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Jueves 19 de abril 2012

Renzo Schuller: "Combate se ha convertido en una telenovela"

Actor visita constantemente galerías de arte.
Renzo Schuller: 'Combate se ha convertido en una telenovela'
Foto: larepublica.pe

Renzo Schuller es uno de los conductores de Combate, el programa televisivo líder en el horario de la tarde. Junto a Gian Piero Díaz dirige la productora de eventos Tondero. En esta entrevista responde a las polémicas por los casos de amor en su programa, habla sin prejuicios de la homosexualidad y confiesa ser un lector distraído.

Combate lidera la sintonía en el horario de la tarde. ¿Por qué este programa sí funcionó y el que hiciste inmediatamente antes, Dame que te doy, no?

Dame que te doy fue una basura. Creo que debe estar en el manual de las cosas que no se deben hacer en televisión. Nosotros supimos el segundo día que no iba a funcionar. Era un programa sin sentido, sin pies ni cabeza, tenía mucha información. Pero teníamos que cumplir con los auspiciadores y con el formato de competencias, así que nos quedamos un mes. Combate es otra cosa: tiene una estructura y un hilo conductor. A la gente le gusta.

–¿Cómo tomas el rating?

–Cuando trabajaba en telenovelas estaba un poco alejado de eso. Igual cuando estaba en el cable, porque allí la cantidad de gente que te ve es relativamente pequeña. El rating lo vivo más ahora que soy conductor. Por más que dices ‘no quiero pensar en el rating’, sí estás pendiente. Pero por el rating no vamos a hacer algo que vaya contra nuestros principios.

–¿Tienes alguna autocrítica que hacer en relación a Combate? Parece que los romances entre algunos de los participantes fueran creados para la ocasión.

–En el programa nos agarramos de las cosas que suceden, explotamos lo que pasa. ‘¿Una se enamoró de otro? Ah, manya’. Entonces les pedimos permiso y empezamos a soltar la cosa poco a poco. Sale ‘oye, mira, están saliendo los dos’ o ‘tal se besó con tal’. Esto genera el reality, la novela del programa. Pero no es que nosotros creemos el romance. Se parte de la realidad. Podemos adornarla de repente. ¿En qué sentido? Por decir, la producción se entera de que a mí me gusta Piero. Entonces le manda un regalito de mi parte. Es bien difícil que alguien se preste a chapar con otra persona.

–¿El formato que apela al melodrama no es muy trillado?

–Tú ves una telenovela y te puede gustar o no. Mi mamá me decía ‘ay, qué picón que es el Conejo Rebosio’, pero cuando él salió del reality, me dijo ‘qué pena que se vaya el Conejo, es buen chico’. Esto ocurre porque el televidente se involucra. A la gente le gusta ver historias de amor. Y los personajes de siempre: el bueno, el malo. Combate se ha convertido en una telenovela. Es loco. Dentro del programa se pelean y todo pasa de verdad, pero cuando termina se matan de risa entre todos. Salen a vacilarse, a chupar, a ver una película. Son como una familia.

–Miguel Arce acaba de ser vinculado a Natalia Otero, pero también se le asocia a Darlene Rosas. Los tres participan en Combate. ¿No es un triángulo de amor un poco forzado?

–Eso te lo podrían explicar los implicados. Yo no podría hablar de ellos. Son cuestiones personales. Obviamente como es algo que sucede con participantes del programa, lo podemos explotar. Pero no es que hayamos creado el ampay de Miguel y Natalia.

–¿Cómo es eso de que pueden explotar un romance?

–Los participantes saben perfectamente, antes de entrar acá, que esto es un reality de competencia. Casi todo lo que sucede se va a tener que mostrar. Claro, hay muchas cosas que no, porque pueden herir susceptibilidades.

–¿Piensas que la gente cree en los romances surgidos frente a pantallas?

–No sé. Hay gente que sí y gente que no. Así de sencillo.

–Da la impresión de que los programas peruanos tienen que apelar a esa especie de telenovela por entregas para generar rating.

–No sabría qué decirte. En el caso de Combate, el formato está hecho así. En Ecuador, que es de donde lo trajo la familia ATV, funciona tal cual. En Costa Rica, igual. Y ahora lo van a llevar a Argentina. El reality como género funciona porque a la gente le gusta. En Argentina, la cantidad de realities es impresionante. Y eso sin mencionar qué tan subidos de tono pueden estar allí. Olvídate, es otra cosa: muestran piel, calatos.

–¿Qué piensas de la homosexualidad?

–Creo que mis mejores amigos son gays. Yo no tengo ningún problema frente a eso, para nada.

Preguntarme qué opinas de los gays es como decirme qué opinas de mí, qué opino de ti o qué opino de la chica que está más allá. No sé por qué estamos hablando de esto porque no hay ninguna diferencia entre unos y otros. Si una pareja heterosexual se pusiera a chapar descaradamente frente a un nido de niños, les diría que se vayan a hacerlo a su casa. Igual con una pareja homosexual.

–Pero como sociedad seguimos teniendo un gen intolerante.

–Sí, claro. Aparte, mucha gente tiene el estereotipo de que el homosexual es el que se te tira encima. Pero eso pasa también con los heterosexuales. Allí está el macho latino, el malcriado.

–En la película Cuatro encarnaste a un gay que tiene una pareja con esclerosis múltiple. ¿Qué tal la experiencia?

–Bacán. Ya había hecho antes un personaje así, pero era mucho más pequeño. Fue en la película Bala perdida. En Cuatro era más fregado sobre todo por la enfermedad que había alrededor. También por besar a alguien de tu mismo sexo –nunca antes había besado a un hombre–. Pero a la hora de la hora no piensas en eso.

–¿Cómo hace un actor heterosexual para asumir un rol homosexual?

–Hacer lo mismo que si te toca encarnar al bueno, al malo o al que tiene problemas psicológicos: investigar al personaje.

–¿Los actores ayudan a estereotipar la figura del gay?

–A veces sí. Para construir un personaje no está mal partir del cliché para luego bajarlo, subirlo, medirlo. Está mal cuando te quedas en la caricatura. No todos los homosexuales son amanerados.

–Hay personas que creen que es una aberración sentir atracción por alguien del propio sexo. ¿Tú qué piensas?

–Que es una aberración que existan esas personas.

–¿Alguna vez te han confundido como gay?

–Sí. Es más, una vez alguien aseguró que había estado conmigo. Y se lo dijo a un amigo mío que es gay. Eso no me afecta. Me da risa

–¿El cine peruano goza de buena salud?

–Hay varios proyectos que están en camino. El problema principal sigue siendo el monetario. Hay solo un par de festivales que sueltan algo de plata, uno de ellos es el Conacine. Lo que me parece buenísimo es que haya muchos directores jóvenes.

–¿Qué tipo de historias te interesan como actor?

–No sabría decirte. Cuando voy al cine veo cualquier película. Independiente o comercial. A veces prefiero más las comerciales; algunas son buenísimas. La gente confunde y piensa que todo lo comercial es malo. Mientras sea cine, me encantaría hacer de todo.

–La lectura sí no te atrapa mucho, ¿no?

–No. Soy muy disperso, y me siento mal a veces porque debería leer más. Y mientras más viejo me pongo, peor. Leo dos palabras y empiezo a pensar en otra cosa. Prefiero ver películas.

–¿Cómo te cultivas, entonces?

–Viendo cosas. Por ejemplo, galerías de arte. Pero no es que no lea. Leo, pero me cuesta.

–¿Hay algún libro que haya vencido tu dispersión?

–Una vez Alberto Ísola me regaló El fantasma de Canterville, de Oscar Wilde. No pude dejar de leerlo (Con información del diario La República).

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