalo perfecto, el objeto que sintetice mi cariño nuevo por ella, mi gratitud a la vida por esta oportunidad para dar algo a alguien que no conozco, que no conoceré personalmente.

Un precioso bebé me miraba desde una caja, ropa rosada y lila en tonos muy suaves, un biberón y un babero con sutiles líneas dibujadas, una dulzura que automáticamente me trasladó al rostro de Leydi, la imaginé cargándolo, abrazándolo, sintiendo que la vida era buena y grata, que era más que aquello que la rodea.

De pronto abracé la caja como una niña y me di cuenta que la Navidad es el tiempo que el calendario ha puesto para darte el chance de sentir que la vida fluye más allá de nuestro círculo, nuestro mundo. Abrir el círculo este año me hizo ver que aún podemos creer en algo más. En alguien más. Hoy creo que Leydi sonreirá en Navidad, hoy creo que esta sencilla muñeca podrá acompañarla en sus horas de juego, de alegrías...

Hoy creo en Leydi y en esos 299 niños más que gracias a alguien que pensó en convocarme con amor y generosidad, recibirán una Navidad diferente, feliz, sin pensar por un instante en lo difícil que la vida les impuso.

IMÁGENES DE NAVIDAD

Al final de la semana recibiré una fotografía de Leydi y la podré ver disfrutar de su muñeca, ese será mi regalo esta Navidad, una imagen envuelta en simpleza que arrancará una sonrisa nueva de mis labios.

Compartir esta experiencia es mi manera de desearles una feliz Navidad, repleta de amor y saturada de sonrisas. Un abrazo desde aquí y gracias a cada uno de ustedes por estar allí cada semana. Feliz Navidad Leydi... y espero encontrarme algún día con tu sonrisa... Espero que en la noche al arropar a tu pequeño bebé sientas que algo bueno te aguarda... que algo muy bueno te espera ver llegar.

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