Escándalos como la quiebra del Banco Ambrosiano de Roberto Calvi, quien fue encontrado ahorcado bajo un puente de Londres en 1982, que trajo como consecuencia la quiebra de una treintena de empresas. O el que tuvo que ver con el bloqueó el uso de tarjetas de crédito internacionales en el Vaticano a partir del momento que se descubrió que en una cuenta abierta por el Instituto para las Obras de la Religión (IOR) en un banco alemán circularon en un año 40 millones de euros, dañaron seriamente la credibilidad de esta organización. Algo que no ha escapado a la preocupación del Papa Francisco.