Un informe entregado por el Pentágono al gobierno norteamericano reveló que los restos de algunas de las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001 que no pudieron ser identificados en la morgue de la base de la Fuerza Aérea en Dover, fueron incinerados y desechados a un vertedero.
Ante este hecho, la Casa Blanca ha comunicado su preocupación por el trato inaceptable que se le dio a los restos en la morgue de Dover. Asimismo se ha puesto en tela de juicio el tratamiento por los que pasan los cadáveres de los soldados caídos en los enfrentamientos bélicos en Afganistán e Irak.
Según detallaron, el secretario de Defensa de los Estados Unidos, Leon Panetta, ordenó en noviembre del años pasado, la investigación de los procesos administrativos y de ejecución en la morgue militar de Dover, luego de que saliera a la luz los pésimos manejos y extravíos de algunos restos humanos.