La etapa escolar es una gran oportunidad para estar atentos a ciertos signos que podrían advertir algún grado de pérdida de audición. Muchas veces los problemas auditivos no son diagnosticados a tiempo o se confunden con problemas de aprendizaje.
En ese sentido, la audición tiene directa relación con la capacidad de aprender, ya que de toda la información que recibe nuestro cerebro durante el día, el 75% proviene del oído[1]. Esto lo transforma en la principal vía para adquirir las facultades del lenguaje hablado, proceso trascendental en la formación de una persona.
Para Diego Jiménez, Fonoaudiólogo de la Clínica San Pablo y participante en el monitoreo intraquirúrgico y programación de los Implantes Cocleares MED –EL “la detección temprana de la hipoacusia es fundamental para encontrar la solución adecuada y así asegurar que el niño desarrolle el lenguaje correctamente y se adapte al ritmo de enseñanza con mayor facilidad”.
No tratar a temprana edad alguna complicación auditiva, no solo podría traer como consecuencia un retraso en el proceso de desarrollo del lenguaje, aprendizaje de la lectura y escritura; por ende de los procesos cognitivos, además también podría provocar secuelas psicológicas que afecten el carácter y las relaciones interpersonales.
El rol que cumplen los padres y profesores, es primordial, Jiménez explica que “los educadores deben estar atentos al desempeño del niño dentro de la sala de clase y es esencial que sepan reconocer indicios de una posible dificultad para escuchar correctamente”.
Los padres y profesores pueden detectar si un niño tiene dificultades para escuchar cuando:
• No responde cuando se lo llama o se le pide algo.
• Tiene problemas para distinguir de dónde viene el sonido.
• Requiere que se le repitan las indicaciones frecuentemente.
• No cumple órdenes o malinterpreta las instrucciones.
• En la producción oral o escrita, modifica frecuentemente alguna letra o palabra.
• Al dar una orden, se observa que habitualmente actúa imitando a sus compañeros.
• Repara la comunicación frecuentemente con un ¿qué?, ¿cómo? “No entendí”.
• Nota diferencia en la comprensión de los mensajes en los diferentes entornos (silencioso o ruidoso).
Si la respuesta a alguna de estas preguntas es “sí”, o si se presenta cualquier duda sobre el progreso del desarrollo auditivo o lingüístico del niño, es recomendable consultar a un médico otorrino o a un fonoaudiólogo.
Para detectar la posible pérdida auditiva existen diversos estudios como otoscopia, impedanciometría, otoemisiones acústicas, audiometría tonal, logoaudiometría, potenciales evocados auditivos, etc. La realización de estos exámenes dependerá de la edad del paciente.
“La elección del tratamiento dependerá de muchos factores sin embargo lo importante es lograr la detección temprana para darle la mejor solución según su pérdida de audición y estimular al máximo su capacidad auditiva favoreciendo directamente su desarrollo del lenguaje, desarrollo cognitivo, su capacidad de aprendizaje y sobre todo su calidad de vida. Si del implante coclear como solución auditiva implantable se trata, se debe garantizar una óptima preservación de estructuras con un electrodo flexible y atraumático, clave para lograr mejores resultados y asegurar el futuro auditivo del paciente”, comentó el especialista.
Afortunadamente existen múltiples soluciones que pueden ayudar a niños con hipoacusia, dependiendo del tipo y grado de la pérdida auditiva: audífonos, implantes cocleares, implantes de estimulación eléctrica acústica, implantes de oído medio o de implantes de conducción ósea.
Detectar una pérdida auditiva lo más pronto posible y encontrar el tratamiento adecuado, es clave para asegurar las mejores posibilidades de desarrollo audio-lingüístico, y con ello, la confianza en sí mismo.
[1] Asociación Vasca. (2015). Hipoacusia: Manejo en la consulta pediatrica. 08/03/2016, de Asociación Vasca de Pediatría de Atención Primaria Sitio web: http://www.avpap.org/documentos/hipoacusia/hipoacusiamanejo.pdf