Un estudio danés-canadiense, publicado por el American Journal of Clinical Nutrition concluyó que las personas que pasan muchas horas en los videojuegos son propensas a comer más de lo necesario.
Los investigadores tomaron a un grupo de 22 jóvenes y los sentaron en una silla por una hora mientras estaban concentrados en sus videojuegos. Después de jugar, los jóvenes optaban por comer un promedio de 80 calorías más en el almuerzo.
El autor del estudio, el doctor Jean-Philippe Chaput, del Hospital Infantil de Ontario del Este, dijo que “es un escenario peor que el de la actividad sedentaria, porque sí, jugamos y quemamos calorías, pero también comemos más”.
Según revela la investigación, después del juego se busca algún tipo de recompensa comestible, pese a que según un análisis de sangre de los jóvenes las hormonas relacionadas con el apetito no reflejaban que se hubiesen elevado. Es decir, el bocadillo es requerido a pesar de no tener hambre realmente.