Fue sin duda una referencia del fútbol mundial durante bastante tiempo. Además de exhibir un palmarés excepcional, en el que figuran todos los grandes títulos (Copa Mundial de la FIFA, Liga de Campeones de la UEFA, Jugador Mundial de la FIFA, Balón de Oro y muchos otros…), Zinédine Zidane se convirtió en uno de los grandes protagonistas de su época futbolística gracias a su capacidad creativa, su elegancia y su eficacia, tanto con la selección francesa como en los distintos equipos por los que pasó.
Zizou, como le llaman cariñosamente en Francia, se despidió de los terrenos de juego el 9 de julio de 2006 con un desafortunado cabezazo en la final de la Copa Mundial de la FIFA Alemania 2006, y se está acostumbrando a su nueva vida. Entre el retiro dorado y su papel como embajador por todo el planeta, este marsellés parece estar satisfecho con los quehaceres que lo mantienen ahora ocupado.
Pausado como de costumbre, nos cuenta, no sin una cierta satisfacción -pero sin nostalgia aparente-, su tan intensa carrera. FIFA.com ha tenido la oportunidad de entrevistar en exclusiva a un hombre que apenas ha hablado con la prensa escrita desde el verano alemán, con motivo de su viaje a Zúrich para asistir a la Gala del Jugador Mundial de la FIFA.
Zinédine, ha venido usted a Zúrich para asistir a la Gala del Jugador Mundial de la FIFA. ¿Qué opina de sus dos compañeros de podio, Fabio Cannavaro y Ronaldinho?
Fabio Cannavaro es un defensa, siempre se prefiere recompensar a los delanteros y a los creadores. Pero si está ahí, es porque lo merece. En la final del Mundial marcó enseguida su territorio frente a Thierry Henry, es algo que hace muy bien. Y además es campeón del mundo, eso no es cualquier cosa. Acerca de Ronaldinho, no puedo decir más que lo que todo el mundo sabe: es un jugador excepcional. El gol que anotó hace poco contra el Villarreal es simbólico. La jugada transcurrió muy rápido, pero él sabía lo que iba a hacer, es algo increíble. Estaba totalmente de espaldas, pero se giró muy rápido, uno hasta se pregunta cómo sabía dónde estaba la portería. Pese a todo, consiguió realizar una chilena perfecta.
Ha tenido usted un año 2006 muy cargado. ¿Con qué se quedaría en particular?
La aventura del Mundial, indudablemente. Poca gente esperaba que llegásemos a la final, y por eso para nosotros tuvo un sabor aún más especial. Es algo que conseguimos solos. No hay un momento particular, es el conjunto. Yo sabía que para mí sería el último. Acabar en una final, aunque me hubiera gustado que terminase algo mejor, todos juntos, con valor, con ganas, fue algo grande.
¿Y en el aspecto personal?
Desde que puse fin mi carrera, ha habido un acto tras otro, no he tenido tiempo de parar. Pero es gratificante e interesante encontrarse con gente que está en ambientes totalmente distintos al fútbol, como en Bangladesh. También he conocido a personas impresionantes, como el Premio Nobel de la Paz. Y me he encontrado con mis raíces al pasar unos días en Argelia.
Su tarjeta roja eclipsó un poco el resto de la final de la Copa Mundial de la FIFA, en la que sucedieron muchas otras cosas. Cuéntenos para empezar el penal que lanzó…
No tenía pensado tirar al estilo Panenka, aunque sabía que iba a hacer falta algo especial. Normalmente tiro los penales siempre del mismo lado. Pero tenía enfrente al mejor portero del mundo, junto con Barthez. Por lo tanto, debía hacerlo de un modo distinto. Cuando coloqué el balón, ya sabía que iba a lanzar a lo Panenka. Entonces vi que el balón había traspasado la línea, de forma bastante clara.
Otro momento importante fue el remate de cabeza que Buffon despejó con una mano magistral…
Sí, cuando lo paró, grité de rabia, porque sabía que si marcaba en ese momento, seríamos campeones seguro. Quedaba poco tiempo, todo el mundo estaba cansado. Esa jugada y la de Ribéry justo al final podrían haber decantado el partido. Entonces le transmití mi "frustración" a Buffon, pero educadamente, porque nos conocemos y nos apreciamos. Además, cuando me expulsaron, él tuvo palabras amables. Seguro que quedó aliviado cuando me sacaron esa tarjeta roja, porque él sabía que en ese momento exacto eso podía marcar diferencias, y que yo no lanzaría el penal. Tampoco sé cómo lo hubiese tirado…
¿Dónde y cómo vivió el final del encuentro?
Estaba solo, en los vestuarios. Eso fue lo más difícil. Ver a mis colegas terminar ese partido, y luego perder en los penales, fue un momento muy duro. Incluso antes de que empezasen a lanzar, estaba muy tenso.
Para muchos analistas, su mejor partido fue el de Brasil. ¿En ese encuentro se encontraba usted en un estado de ánimo particular?
Jugar contra Brasil siempre es distinto. No nos preparamos especialmente, pero enfrentarnos a este rival siempre nos ha inspirado. No nos hacemos preguntas, contra ellos jugamos como queremos. No se trata de mí especialmente, todo el equipo rindió muy bien, eso es lo que hizo de ese partido algo tan excepcional. Es cierto que hice dos o tres jugadas que salen un poco de lo común, ¡siempre es agradable!
El comienzo del torneo no fue sencillo…
La competición fue in crescendo para nosotros. Empezamos despacio, nos mostramos tímidos, los partidos de la liguilla fueron muy complicados. La victoria contra Togo nos permitió olvidar toda la presión que quedaba del fracaso de 2002. Lo necesitábamos para tener confianza. Luego le ganamos a España, que tras una primera fase muy vistosa se había convertido en uno de los grandes favoritos, eso aumentó todavía más nuestra confianza. Después nos enfrentamos a Brasil, y ahí ya no teníamos nada que perder.
En vísperas de los octavos de final, la prensa española no fue muy cariñosa con usted. ¿Eso le ayudó a fin de cuentas?
No necesitaba una motivación adicional frente a España. Jugar un Mundial, o incluso dos, es una rara oportunidad, todos los jugadores lo teníamos en mente. Para mí era el tercero, y el anterior había sido un fracaso estrepitoso. Con todo, oír los comentarios de la prensa española, que quería "jubilarme", es evidente que eso me espoleó un poco. Tenía ganas de decirles "miren, no, esta noche no voy a terminar mi carrera", sin hacer nada más. ¡Sobre todo estaba encantado de haberles ganado y de continuar la aventura!
¿Pero creía en ello, pensaba que podía llegar a la final?
Sabíamos que, en cuanto al potencial, teníamos un gran equipo. Antes del torneo, todos nos decíamos que si estábamos físicamente a punto y centrados psicológicamente, íbamos a poder conseguir algo en Alemania. Y así fue, fuimos de más a más -al margen de un encuentro flojo contra Portugal- y lo hicimos bien en todos nuestros partidos.
Ahora tiene usted otro desafío: triunfar después de su carrera. ¿Cómo vive este momento de transición?
Llevo bien el final de mi carrera, porque lo elegí yo. Es difícil cuando no es uno mismo el que decide dejarlo, cuando a uno le hacen comprender que hay que irse. Yo lo dejé porque para mí había llegado la hora, y porque he tenido la carrera que deseaba, e incluso mucho más de lo que podía soñar. Aunque, por supuesto, cuando veo un partido, me lo replanteo un poco.
El final de una carrera también supone la ocasión de recapitular. ¿Puede decirnos cuál cree que fue su mejor partido?
Mi partido de referencia es una semifinal de la Copa de Europa contra el Ajax con el Juventus. Ganamos 4-1, di dos asistencias y marqué un gol. Después miramos las estadísticas y recuerdo que perdí muy pocos balones. Y fui muy eficaz en mis pases. Esa noche hice un partido completo.
¿Y el momento más grande de su carrera?
Haber ganado el Mundial. Cuando uno juega al fútbol, la meta última es ganar un torneo así. Yo tuve esa oportunidad, no es algo que le ocurra a todo el mundo. Y además en Francia. No podía haber sido más feliz.
¿Quién es el mejor jugador con el que se ha encontrado?
Cuando Ronaldo está en forma, es un futbolista excepcional. Yo le vi hacer algunos gestos que me impresionaron de verdad. Ha tenido muchas lesiones en su carrera, ahora acaba de recuperarse de otra. Es difícil decir si volverá a su nivel, pero yo sé que es capaz de hacerlo. Al cien por cien de su capacidad, para mí es el mejor. Lo tiene todo. En concreto una técnica que en la pantalla no parece extraordinaria, pero en realidad hace lo que quiere con el balón. Y también tiene algo muy poco común: corre más con la pelota en los pies que muchos jugadores sin ella. Y, por último, es muy hábil delante de la portería. ¡Es Ronaldo y no hay muchos en el mundo!
¿Cuál es la persona que más ha influido en su carrera?
El que primero creyó en mí fue el señor Varraud, mi instructor en el AS Cannes, que ya no está entre nosotros. Me apoyó mucho y me dio a conocer. Después mi carrera estuvo jalonada de personas que me alentaron y ayudaron, no puedo enumerarlas a todas.
Su carrera se prolongó durante casi quince años. ¿Qué cree que es lo que más ha cambiado en el fútbol?
En los años 80, la técnica era primordial. Los defensas quizás estaban menos preparados tácticamente, había más espacio y más tiempo. Hoy hay que jugar rápido, pensar rápido. Y además todos son atletas, con lo que se ha invertido la tendencia: en primer lugar hay que estar preparado físicamente. Si uno tiene la técnica y el físico, como Ronaldinho, es perfecto, pero si uno es sólo técnico, eso ya es problemático. Cuando vemos a los jóvenes de hoy en día, todos son grandes y fuertes, y también tienen técnica. Fíjense en Hatem Ben Arfa, del Lyón, es corpulento y veloz. Pero puede que en los próximos años eso vuelva a cambiar, ¿quién sabe?
Y pensando en el futuro del fútbol, ¿qué es lo que debería modificarse, en su opinión?
Después de 30 años, tu cuerpo cambia. Cada vez resulta más complicado recuperarse después de un partido. Cuando uno juega tres en una semana, es inevitablemente más difícil. Al final de mi carrera, eso me pesaba mucho. Y el espectáculo se resiente a la fuerza. En el futuro, si queremos conservar la cara espectacular del fútbol, puede que haya que pensar en jugar menos partidos (Con información de igooh.com).