El ahora ex director de la CIA, general David Petraus, junto a Paula Broadwell, su biógrafa, con quien sostuvo una relación extraconyugal
No habían pasado ni siquiera 72 horas luego de que Barack Obama había triunfado en las urnas, cuando una noticia interrumpió el ambiente de fiesta imperante en Washington. El héroe de la Guerra de Irak, el soldado que sirvió en Afganistán, uno de los militares de mayor prestigio en la historia de los EEUU, el general David Petraus, Director de la CIA, presentó su renuncia al cargo al presidente de los EEUU.
El motivo oficial, carta hecha de conocimiento público de por medio, es una relación extramatrimonial que el ahora ex alto funcionario deplora en la misiva, recordando sus 37 años de matrimonio, y admitiendo que ha “dado muestras de falta de criterio al sostener una relación extraconyugal”. Concluyendo por ello que debido a que “tal comportamiento es inaceptable, tanto por su condición de esposo como por la de líder de la organización”, renuncia al alto cargo.
En medio de la conmoción suscitada por la demisión de Petraus, los medios de comunicación no tardaron en dar con la identidad de quién, de ser esta la verdadera causa, es la responsable de la desgracia del ex hombre fuerte de la central de inteligencia. Se trata, por todos es conocido, nada menos que de la biógrafa autorizada del general Petraus, la ex militar Paula Broadwell, quien realizando su investigación se habría identificado con el personaje de su estudio, al punto que se involucró sentimentalmente con el hombre cuya trayectoria sin duda admiró.
No todos aceptan la relación extraconyugal ventilada por el mismo Petraus en la carta difundida a través del portal del New York Times como la verdadera razón. Pues si bien es cierto que en la sociedad norteamericana este tipo de escándalos cuentan, sin embargo esta vez la relación extramatrimonial no sería suficiente a fin de explicar la renuncia del general cuatro estrellas. Este, habría tomado la decisión de dar un paso al costado al saber que la policía judicial norteamericana, el FBI, estaba investigando a su amante debido a que esta tenía acceso a su email personal. Algo inadmisible dada la información clasificada que habría estado a su disposición. Un escándalo a la vista que Petraus renunciando pensó evitar.
Pero al parecer, no todos están de acuerdo con las dos explicaciones hasta ahora esgrimidas. La verdadera, se señala, habría que buscarla en el deseo de David Petraus de evitar la investigación que viene llevando a cabo una comisión de la Cámara de Representantes a fin de encontrar una explicación y delimitar responsabilidades en torno al ataque terrorista del consulado de los EEUU en la ciudad libia de Bengazi, en el que el embajador Stevens fue asesinado. El ahora ex patrón de la CIA habría tratado, renunciando, tener que admitir, obligado por el juramento, lo que no se puede en público. ¿Habrá logrado, de ser esta la causa, su objetivo David Petraus?
Cualesquiera sea el motivo que haya impulsado al general a tomar esta decisión, parecería que la suerte del hombre ahora en desgracia estaba echada. Todo era cuestión de tiempo. El necesario, a fin de que su alejamiento de la central de inteligencia no hubiese constituido un punto de inflexión en la campaña presidencial. Dada la cronología en la que se inscriben los acontecimientos, parecería que así lo entendió un Petraus, quien como consuelo tiene las palabras de reconocimiento y adiós de Barack Obama: “David Petraus sirvió durante décadas a los EEUU en forma extraordinaria.