En una Catedral San Marcos de El Cairo colmada por miles de notables que se dieron cita, Bishoy Guirguis Mossaad, un niño tan solo ocho años de edad, con los ojos completamente vendados, sacó la papeleta que llevaba escrito el nombre del nuevo Papa Copto. Se trataba, tal como lo redactado en el papel decía, de Tawadros II, quien de esta manera, escogido por la “mano de Dios”, sucederá como pontífice de los cristianos coptos a Shenuda III, fallecido en marzo último.
Culminó de esa manera ayer 4 de noviembre un proceso de selección que duró varios meses de duración que en su momento final sometió ante el azar divino el nombre de otros dos candidatos aparte del que finalmente fue escogido, el del Obispo Rafael y el del monje Ava Mina. Un desenlace que se produce en un Egipto gobernado nada más y nada menos que por el primer “rais” islamista que es el actual presidente Mohamed Morsi.
Un proceso que a decir de los entendidos traduce el deseo de la jerarquía de esta minoría religiosa en Egipto de separar los asuntos que conciernen a la iglesia copta de los que tienen que ver con la política. E iniciar de esta manera una fase diferente a la anterior, en la que Shenuda III mantuvo estrechas relaciones con el ex presidente Hosni Mubarak. Al punto que incluso llamó a los cristianos a no manifestarse cuando se inició la revolución del 25 de enero.
No está demás decir que el camino que tiene ante sí quien hasta ayer era Obispo Auxiliar de Bujeira está lleno de obstáculos, los que tendrá que superar estableciendo un difícil equilibrio entre la necesaria neutralidad política, tomando distancia de la práctica de su antecesor, y la defensa de una comunidad conocedora de su vulnerabilidad en un país gobernado hoy por los llamados Hermanos Musulmanes. Todo un desafío para este hombre de 60 años de edad, el número 118 en la larga lista de sucesores de San Marcos.