Tremendo encuentro el que disputaron Olimpia de Paraguay y Atlético Mineiro ayer en la noche en el marco del partido final de la Copa Libertadores de América. En particular el escenificado por el elenco brasileño que, remontando el score que le había sido adverso en el encuentro de ida en Paraguay, igualó en el tiempo reglamentario el tanteador de 2 – 0, y tras tanda de penales conquistó la primera Copa Libertadores de su historia.
Lo que se vio ayer en el Estadio Mineirao quedará grabado en nuestras retinas como uno de los mejores encuentros de final donde se lucha por el reconocimiento al que se erige como el mejor de los clubes a nivel continental. Fue un encuentro en que, más allá de haber sido la fiesta que debe ser toda final, se vio, también hay admitirlo, de todo. Sobre todo, después del finalísimo pitazo, cuando el comportamiento de algunos fans del Mineirao dejó más que desear.
Un encuentro en el que al final contó la magia de Ronaldinho, Bernard, Jo y Tardelli, quienes llevaron con sus diestros y cerebrales pies a su escuadra a la conquista del título. Fue necesaria mucha paciencia, pues los goles tardaron en llegar. El ejemplo, lo que hizo Jô, quien a los 46 minutos tradujo en gol, tras pescar el balón, producto de un mal despeje de Wilson Pittoni. Y el segundo tanto, que llegó faltando tan solo 4 minutos para el final, cuando las tribunas eran presa de la desesperación, gracias al providencial golpe de cabeza de Leonardo Silva.
Y tal como solo puede suceder en el fútbol, en los suplementarios la dinámica giró a favor del juego de los locales, quienes aprovechando su ventaja numérica como consecuencia de la expulsión de Julio César Manzur a los 84 minutos; algo que solo pudo ser revertido por la fiereza de la que siempre hacen gala los cuadros guaraníes, obligando la fatídica tanda de penales.
En esos momentos de la verdad, ya sin el portero Martín Silva que dejó el campo lesionado, la suerte acompañó al cuadro carioca. Pues al penal malogrado por Herminio Miranda en el lado del Olimpia, le siguieron los tantos consecutivos de Alecsandro, Guilherme, Jô y Leonardo Silva por el del Mineiro. Una precisión en los tiros de los doce pasos que no perdonó el lanzamiento que falló Matías Giménez, que selló el 4-3 e hizo que la escuadra dirigida por Cuca levantase por primera vez la Copa Libertadores. Toda una gesta futbolística.