Todo tiene su final. El suizo Joseph Blatter, quien ha dirigido la omnisciente Federación Internacional de Fútbol Asociado, FIFA, durante nada menos que 17 años, anunció este martes 2 de junio su renuncia al cargo de Presidente Ejecutivo de la ecuménica organización. Blatter hizo este anuncio en la ciudad de Zurich, luego de hacerse de conocimiento público que la justicia estadounidense lo tenía en la mira en las investigaciones sobre corrupción en la cima de la organización faro del fútbol planetario.
De nada han valido los esfuerzos desplegados durante los últimos cuatro días por el hombre fuerte del balompié mundial a fin de ponerse a buen recaudo del vendaval que se ha suscitado luego de que la semana pasada siete altos directivos de la FIFA fueron arrestados por cargos de corrupción esgrimidos en su contra por el Departamento de Justicia de los EEUU. Suerte que podría correr el empresario y notable del fútbol suizo, si algunos de los directivos detenidos, según fuentes anónimas, aceptan colaborar con las investigaciones llevadas a cabo por el FBI.
Un Joseph Blatter, con el rostro desencajado, anunció en francés, en la sede de la FIFA, que su tiempo como presidente había llegado a su fin. Tan solo cuatro días después de haber sido reelegido para un nuevo mandato consecutivo, por un periodo de cuatro años, tuvo que inclinarse ante lo evidente. El escándalo mundial que suscitaba lo que uno de los altos directivos de la FIFA detenidos habría dicho: a saber, una serie de pagos hechos a las más altas instancias de la FIFA no serían otra cosa que soborno. La duración del tiempo de los servicios prestados por Joseph Blatter a la FIFA no será superior a los cuarenta años.
Con un tono pausado, Blatter señaló que la “FIFA necesita una profunda reestructuración”, y añadió que “aunque los miembros de la FIFA me han acordado un nuevo mandato, este no suscita la unanimidad en el mundo del fútbol”... Luego dejó la sala de conferencias sin responder a ninguna pregunta. Un Sepp Blatter completamente diferente al de hace algunos días fue el que se alejó. “Por qué yo tengo que renunciar” había dicho luego de ser reelegido. Señalando, se recuerda, que hacerlo equivaldría a “reconocer que he cometido un error”.