Un árbitro de la MMA, tuvo una mala reacción durante una pelea. La poca paciencia y la adrenalina por la pelea hicieron que reaccionara de forma brusca.
Solo un cruce de palabras con un personero del equipo técnico de uno de los contrincantes, bastó para que el réferi perdiera los papales.
Un golpe fue suficiente para que la pelea termine de forma inesperada.