Oslo.- En medio de un profundo dolor, y sin salir aun del shock, cientos de personas acudieron hoy a la catedral de Oslo para participar en la misa póstuma en honor a las 93 víctimas de los ataques que el pasado viernes ocasionó un extremista de derecha.
A la ceremonia acudieron los reyes de Noruega, Harald y Sonia, y la princesa Marta Luisa, también el primer ministro Jens Stoltenberg, quien era uno de los objetivos de Anders Behring Breivik, un hombre de 35 años quien ayer reconoció la autoría de los atentos que consideró “atroces pero necesarios”.
Antes de entrar en el templo, el Premier se inclinó ante los numerosos ramos de flores depositados junto a la catedral, un modesto edificio en piedras del centro de Oslo, que estuvo abarrotado de personas que mostraban su aflicción en sus rostros llorosos.
“Cada una de las víctimas es una tragedia”, declaró el Premier a los periodistas apostados en el lugar.