No sólo La Oroya ha sido perjudicada por las políticas ambientales y sociales de Doe Run Perú (DRP). En Huancavelica, un centro poblado ubicado en las tierras del asentamiento minero “Cobriza”, propiedad de esta misma empresa, también ha sido víctima de la contaminación.
Más de 20 mil toneladas de relave minero de “Cobriza” han sido depositadas por Doe Run al lado de un colegio, en el poblado 7 de Junio, más conocido como Expansión. Desde el 2003, la población de más de 7 mil familias ha visto crecer los cerros de polvo negro, que ahora prácticamente forman parte de su geografía, como si de cerros naturales se tratasen.
Estos tóxicos relaves mineros reposan a pocos metros del río Mantaro, una de las fuentes de agua más importantes de la sierra central. Ante cualquier reclamo de los pobladores de “Expansión”, la minera les responde que los pocos que trabajan en la mina se quedarán desempleados.
Los hermanos Córdova, Édgar y Wilfredo, son dos pobladores del caserío “Cobriza”, ubicado en la frontera de Huancavelica y Ayacucho, a 5 horas de “Expansión”. En 1998, Doe Run asentó su campo minero en sus tierras para extraer cobre, zinc y otros minerales. Desde que la mina fue vendida de Centromín Perú a DPR, la vida del pueblo cambió para mal, señalan.
Antes que Doe Run se asiente, el pueblo tenía 9,000 familias, ahora, luego de trece años, sólo quedan 15 familias, sentencia Wilfredo.
“Doe Run quiere que desaparezcamos”, dice Wilfredo Córdova, un estudiante de Derecho que tuvo que dejar la carrera debido a las largas horas que tiene que recorrer para llegar hasta Huancayo, donde está su universidad. Córdova dice que la minera ha cometido una serie de atropellos contra sus derechos. Cuando se hizo del centro minero expropió a la fuerza las viviendas del poblado bajo el argumento de que sus parcelas eran “propiedad privada”, cuenta.