Lejanamente a las voces que lo tildan de 'loco', Alfred David, de 79 años, llamó la atención por andar vestido de pingüino en las calles de Bruselas, Bélgica.
Por ello, sus vecinos lo bautizaron como “El señor pingüino”, aunque quiso ir más allá comentando un hecho que para el común de la gente sería de locura.
Y es que, dijo, su último pedido de vida es ser enterrado en un ataúd adornado con estos elegantes animales, generando la felicidad de sus conocidos.