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Domingo 22 de julio 2012

Bosques que nunca arden

Por: Pedro Pozas Terrados.
Bosques que nunca arden
Foto: plusesmas.com

Todos sabemos, a estas alturas, que cuando se quema un bosque no solo se quema un valor comercial, sino que se destruyen la biodiversidad y el ecosistema donde está asentado, por consiguiente queda afectado de una manera grave el clima de la zona. Muchas veces lo de menos es la madera quemada, que puede regenerarse en un momento dado si no se tala, lo importante es lo que fluye a su alrededor, lo que sus raíces sostienen, lo que sus ramas aportan y sus hojas alimentan en el ciclo de la vida.

Los incendios forestales contribuyen al calentamiento y la desertificación del planeta, provocan cientos de muertes, conducen a familias a la desesperación y la ruina, nos afectan cíclicamente y en milenios no se ha sabido encontrar solución válida alguna porque siempre existirá un loco, un pirómano o un desalmado que convierta en inútil cualquier tipo de prevención.

Alberto Vázquez-Figueroa ha escrito el informe “Bosques que nunca arden”, donde nos relata la forma de proteger nuestros bosques y de obtener agua potable y energía a bajo coste. Alberto es claro: “El único enemigo capaz de vencer definitivamente al fuego es el agua”.

En mayo de 2005, Vázquez-Figueroa indicó al Ministro de Industria, Sr. Montilla, la conveniencia de aprovechar el mar que nos rodea con el fi n de Reciclar energía. Como resultado se ordenó el estudio “Aprovechamiento hidroeléctrico con agua de mar por acumulación por bombeo”.

Fue confeccionado por una de las mayores compañías eléctricas nacionales, y se lo entregó de forma “confidencial” un alto cargo del Ministerio de Medio Ambiente con la condición de que no lo hiciera público.

Meses después, tres ingenieros de la empresa eléctrica Unión Fenosa acudieron a solicitar que se lo mostrara, y se les permitió tomar notas sin salir del despacho de Alberto.

A las pocas semanas le comunicaron que a su modo de ver, y salvo pequeños detalles, los cálculos eran correctos. Eso significa que dos Ministerios y dos de las empresas eléctricas más importantes del país están al corriente de que una Central de Bombeo Reversible de Agua de Mar produce unos beneficios en torno al 10%, incluida la amortización en catorce años, y a partir de entonces dichos beneficios se disparan.

Pese a estar diseñada para utilizar agua de mar, su funcionamiento es idéntico al de las Centrales Reversibles de los pantanos, que bombean agua en lo alto de una montaña en “Horas Valle” con el fin de dejarla caer y devolver energía en “Horas Punta”.

En esencia, lo que se hace es “Reciclar” energía con la ventaja que el mar es inagotable, el depósito inferior gratuito y no se mantiene “cautiva” un agua potable cada vez más escasa. En España se han localizado unas ochenta montañas en cuyas cimas podrían instalarse Centrales de Bombeo de Agua de Mar.

Merced a sus eficientes sistemas de control, “Red Eléctrica Nacional” puede “desviar” de forma inmediata los excedentes de potencia a dichas centrales.

A ese respecto, su Director en Canarias, Santiago Marín ha señalado que son tres las áreas de beneficio que el sistema aporta a la mejora de la eficiencia: Capacidad de almacenamiento de energías fluyentes, (eólica y fotovoltaica), aplanamiento de la curva de demanda eléctrica y provisión de servicios esenciales para la calidad del suministro, puesto que proporciona una inmejorable capacidad de respuesta ante situaciones de emergencia.

Ello evitaría tener que estar produciendo -tal como se hace en la actualidad- un 10% de potencia excedente destinado a prever un colapso motivado por el continuo e inesperado aumento de consumo.

También permite aprovechar de una forma más lógica una caprichosa energía eólica que “No llega cuando hace falta pero siempre aparece cuando no se necesita”.

La verdadera “Alternativa” de la energía eólica se centra en el hecho indiscutible de que es preciso que se instale una “fuente de energía alternativa” que funcione a todas horas para cuando no sopla viento.

El 27 de junio del 2005 un tornado derribó dos torres de alta tensión, por lo que los sistemas de seguridad de tres parques eólicos fueron desconectados de “La Red”, que se encontró de improviso con una caída de potencia que a punto estuvo de provocar una catástrofe dejando a oscuras a toda la nación.

Continuar permitiendo que los parques eólicos constituyan semejante peligro significa una insensatez, por lo que resulta esencial transformar toda su energía altamente inestable en potencial de energía hidráulica controlada.

Cada metro cúbico de agua de mar depositado en lo alto de una montaña de seiscientos metros significa dos kilovatios de energía, con lo que las montañas se convertirían en “bancos” en los que guardar los ahorros energéticos.

Comprobado que desde el punto de vista económico el sistema resultaba altamente rentable, llegó el momento de avanzar en el tema de los incendios forestales, partiendo de la base que una serie de grandes depósitos de agua situados escalonadamente a diferentes alturas se encuentran en disposición de apagar cualquier fuego que se inicie en un área de unos treinta kilómetros a la redonda, por medio de un sistema de tuberías dispuestas en forma de tela de araña que permiten que el agua fluya por la ley de los vasos comunicantes.

En puntos clave de dicha “tela de araña”, unas “Torres Telescópicas” pueden elevarse por la presión del agua hasta unos cinco metros por encima de los árboles. En el momento en que unos satélites artificiales que ya existen y que detectan de inmediato cualquier señal de fuego avisa del peligro, “El Centro de Control” envía una orden a la torre más próxima, que deja caer sobre las llamas una lluvia instantánea que indefectiblemente apaga el fuego a semejanza de los sistemas contra incendios que se exigen en la actualidad a todos los grandes edificios.

No solo le está enviando el contenido del depósito de cabecera, sino todo el agua que simultáneamente se está bombeando desde el mar, ya que en caso de necesidad no importa utilizar energía de “Hora Punta”.

No es nada grave que un incendio se apague con agua de mar, de hecho se esta haciendo con aviones y helicópteros; un único envío de agua salada no afecta ni a la tierra ni a los cultivos. Si los depósitos de cabecera se sitúan en cotas cercanas a los seiscientos metros, la diferencia de presión que proporciona dicha altura permite que, por medio de la nueva tecnología de “Desalación por ósmosis inversa por presión natural”, desarrollada por la empresa del Ministerio de Medio Ambiente “Acuamed”, una parte de ese agua de mar se transforme en agua dulce a muy bajo coste (0,07 /m3), frente a los 0,45 del sistema tradicional.

Alberto afirma que: “La ecuación es simple: sobra viento, energía nocturna y agua de mar; falta energía diurna y agua dulce; siempre que exista una montaña cerca, un problema resuelve el otro. Y se encuentra preparado a la hora de cortar de raíz cualquier incendio forestal convirtiendo en realidad el milenario sueño de que los bosques no ardan”.

Este sistema cuenta con notables ayudas económicas por parte de una Unión Europea que aboga por la producción de agua potable, la no contaminación, la independencia energética y la lucha contra la desertificación y el cambio climático. La solución es lógica, sencilla, sensata, asequible y evidentemente rentable; lo único que se necesita es voluntad política y visión empresarial.

Para llevar a cabo tan ambicioso proyecto España cuenta con estudios realizados por los Ministerios de Medio Ambiente, Agricultura e Industria a través de sus empresas “Tragsa” y “Acuamed”, así como de las compañías eléctricas, “Red Eléctrica Nacional”, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y el Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid (Con información de la revista digital Laeco.net).

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