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Domingo 05 de febrero 2012

Carlos Tapia: "A mis años no puedo estar defendiendo camisetitas pequeñas"

Investigador social habla sobre su apoyo a Humala.
Carlos Tapia: 'A mis años no puedo estar defendiendo camisetitas pequeñas'
Foto: Andina

Directo y preciso. Así se le puede describir a primera vista al exasesor presidencial Carlos Tapia, quien charló sobre el actual mandamás Ollanta Humala  los grupos de perfil socialista en el Perú con nuestros colegas de la Revista Ideele.

—¿Qué pasó en la entrevista con Rosa María Palacios?
—Creo que fue un exceso lo de Rosa María. Ella era —o es— mi amiga; en Arequipa visitamos la casa de su padre y conversamos sobre cómo se debería refaccionar. Afectivamente me dolió. No sé si yo comprendí mal la directiva: yo entendí que el Programa ya no debería seguir discutiéndose porque teníamos que centrarnos en la carta de compromiso con el pueblo que Ollanta acababa de firmar, porque algunos puntos del Programa iban a ser revisados.

—¿Te castigaron? Ollanta te desautorizó.
—Sí, pero ha comenzado diciendo: él es mi amigo, y para mí eso es muy importante.

—¿Ya no tienes el teléfono rojo con Ollanta?
—No, hace ya dos años y medio. Se produjeron una serie de cambios. Ollanta me encargó construir Gana Perú y Ciudadanos por el Cambio, y eso produjo recelos en el partido.

—¿Hay mejor disposición de los medios hacia Ollanta?
—(Ríe.) No sé si yo soy el que mejor puede responder esa pregunta. Yo he sacado mi cuenta y he salido 137 veces en televisión defendiendo a Ollanta desde el 2006. En ese periodo solo he cambiado una vez de esposa, pero he salido en los medios todas esas veces. Y, lógicamente, he tenido problemas; eran bien duros, había que pelear con todo. Después esto bajó porque no nos consideraban importantes, y como sus candidatos estaban divididos en cuatro propuestas y no pudieron unificarlas al final, entonces Ollanta pasó medio caleta. Pero cuando subió hasta pasar a segunda vuelta, las cosas se han puesto más complicadas.

—Pero ya no eres el vocero.
—Les cuento una anécdota: Cuando mi hijo estaba en el colegio me llamó y me dijo: “Papá, quiero conversar contigo. Papá, ¿tú eres psiquiatra? No hijo, yo soy ingeniero agrónomo. Era porque me decían analista. Le había creado una crisis de identidad a mi pobre hijo. Nadie me hace caso. Hace tres años que yo no me canso de decir que no soy vocero del Partido Nacionalista. También me han dicho que era el ideólogo, y cada cosa que me decían me generaba más problemas al interior. Yo ni siquiera he sido miembro del Partido Nacionalista y, menos, su dirigente. Lo que sí he sido es vocero de Ollanta Humala en los momentos de la campaña del 2006 y posteriormente, cuando las papas quemaban. Una de las tareas que se me encargó fue formar Ciudadanos por el Cambio y Gana Perú, y hace dos años que estoy en el colectivo. Soy responsable de una parte del programa, la de la lucha contra el terrorismo, contra el narcotráfico, por la seguridad ciudadana, que son las cosas que conozco como técnico.
El 2006

—¿Cómo te aproximaste a Humala?
—Toda esta historia comenzó en el IEP, en el 2006, cuando preguntaron por quién iban a votar y yo respondí: Yo voy a votar por Ollanta. Y se armó la tercera guerra mundial.

—¿Y por qué decidiste eso?
—Mi amigo Félix Jiménez me convocó para que escribiera un par de carillas sobre las recomendaciones de la CVR, de la que yo había sido miembro, para incorporarlas al Plan de Gobierno de Ollanta. Yo les dije con franqueza que no tenía mucha fe en que eso fuera incorporado. Dos semanas después Isabel Coral me llamó y me dijo que todo lo que se había trabajado en la CVR estaba en el Plan y que Ollanta quería conversar conmigo. Entonces fui.
Me llamó la atención que todos le dijeran comandante. Yo le dije que lo llamaría Ollanta, porque era más viejo que él, y le agradecí porque había incorporado lo de la CVR. Estaba con su equipo de presupuesto y me preguntó cuánto costarían las reparaciones. Yo hice un cálculo y él dijo: perfecto, pónganlo. Y por eso yo me integré.

—En esa época trabajabas en el IDHEPUCP. ¿Te “renunciaron”?
—Sí. También escribía en El Comercio, y nunca más en la vida. Pobres los de CEPRODEP, donde yo era investigador. Una fuente extranjera les cortó el financiamiento.

—Sí pues, tú eras un analista respetado, prácticamente el sucesor de Cotler; eras muy bien recibido en los medios, pero cuando dijiste que apoyabas a Ollanta te cerraron las puertas. En el ámbito personal, ¿muchos amigos te habrán cuestionado, o tú los captaste?
—(Ríe.) Al comienzo fue difícil, uno por uno. Los convencí, pero se me cayó más el pelo. La pregunta que siempre me hacían era: “¿Tú qué garantías tienes?”. Y yo no tenía ninguna. Yo he aprendido que la política tiene mucho de apuesta, y también hay cierto riesgo.

—¿Fue una vocación suicida, el bicho de la política, o te diste cuenta de que era la única forma que tenía la izquierda de llegar al poder?
—No, era muy difícil pensar que Ollanta iba a llegar al poder el 2006. Mi argumento fue el siguiente: Ollanta era un instrumento de algo, no era “el enviado”; me daba cuenta del afecto que la gente sentía por él: la gente necesitaba de alguien al que sintiera suyo. Lo que se estaba produciendo era un reagrupamiento de los sectores populares. Cómo no apoyar eso. Ya a mis años uno no puede estar defendiendo camisetitas pequeñas. Yo soy un hombre de izquierda y nuestras propuestas no habían prendido. Quería apostar por algo grande, por algo que de verdad representara al pueblo.
En los primeros años estuve muy cerca de ese proceso, con todo lo que significó un proyecto contradictorio, con celos, con serruchos; me acusaban de que era de Patria Roja, Cayo Galindo me decía que yo era un infiltrado y que quería llevarlos al comunismo; Mekler también. Y Ollanta tuvo un comportamiento leal conmigo hasta cuando los militares le decían que cómo se metía con alguien de la CVR.

—Tú mandaste al carajo a Chávez.
—Sí, por la televisión. Fue en la campaña del 2006. A mí me dejaron la campaña en los últimos 15 días, cuando nadie quería hacerse cargo. Yo nunca estuve de acuerdo con Chávez, no me cae bien. Tiene un ego demasiado grande. Ahora, tampoco me voy a plegar a la corriente ultraderechista que dice que es el cuco y no se atreven a criticar Guantánamo, la invasión a Irak.
Año 2011

—¿Cómo se da el acercamiento con Lula?
—Se produjo por el Foro de Sao Paulo. El PN integró el Foro y Ollanta fue invitado oficialmente. Cuando Lula vino al Perú, al único dirigente político que recibió fue a Ollanta. Cuando conversamos con los cuadros del Partido de los Trabajadores, comentaron: “Acá vemos muchas camisetas con la figura del Che Guevara y no hay ninguna con la figura de Salvador Allende, cuando nuestra política real es el camino de Allende, no el del Che”. Muy realistas.

—Brasil es expansionista y tiene intereses en el Perú.
—Eso no quiere decir que seamos satélite de Brasil. Los mismos del PT nos dijeron que una cosa era el partido y otra el Gobierno brasileño, que es de amplia base. Petrobrás es un monstruo. Y el mismo del PT nos decía: “Ustedes tienen que tener cuidado. No se dejen arrinconar por la fuerza poderosa de Brasil”.

—¿Brasil no tiene TLC con los Estados Unidos?
—No, los países decentes no tienen TLC con los Estados Unidos. Argentina no lo tiene. Solo los pichiruchis.

—¿Cómo definirías al PN? ¿Quiénes son los que dan la línea?
—Yo veo que el PN todavía es de corte aluvional, con una identidad protestataria y ollantista a muerte. Sin Ollanta no existe el partido. Existe y es más numeroso de lo que se cree. En estos momentos todo está centralizado en una Comisión de Campaña. Ha sucedido que los candidatos, para hacer sus campañas, han abierto locales de Gana Perú; entonces, lo que funciona es Gana Perú, que es como se han inscrito en el JNE. La bancada no es del PN sino de Gana Perú.
 
—¿Cuál es su ideología?
—Hay de todo: un sector izquierdista que está más acostumbrado a la formalidad de un partido de corte leninista, donde la minoría se subordina a la mayoría, pero hay democracia; y un nacionalista puro en el que Ollanta tiene la autoridad.

—¿Ollanta no es de izquierda?
—Yo sí creo que es de izquierda, él cree que no es de izquierda. Él dice que izquierda y derecha son tesis superadas por la historia y que con la caída del Muro de Berlín desaparecieron. Puede ser que yo sea un viejito, pero sí creo que existen. Yo soy izquierdista y voy a morir siéndolo; y eso fue lo primero que le dije a Ollanta. Y él me dijo: “No hay problema”.

—¿A Nadine la ves con más formación ideológica y más de izquierda?
—Ella es la responsable de las relaciones internacionales y mantiene las relaciones con el PT, con Correa. Creo que Nadine es una muy buena compañera de Ollanta. Se tejen muchas historias sobre ella. Hay una teoría que dice que a los militares siempre los manejan, pero en la casa.

—¿Quiénes están en la Comisión de Campaña? Fuiste desplazado.
—Están Xiomi Lerner, Nicolás Lynch, Manuel Dammert. Las tareas que se me encargaron no eran fáciles. Convencer a Alberto Adrianzén, a Sinesio López, uy. Cumplí esa tarea y perdí la de Gana Perú: recorrí todo el país discutiendo con los nacionalistas sobre la necesidad de hacer alianzas con sectores de izquierda, personalidades independientes, movimientos regionales y sociales. Hubo un evento del partido que rechazó eso y yo me quedé en Ciudadanos por el Cambio. Pasé por una situación de salud difícil y resulta que de repente aparece Gana Perú.

—¿Quién hizo tu tarea?
—Yo no sé si por complejo de culpa o por el equipo de los brasileños que dijeron que había que formarlo. La idea es que no podíamos ir solos a las elecciones generales. Teníamos que abrirnos a la izquierda, al centro-izquierda y, en la segunda vuelta, incorporar al centro.

—¿Será un gobierno socialdemócrata?
—Creo que sí, no es un gobierno revolucionario. La camiseta es la de Allende. Estamos más cerca del modelo de Lula, aunque sin copiarlo. Se trata de defender el Estado de derecho, respetar las normas legales cambiando aspectos importantes de la Constitución.


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