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Jueves 14 de septiembre 2017

Emergencias pediátricas, cuándo acudir donde los médicos

¿Urgencia o emergencia?
Emergencias pediátricas, cuándo acudir donde los médicos
Foto:difusión

Es importante saber diferencias una urgencia de una emergencia. La emergencia es un cuadro médico o quirúrgico de aparición brusca que compromete la vida de la persona o que puede producir secuelas invalidantes y requiere atención y actuación inmediata mientras que la urgencia precisa atención inmediata pero no hay compromiso de vida del paciente.

Existen situaciones que no parecen tan urgentes, pero hay que tomarlas con mucha tranquilidad. El dilema radica en ¿cómo saber cuándo se trata de un caso serio que requiere asistencia médica pediátrica?

Según el doctor Oscar Eguiluz, médico pediatra de la clínica Auna Bellavista, la fiebre es la causa más común por la cual los padres llevan a sus hijos a un servicio de emergencia pediátrica. La fiebre es un sistema de defensa del organismo, ante un cuadro infeccioso o inflamatorio u otra causa como la deshidratación; sin embargo, la alarma que causa en los padres hace que sea la razón más habitual de consulta cuando en la mayor parte de los casos no es una emergencia pero debe ser evaluada.  La razón para acudir a un servicio de emergencia sería la presencia de una fiebre asociada con las alteraciones del conocimiento, delirios, convulsión, dificultad para respirar, cambio del color de la piel a tonos amoratados o pálidos, la presencia de manchas en el cuerpo, si la fiebre es mayor de 40 grados, y con mayor razón si existe rigidez de cuello, y niños menores de 3 meses.

Otra emergencia pediátrica es el vómito y la diarrea que son más serios mientras más frecuentes sean y más pequeño sea el niño, debido a que producen deshidratación. Un bebé de seis meses es más dependiente de los líquidos y puede deshidratarse rápidamente. Si el bebé presenta señales de deshidratación que son: fontanela hundida, pocas lágrimas, boca seca, saliva pegajosa, poca orina en comparación a lo normal, y comportamiento apático, se debe de ir de inmediato al médico.

Entre los 6 meses y los 5 años el vómito y la diarrea pueden deshidratar, pero no tan rápidamente. Por eso, si no presenta señales de deshidratación y si tolera el consumo de líquidos por la boca, se puede manejar en casa los primeros dos días. Si persisten más allá hay que acudir al pediatra. Una señal de deshidratación pocas veces evaluada es que el corazón late más rápido de lo normal y que el menor esté pálido. Si no presenta ninguno de esos síntomas debe revisarse si tiene el estómago distendido y duro, con dolor al momento de palpar o sin tocar el área, ya que puede tratarse de una infección intestinal o de un cuadro quirúrgico.

Los problemas respiratorios también son motivo de consulta de un niño a un hospital. Para los clásicos resfriados o gripes es suficiente con darles abundantes líquidos y pueden administrar antipiréticos como paracetamol, a menos que se presenten complicaciones que requieran un tratamiento médico. Si respira más rápido, hace ruido con la respiración, retrae el abdomen, se le hunden las costillas, jala aire muy fuerte, tose con severidad al punto de sacar sangre o vomitar o en accesos, se torna “moradito”, el niño debe ser llevado de inmediato con el pediatra.

Los golpes en la cabeza son los más comunes, en especial en niños menores de seis años. Si sale un “chichón”, es una inflamación del  área y normal que el niño llore y se queje. Por otro lado, hay que llevarlo al servicio de emergencia si presenta señales de desorientación, como no identificar a los padres, desequilibrio o incapacidad para mantenerse en pie, o si pierde el conocimiento de inmediato o poco después del golpe; si hay vómitos explosivos continuos o si ha convulsionado.

Finalmente, Oscar Eguiluz, médico pediatra de la clínica Auna Bellavista señala que las intoxicaciones por ingesta de sustancias tóxicas si son motivo de acudir a emergencia, deberán llevar el frasco o sustancia sospechosa como algún medicamento o sustancia desconocida. Por lo que no sobra la recomendación de mantener esos productos fuera de su alcance de los niños. A veces lo ingerido en lugar de ser deglutido es aspirado a las vías respiratorias, lo que hace más peligrosa la situación.

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