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Martes 05 de junio 2012

Delimitación marítima

Por: Javier Valle-Riestra.
Delimitación marítima
Foto: adonde.com

Pasado mañana jueves 7 de junio, tendré la distinción de dictar una conferencia en la Universidad Tecnológica, sobre el caso de ausencia de norma convencional sobre delimitación marítima peruano – chilena; la Declaración de Santiago de 1952 y sobre la zona especial fronteriza en el mar peruano –ecuatoriano– chileno. El organizador y conferenciante es el embajador Manuel Rodríguez Cuadros, ex Canciller de la República. El libro tiene varias e interesantes monografías.

Bolivia, al segregarse del Perú, tenía como límite meridional el paralelo 27, de acuerdo con los hitos de la Audiencia de Charcas. Las primeras Constituciones chilenas reconocieron que los límites de su país se extendían hasta el territorio de Atacama. Chile decidió desde 1840 apoderarse de ese desierto y suscribió con Bolivia, en 1866, un Tratado señalando como limite el paralelo 24 de latitud meridional e impuso un condominio en la explotación del guano y del salitre. En 1874 otorgaron ambos países otro Tratado, volviendo a señalar el paralelo 24 como su frontera. Pero, como el 14 de febrero de 1878, el gobierno altoperuano de Hilarión Daza promulgó una ley creando un impuesto de 10 centavos sobre el quintal de salitre exportado; tropas chilenas desembarcaron en Antofagasta y se apoderaron del territorio situado al sur del paralelo 23 y al norte del 24.

El Perú se vio arrastrado a la guerra porque había firmado, en febrero de 1873, un Tratado secreto de alianza defensiva con Bolivia. A consecuencia de dicho instrumento bilateral perdimos Tarapacá en 1883 (Tratado de Ancón) y aceptamos inexplicablemente un plebiscito sobre el destino de Tacna y Arica. ¿Qué plebiscito cabía en provincias histórica y sociológicamente peruanas? Chile sabía que iniciaría una campaña de desperuanización y de sabotaje del referéndum. Todo este proceso culminó con los informes de Pershing y Lassiter que confirmaron su no viabilidad por el vandalismo chileno. Tuvimos en 1929 que renunciar a Arica.

Todo esto lo había ya diseñado el ministro Diego Portales en 1836, al dirigirse al Almirante Manuel Blanco Encalada, antes de su expedición contra la Confederación Perú-Boliviana. Decía el ministro semanas antes de su cruel asesinato en Quillota por el Capitán Florín: “Es necesario que usted pueda pesar el carácter decisivo de la empresa que el Gobierno le va a confiar dentro de poco, designándolo Comandante en Jefe de las fuerzas navales y militares del Estado en la Campaña contra la Confederación Perú-Boliviana. Va usted, en realidad, a conseguir con el triunfo de sus armas, la segunda independencia de Chile (…)”. Esto fue el prólogo a la guerra de la confederación Perú – Boliviana, en 1837, y el prólogo del prólogo a la nefasta guerra con Chile en 1879 (Con información del diario Expreso).

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