DENTICIÓN DEL BEBÉ
El desarrollo dental del bebé se inicia habitualmente a partir de los seis meses, cuando empiezan a aparecer los primeros incisivos, los situados en el centro del maxilar. Previo a su aparición, frecuentemente las encías se hinchan y suelen dar molestias, que pueden incluso hacer cambiar de humor y quitar el apetito al bebé.
Ya a partir de los tres meses en algunos casos, aparece irritación gingival además de la inflamación y abundante salivación. Son síntomas de movimiento dental que el bebé intenta calmar llevándose objetos a la boca.
Los mordedores están concebidos para aliviar todas estas molestias, que pueden durar meses, incluso hasta que se complete la primera dentición, conocida como la de leche, lo que suele ocurrir hasta los tres años.
LACTANCIA MATERNA
El hecho de que los primeros dientes aparezcan hacia los seis meses es una demostración del carácter mamífero del ser humano y de la importancia de la lactancia materna exclusiva, al menos durante el primer medio año de vida, tal como recomienda hoy día la OMS. Esto es importante para el desarrollo del niño y sobretodo para su inmunidad, ya que a través de la leche materna recibe innumerables proteínas defensivas que le preparan para afrontar futuras agresiones que provengan del exterior.
Tal como se deduce del desarrollo dental, la lactancia puede prolongarse, evidentemente no de forma exclusiva, hasta completar la primera dentición.
Es un buen suplemento de la alimentación del bebé y en muchas ocasiones ayuda a calmar las molestias de las encías, aunque como mordedor natural no es lo ideal para la madre que tiene que sufrir algún que otro cariñoso mordisco de su cachorro.
MORDEDORES PARA CALMAR LAS MOLESTIAS DE LAS ENCÍAS
Como decíamos, para que el bebé se lleve algo a la boca durante todo este periodo, se han ideado los mordedores. En el mercado, los más extendidos son los de plástico o de silicona. En relación con el plástico, concretamente el PVC (poli cloruro de vinilo blando), existe una gran polémica que provocó su prohibición por el Ministerio de Sanidad y Consumo en el año 2000, debido al riesgo que existe de liberar e ingerir parte de sus componentes (los plastificantes ftalatos) al morder o chupar juguetes o mordedores con este material.
Aunque está presente el debate de si los ftalatos pueden producir en los niños los mismos problemas que se han comprobado en los animales de experimentación, parece de lógica, ante la duda, utilizar otras opciones. Hoy se usan otros plásticos distintos al PVC, y al igual que la silicona, no dejan de ser sustancias sintéticas (a las que hay que añadir la de los pigmentos que le dan color) de las que todavía no conocemos bien su alcance sobre la salud del bebé que las chupa y mordisquea. Existe la variedad de mordedores de agua con envoltura de plástico para poner en la "corteza" del cochayuyo esta no se corta pero se nevera y utilizar "fresquitos" como calmantes de la inflamación.
Los mordedores de madera son más naturales y una buena alternativa, pero su rigidez no siempre se acomoda a las encías dolorosas. También hay mordedores de tela rellenos de pepitas de cereza.
MORDEDOR DE COCHAYUYO (TROLAS)
Existen otras alternativas que tienen una tradición de generaciones y que para la mayoría de nosotros son aún desconocidas.
Durante mi estancia profesional en una clínica naturista en Chile, y posteriormente en la búsqueda de información que me llevó a escribir el libro "Descubrir el cochayuyo", conocí la costumbre popular de dar a morder un pedazo del alga cochayuyo a los bebés para aliviar las molestias gingivales. Los mapuches, pobladores indígenas del sur de Chile, hace siglos que utilizan trozos de esta alga para acompañar la dentición de sus bebés. Esta tradición no deja de tener su acierto y su base científica, ya que el cochayuyo, además de tener volumen y una consistencia elástica que permite morder cediendo a la presión de las encías, lo que las calma, al mezclarse con la saliva desprende oligoelementos y minerales entre los que destaca el calcio y el magnesio, fundamentales en la mineralización de dientes y huesos. Al morder la "corteza" del cochayuyo esta no se corta pero se desprenden pequeñas cantidades de su fibra interna que facilitan el tránsito intestinal y sustancias que ayudan a reducir la inflamación.
Su uso como mordedor consiste en dar directamente al bebé un trozo del alga lavada, para que la chupe y la muerda. Puede reutilizarse enjuagándolo y poniéndolo a secar sobre una tela de algodón, mientras no pierda excesivamente su consistencia.
CÓMO CONSEGUIR LAS TROLAS DE COCHAYUYO
Hoy en día ya podemos encontrar o encargar en las casas de dietética las "trolas" de cochayuyo. La trola es el nombre popular que se le da a los trozos de la parte más ancha de esta alga comestible y se comercializa en bolsas de cuatro unidades de aproximadamente seis por catorce centímetros.
De cada unidad pueden cortarse de dos a cuatro trozos como mordedor. Es importante evitar que el trozo que se le da como mordedor esté agrietado, ya que entonces podría desprenderse un trozo de la corteza.
Podemos aprovechar las cualidades nutritivas y depurativas de esta alga como ingrediente en las preparaciones de las comidas del bebé cuando ya no tenga lactancia exclusiva.
El otro uso tradicional de las trolas en Chile es el de hervirlas, rellenarlas con queso y después rebozarlas, el resultado es un plato sencillo y exquisito a la vez. Puede sustituirse el queso por tofu, verduras u otros ingredientes (Escrito por el médico Pedro Ródenas para la revista digital La Eco).