En declaraciones a medios internacionales, Muska indicó que entre las víctimas se encuentran al menos diez integrantes de los equipos de rescate: cinco miembros del Cuerpo de Bomberos Voluntarios, cuatro técnicos de los Servicios Médicos de Emergencia y un bombero de Dallas que estaba fuera de servicio, pero acudió para ayudar.
Aunque todavía no se han recuperado los cuerpos de todas estas personas, se dan por muertas, explicó el primer edil.
El resto de los fallecidos son empleados de la fábrica y residentes de los bloques de viviendas destruidas por la explosión, agregó.
Anteriormente, las autoridades locales estimaron la cifra de muertos en 5 a 15 personas, mientras que algunos medios reportaron entre 50 y 70 víctimas.
Además, el incidente causó unos 160 heridos, aunque el portal local KWTX habla de que su número supera ya las 200 personas.
La mayoría de los lesionados sufre quemaduras, fracturas, heridas por cristales rotos y escombros, traumatismos craneales y obstrucciones respiratorias.
La explosión se produjo la noche del miércoles y provocó un movimiento telúrico equivalente a un terremoto de una magnitud de 2,1 que se sintió en varias localidades vecinas.
Entre 50 y 75 edificios, incluidos un complejo residencial, un colegio y una residencia de anciano, quedaron reducidos a escombros o gravemente dañados. Según Muska, los equipos de rescate no han encontrado a ningún superviviente entre las ruinas de West.
El poblado, que cuenta con apenas 2 mil 800 habitantes, fue evacuado completamente y declarado zona de desastre. Al lugar del accidente, cuya causa se sigue desconociendo, se desplazó un equipo de expertos de la Agencia para Sustancias Químicas.
Fuentes de la Policía local advierten de que en la planta sigue existiendo el riesgo de una nueva explosión debido a la presencia de grandes cantidades de sustancias inflamables.