La ola de violencia confesional provocada por un asalto de las fuerzas de seguridad leales al gobierno dirigida por el chiita Nouri al-Maliki contra un campamento levantado por protestantes de confesión sunita en Houewijah al norte de Irak ha causado 200 muertos y 300 heridos en tan solo 4 días, según informan autoridades iraquíes.
El ataque lanzado el martes ha suscitado represalias y enfrentamientos de envergadura en todo el país, provocando las manifestaciones más violentas desde que en diciembre último se iniciaron las protestas al encuentro de Maliki, orientada a solicitar la renuncia de Maliki, acusado de marginalizar a los sunitas y de acaparar el poder.
Opinando que el país se encuentra en un momento de “cambio”, el emisario de la ONU Martín Kobler ha llamado este viernes al “control”: “Apelo a la conciencia de los dirigentes religiosos y políticos, quienes no deben dejar que la cólera su imponga sobre la paz y deben dar muestras de sabiduría”.
Por su parte, el Primer Ministro Noouri al-Maliki ha manifestado temer una nueva “guerra civil confesional” en este país de múltiples etnias y confesiones.