El Papa Francisco envió un mensaje muy claro a la Iglesia católica con un desaire el pasado fin de semana en un concierto planeado para honrar a su llegada: No estoy interesado en la pompa y el torbellino social.
A pocos minutos antes del concierto al cual debía asistir pues era el invitado de honor su sillón blanco papal permanecía vacío y así siguió durante el show.
Un arzobispo dijo a la multitud, compuesta por cardenales y dignatarios, que "un compromiso urgente que no puede ser pospuesto lo alejo del evento y que no asistiría”.
Los funcionarios de la iglesia parecían sorprendidos y se dio cuenta de que tal vez el Papa estaba enviando un mensaje sutil - que no estaba tan interesado en los eventos sociales, sino más bien en el trabajo pastoral más humilde.
"Nos tomó por sorpresa", dijo un funcionario del Vaticano no identificado el lunes. "Todavía estamos en un período de crecimiento. Él todavía está aprendiendo a ser papa, y todavía estamos aprendiendo cómo quiere hacerlo".
Los diarios italianos estaban llenos de imágenes de la silla vacía del Papa, con un medio de comunicación etiquetado como un símbolo de la "demostración de fuerza" del Papa que él quiere que la iglesia adopte un enfoque más conectado a tierra para asuntos de la iglesia.
El concierto fue realmente programado antes de marzo.