El crecimiento económico del Perú, en estos últimos diez años, no solo se ve reflejado en el auge del PBI cada año, también se traduce en un crecimiento de consumo energético, para atender la mayor demanda de consumo privado e industrial, y esto, dado nuestro modelo energético, se concentra en una mayor demanda por nuestras energías no renovables: el agua y el gas, poniendo en grave situación de abastecimiento a las generaciones futuras.
El conflicto actual sobre el agua en Conga es solo un reflejo de este problema mayor: el crecimiento económico reflejado en un mayor consumo energético por parte de las economías familiares, que empiezan a disfrutar de un poder adquisitivo mayor y con ello demandan nuevos servicios y productos, a los que no tuvieron acceso, y por otro lado nuestro modelo exportador, concentrado principalmente en la explotación de recursos mineros.
Nuestro modelo de crecimiento parece enfrentar otra vez a estas dos fuerzas: el consumo privado, representado por grandes segmentos de nuestra población, y el de las grandes empresas mineras, que concentran buena parte de los intereses económicos tradicionales.
Encontrar solución a este problema no es tarea fácil e implica atacarlo por varios frentes (energías alternativas y cambio de modelo productivo), buscando los equilibrios que permitan a nuestra población seguir manteniendo un nivel de consumo con responsabilidad y, por otro lado, diversificando nuestro aparato productivo, para hacerlo menos dependiente de la actividad minera.
Solo entendiendo nuestro desarrollo económico futuro como un proceso de equilibrio continuo entre el sector emergente con una mayor capacidad de consumo y el sector económico tradicional, podremos encontrar el camino para el crecimiento económico con paz social (Escrito por Jorge Palao Castañeda en el diario La República).