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Domingo 07 de octubre 2012

La vida posparto

Durante el embarazo del primer hijo, existe una gran preocupación por el parto, y pretender que una mujer embarazada, una pareja, piensen en el día siguiente al parto es algo verdaderamente difícil.
La vida posparto
Foto: Mallorca Diario.

Pero ese día llega y los padres se ven obligados a reajustar sus ritmos mientras el bebé reclama constantemente ser alimentado, arrullado y cuidado.
De día y de noche. Las rutinas previas al nacimiento desaparecen y todo parece un caos. En estas primeras semanas es fundamental un clima de intimidad que favorezca el conocimiento madre/hijo, y la seguridad de ambos debe estar asegurada en forma de alimentación adecuada, orden doméstico, descanso, ausencia de obligaciones sociales, ante el gran reto que supone asumir
y poner en práctica la responsabilidad de la maternidad/ paternidad. Aparecen las dudas.

Veamos pues algunas propuestas prácticas:
Observe a su hijo: cuanto antes traben conocimiento y se hagan amigos, antes será capaz de reorganizar su vida.
Algunas madres, cuando les hago esta propuesta de trabar amistad con su hijo, me miran sorprendidas. Pero la solidez de una relación se basa siempre en el mutuo conocimiento y confianza. Escuche a su bebé, atentamente, exclusivamente. Para ello necesita tiempo e intimidad.

Alimentase bien: Durante el embarazo es interesante hacer provisiones. Aproveche las habilidades culinarias propias y de familiares para tener a mano caldos, sopas, potajes (con poca grasa) y otros guisos, en raciones individuales que le solucionarán más de un problema.

Descanse mucho: para poder hacerlo es esencial que sea capaz de aceptar y pedir ayuda. Acepte y organice las colaboraciones externas. No sirve de nada que en un solo día aparezcan su madre, su suegra y su hermana y luego pase tres o cuatro días sin ninguna ayuda. Si sabe quien puede ayudarla, hable con estas personas y pídales, sí, pídales que la ayuden.

Un preparativo esencial debería ser el control de las visitas de amigos y familiares: Es frecuente la avalancha de vecinos, amigos y familiares que vienen a conocer al bebé. Vd. y su pareja se sienten obligados a atenderles, ya que son tan amables, ¿o no tanto?

Las mejores visitas son aquellas que resultan de ayuda y compañía: Ayuda para recoger la casa, planchar camisas o limpiar la cocina. Ayuda en forma de comida preparada o un viaje al supermercado Ayuda permaneciendo atentos al bebé mientras Vd. toma un baño.

Compañía mientras realize algunas compras imprescindibles. Compañía si se siente sola. Compañía mientras Vd, después de asegurarse que el bebé está bien alimentado, se retira y duerme.

Compañía si sale a pasear con el bebé.
El temor a que “se enfaden” no debe estar por encima de su propio bienestar. Los que se molestan y no son capaces de comprender que su presencia y cháchara distorsionan la delicada tarea de iniciar la lactancia y fomentar el vínculo familiar, e impiden que la madre se restablezca del parto y se organice, es probable que no tengan la información necesaria, o que no la aprecien tanto como suponía.

Pasadas dos o tres semanas, si ha tenido un parto normal, o una cesárea sin complicaciones, se encontrará con fuerzas suficientes para empezar a ocuparse de su casa y de su familia y de las visitas.

Trabaje sólo de mamá. Comprobará que más de un día no puede completar la tarea diaria.
Tengo una amiga que aprendió mucho en el posparto de su primer hijo. La primera semana en casa fue tan agobiante que a partir de aquel mismo momento empezó a pensar cómo evitar que se repitiera la situación si tenía otro hijo. Compró una bonita marioneta y estuvo escribiendo cartelitos con diversas indicaciones. “Estamos durmiendo, por favor, vuelve en otro momento”, “Hemos salido a pasear, puedes encontrarnos en el parque”, “Bebé durmiendo, no llames al timbre”, “Ahora no te puedo atender, lo siento”. Colgó la marioneta en la puerta de entrada con el cartelito más adecuado a cada ocasión (Escrito por Anna Sanés para la revista La Eco).

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