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Viernes 09 de enero 2015

Atentado contra Charlie Hebdo: "Ustedes van a pagar, pues han insultado al Profeta"

Por ser de necesidad publica, hemos traducido esta nota publicada en el portal del vespertino francés Le Monde, este viernes 9 de enero, sobre el brutal atentado que enluta a la prensa por doquier, a la humanidad en su conjunto.
Atentado contra Charlie Hebdo: 'Ustedes van a pagar, pues han insultado al Profeta'
Foto: Difusión


”¿Nos quieres matar?” pregunta uno de los encapuchados: “Nooo, está bien jefe”, responde el hombre, el policía, que yace sobre el piso. El encapuchado se aproxima a él y lo ultima con un disparo a mansalva en la cabeza 


Todos estaban ahí, o casi todos. Como sucedía todos los miércoles, reunidos entre gratinados y cruasanes, alrededor de una mesa grande que ocupa todo el espacio del cuarto consagrado a la conferencia de redacción. Un ritual que se repite desde el momento de la creación de Charlie Hebdo. A la izquierda, como siempre, Charb, el director de la publicación. Este miércoles 7 de enero, a su lado se encontraban los diseñadores Cabu, Wolinski, Tignous, Honoré y Riss, los redactores Laurent Léger, Fabrice Nicolino y Philippe Lançon, el economista Bernard Maris y las cronistas Sigolène Vinson y Elsa Cayat.

La reunión de redacción se inicia como generalmente sucede a las 10.30 y rápidamente se anima gracias a algunas bromas licenciosas. Un solo tema tabú: la máquina del café, nunca funciona. En las paredes, fijadas con alfileres, algunas “primeras planas” míticas de la publicación satírica: la de la “Charia Hebdo”, que había originado el incendio criminal que destruyó la antigua sede del hebdomadario en noviembre del 2011; otra sobre Marine Le Pen, un dibujo de una “mierda” sobre la bandera francesa; una del Papa denunciando la pedofilia en la iglesia, un gesticulante Nicolas Sarkozy...

La reunión termina cuando ella termina, es decir cuando es hora de ir a comer al Petites Canailles, una taberna de la calle Amelot, ubicada en el onceavo distrito de París. Este miércoles 7 de enero, nadie irá a almorzar al Petites Canailles. La reunión había comenzado hacía una hora cuando dos encapuchados irrumpieron en medio de los lápices poniendo punto final al guirigay. Portaban fusiles de asalto. Uno de los agresores dice: “¿Charb?”. Y le dispara, ráfagas a esto le siguen. Según palabras de los sobrevivientes, estos gritaban “¡Allahou akbar!” (¡Alá es grande!) y “Ustedes van a pagar por haber insultado al profeta”. A  Sigolène Vinson, le dicen, colocándole un cañón en la sien: “A ti no te mataremos, pues nosotros no matamos a las mujeres, pero tú leerás el Corán”.

Premonitorios deseos para este año

Siete redactores y diseñadores mueren en algunos segundos: Cabu, Charb, Tignous, Wolinski, Bernard Maris, Honoré y Elsa Cayat, no obstante ser mujer, psicoanalista y cronista. Mustapha Ourrad, el corrector cabileño, que hacía un mes había obtenido la nacionalidad francesa, es también asesinado. Franck Brinsolaro, uno de los dos policías que permanentemente protegían a Charb desde el atentado de noviembre de 2011, pierde también la vida, al igual que Michel Renaud, ex director de gabinete del alcalde de Clermont-Ferrand, presente en calidad de invitado a la reunión.

A las 11 de la mañana con 28 minutos, muy poco antes de la masacre, el hebdomadario había publicado deseos para este año, felicitaciones premonitorias, en su cuenta de Twitter: un dibujo de Honoré representando a Al-Baghdadi, líder del grupo yihadista Estado Islámico, acompañado de un comentario ¡”Y sobre todo la salud”! El diseñador murió poco después que sus amigos sobre la gran mesa ovalada, la misma en la que los caricaturistas garrapateaban sus últimos dibujos, los días de cierre, los que finalmente se escogerán para “la portada” en medio de una efusión de buenas palabras y bromas de mal gusto. “Dispararon contra Wolinski, Cabu... eso duró cinco minutos... yo me escondí en mi oficina...”, dijo al periódico L’Humanité una sobreviviente, la diseñadora Corrine Rey, llamada “Coco”.

Presos de su locura asesina, minutos antes, los agresores habían abatido en el hall de entrada a uno de los trabajadores de mantenimiento del inmueble, Frédéric Boisseau, de 42 años. Otro policía, el segundo, herido, Ahmed Merabet, fue ultimado con una bala en la cabeza luego de que intentó, un poco más tarde, detener la huida de los asesinos en el boulevard Richard-Lenoir.

Carnicería indescriptible

Doce muertos en total, once heridos, entre ellos cuatro graves. Philippe Lançon cae gravemente herido luego de ser impactado en el rostro, Riss por disparos en la espalda, Fabrice Nicolino por los disparos en la pierna. Simon Fieschi, el joven webmaster encargado de administrar el “shit storm”, el encargado de procesar y responder los insultos dirigidos a la redacción desde hace algunos años a través de las redes sociales y el teléfono, es el herido que se encuentra en estado de mayor gravedad. Una “carnicería indescriptible”, según un testigo que pudo ingresar en la sede la redacción después de la masacre.

Al llegar al lugar de la matanza, los encargados de los primeros auxilios describen a las heridas como “de guerra”. “Yo nunca he visto esto en mi vida”, dijo uno de ellos: “Sabíamos de que se trata (…) pero no para vivirlo en los hechos”. “Es el día más negro de la prensa francesa”, sentencia poco después, al pie del inmueble, Christophe Deloire, director de Reporteros sin Frontera. Se trata asimismo del atentado más sangriento que ha golpeado a Francia desde hace medio siglo.

La bruma era tenaz y fría este miércoles por la mañana, cuando dos hombres vestidos de negro y con chalecos antibalas se presentaron, visiblemente mal informados, en el número 6 de  la calle Nicolas-Appert, a tan solo dos puertas de la sede de Charlie Hebdo. Aprovechando que una trabajadora de correos llega al lugar para dejar un paquete certificado ingresan al local, dice una empleada de la empresa audiovisual “ l’Atelier des archives” (El Taller de los Archivos), cuyas instalaciones se encuentran en el inmueble. Ordenan sentarse enseguida a la empleada de correos y a un hombre que recibe el paquete.  

Numerosas amenazas de muerte

Luego preguntan: “¿Dónde está Charlie Hebdo?”. Disparan una bala que atraviesa la puerta de vidrio de una oficina. El empleado que ahí se encuentra sale del lugar y en el pasadizo cruza brevemente miradas con los dos hombres. Al darse cuenta que se habían equivocado de inmueble, los asaltantes dejan el lugar y se detienen frente al número 10, los dígitos correspondientes al inmueble donde se había refugiado la publicación satírica desde el 1 de julio de 2014. Informados perfectamente sobre el día y la hora de la reunión del comité de redacción de “Charlie”, los agresores por el contrario no están muy bien informados sobre la localización exacta de la oficina.

Según fuentes oficiales en París, en el hall del inmueble cruzan a dos empleados de limpieza y les preguntan, antes de matar a uno de ellos, dónde se encuentra Charlie Hebdo. Secuestran enseguida a Coco que se hallaba en la escalera. La diseñadora, a sabiendas de que la reunión se llevaba a cabo en el segundo piso, trata de alejarlos del lugar conduciéndolos al tercero.

A causa del atentado de 2011 y las numerosas amenazas de muerte dirigidas a la redacción, las sedes de Charlie Hebdo eran indetectables. El orgulloso afiche que adornaba hasta el día del ataque el local del distrito 20 de París, desde entonces cubierto de hollín, había sido llevado al interior del nuevo local. En la puerta de entrada a la sede, ninguna mención concerniente al nombre de la publicación. “Les Éditions rotatives” (Las Ediciones Rotativas), estaba escrito. A los vecinos se les pidió no divulgar la presencia del sulfuroso periódico en el inmueble.

” ¡Hemos matado a ‘Charlie Hebdo’!”

De acuerdo a un empleado de Primeras Líneas, una compañía de producción instalada en el segundo piso frente a la redacción de ”Charlie”, los dos asaltantes que andaban como perdidos en el tercer piso habrían amenazado usando sus armas a un inquilino que cruzan en el pasadizo. Siempre planteando la obsesiva pregunta ”¿Dónde está Charlie?”, terminarán por dar con su puerta. Es la diseñadora Coco, bajo  amenaza, que acepta usar el código para abrir la puerta blindada que permite finalmente acceder a la redacción.

Después de la masacre, los agresores suben a un Citroën C3 negro estacionado en la pista, al lado de la sede de la publicación. Un testigo dijo a los investigadores haber visto un cómplice que llegó a la escena del crimen a bordo del C3, pero que se alejó del lugar en una moto. Los dos que dispararon fugan tomando la Allée (la Alameda) verde, una callecita. Ahí se cruzan con una primera patrulla de policías, de esas de VTT, de bicicletas de todo terreno. Se intercambian disparos, nadie resulta herido.   

Un vídeo, grabado por empleados de Primeras Líneas que se habían guarecido en el techo del inmueble luego de escuchar los primeros disparos, muestra el tiroteo. Parece oírse ”Allahou akbar” entre dos ráfagas. Los asaltantes enseguida cruzan en su camino, en la calle Pelée, a un vehículo de la policía. Sigue a esto ruidos de una salva de tiros. Otro vídeo de aficionado permite escuchar claramente los gritos: ”¡Hemos vengado al Profeta, hemos matado a Charlie Hebdo!”.

Es en el boulevard Richard-Lenoir que su furiosa huida cobrará su última víctima. La escena fue captada por un tercer video de aficionado. Vemos en este a dos hombres, equipados con chalecos antibalas y armados con fusiles de asalto, salir de un  Citroën negro y correr en dirección de un policía caído en el suelo, sin duda alcanzado por una bala. ”¿Nos quieres matar?”” pregunta uno de ellos. –“Nooo, está bien jefe”, responde el hombre que yace sobre el piso. El encapuchado pasa delante de él y lo abate, sin siquiera frenar su paso, de una bala en la cabeza lanzada con el fusil de asalto. La víctima, Ahmed Merabet, de 42 años, era un policía de patrulla de la comisaría del distrito 11 de París.

Los dos asesinos regresan enseguida a su vehículo, calmados, sin dar muestra alguna de pánico, como si fuesen hombres entrenados para el combate. La escena se asemeja a la de un entrenamiento de comandos. Uno de ellos toma asiento frente al volante, el otro toma el tiempo de recoger una zapatilla caída desde la puerta del automóvil y ocupa luego su lugar en el asiento de pasajero.

Creí que eran petardos

Lorenzo (que prefiere mantenerse en el anonimato) vive en el boulevard Richard-Lenoir. Su ventana da vista al lugar donde el policía fue abatido. Le dice a Le Monde: ”Hacia las 11.30 am, oí el sonido de los disparos. Creí que eran petardos, me acerqué a la ventana. Había muchos policías reunidos en medio del boulevard, pero también ciclistas que pasaban. Era una mañana normal”, recuerda el joven.

Prosigue: ”A la derecha, vi un automóvil de color oscuro detenido en medio de la calle. Dos hombres vestidos de negro salieron, con capuchas, armados con fusiles negros. Un policía que dispara en su dirección.  Los dos hombres hacen lo mismo. El policía es alcanzado por un disparo y cae lanzando un grito. Trata de huir pero cae de frente contra el suelo. Los agresores corren en dirección a él. Uno de ellos llega a la altura donde yace y le dispara una bala en la cabeza. Luego suben al automóvil”.

El Citroën emprende entonces hacia el norte de París. En la Plaza del Colonel-Fabien, se estrella en forma violenta contra un automóvil Volkswagen Touran conducido por una mujer. Sus dos ocupantes terminan por abandonar en forma precipitada sus vehículos luego de haberse empotrado en unos postes a la altura de la calle de Meaux en el distrito 19, olvidan a bordo una carta de identidad que permite su identificación, al igual que un cargador vacio de kalachnikov y otros efectos personales. Usando sus armas amenazan al conductor de un Clio, se apoderan del automóvil y continúan su huida. Los policías perderán su traza en Pantin, uno de los accesos, de las puertas para ingresar a París.

Pero tres sospechosos de la matanza, Saïd Kouachi, de 34 años, su hermano Chérif Kouachi, de 32 ans, y Mourad Hamyd, de 18, son rápidamente identificados. Operaciones del Raid y el GIPN se llevan a cabo en Reims y en Charleville-Mézières en la noche del miércoles 7 al jueves 8 de enero. Una convocatoria de testigos acompañada con la foto de los dos hermanos ha sido difundida por la policía. El más joven de los sospechosos, Mourad Hamyd, se entregó en forma voluntaria en la comisaría de Charleville-Mézières en la noche del miércoles, ”para explicarse”, según fuentes oficiales de París.

Estaban todos ahí, o casi todos, el miércoles 7 de enero, en la reunión del comité de redacción de Charlie Hebdo. Los raros ausentes hoy están de duelo. El diseñador Willelm se enteró de la tragedia en el tren camino entre Lorient y París. Su alergia a estas reuniones le salvó la vida. La periodista Zineb estaba de vacaciones en Marruecos, su país de origen. ”Los sobrevivientes como yo, le dice por teléfono a Le Monde, lo somos tan solo por un concurso de circunstancias. Yo no logro aún a aceptar que no veré nunca más a Charb,  Cabu, Tignous y los otros... casi todos los diseñadores están muertos. ¿Cómo vamos a hacer? ”. 

Traducido por Generaccion.com


Sangre y desolación dejaron tras su paso los dos encapuchados que irrumpieron en forma brutal a la sede del hebdomadario Charlie Hebdo


Elsa Cayat, la psicóloga de Charlie Hebdo asesinada, fue la única mujer que fue víctima de las balas asesinas lanzadas salvajemente por los encapuchados que irrumpieron este 7 de enero en la sede de esta paradigmática publicación francesa.

Charb, el director de Charlie Hebdo, estaba en la lista de los 9 más buscados por Al Qaeda, pagó con su  existencia su libertaria irreverencia dirigiendo este emblema de la libertad de expresión que es Charlie Hebdo.


Cabu, el gran Cabu, tenía 76 años, cuando las balas asesinas pusieron fin a sus días.


Wolinski, también, a sus 80 años, cayó brutalmente abatido.


Tignous, otro de los talentos del diseño y la irreverente caricatura gala, venía de cumplir 57 años el 1 de enero, murió en medio del tiroteo.



Philippe Honoré, llamado simplemente Honoré, diseñador e ilustrador, tenía 75 años cuando los inefables disparos terminan con su vida.


El economista Bernard Maris, periodista, francmasón, enseñó en varios países, entre ellos el Perú. Otra victima de las balas asesinas.


Philippe Lançon, cronista de Charlie Hebdo, fue herido gravemente. La intervención a la que fue sometido en el hospital Pitié-Salpêtrière duró cuatro horas.




Laurent Sourisseau, más conocido como Riss, nacido el 20 septembre 1966, es un caricaturista y autor de comics franceses. Es el director de redacción  de Charlie Hebdo desde mayo de 2009. Fue herido en el tiroteo.


Laurent Léger es un gran reportero francés. Presente en el tiroteo, salvo la vida gracias al reflejo que tuvo al esconderse bajo una mesa, evitó de esa forma ser visto por los asesinos.


El periodista medioambientalista Fabrice Nicolino fue herido en el tiroteo. Su vida no estaría más en peligro.


A Sigolène Vinson los asesinos le perdonaron la vida por el hecho de ser mujer, pero le dijeron que se convirtiera a la religión musulmana.


Mustapha Ourrad, el corrector de Charlie Hebdo, nació en la Cabilia, una región de Argelia, hacía un mes había obtenido la nacionalidad francesa, fue también asesinado. 


 

Franck Brinsolaro tenía 48 años, estaba encargado de la protección de Charb desde hace varios años. Venía de casarse con una periodista de " L’Eveil normand» (El Despertar Normando). Era padre de una niña de un año. Murió cumpliendo con su deber.

 

Fréderic Boisseau, 42 años, trabajaba en Sodexo desde hace 15 ans. Laboraba en el hall de entrada de Charlie Hebdo cuando fue asesinado, deja en estado de profunda tristeza a su esposa y a sus dos hijos (10 y 12 años).

Michel Renaud, 68 años, vivía en la ciudad de Clermont-Ferrand. En noviembre del año pasado había invitado a Cabu a la ciudad donde había organizado un festival cultural. A fin de hacer entrega de sus dibujos se encontraba entre los presentes cuando los asesinos irrumpieron en la redacción de Charlie Hebdo y pusieron también fin a sus días.


Ahmed Merabet, era un policía de patrulla, trabajaba en la comisaría del distrito 11 de París. Disparó contra los terroristas tratando de detenerlos, exponiéndose a ser blanco de los disparos asesinos. Tiros que pusieron en forma cobarde a sus días. Uno de los encapuchados se acercó a donde se encontraba y le disparó a quemarropa un balazo en la cabeza. Tenía 41 años y era musulmán. Venía de conseguir ser promovido al grado de oficial de la policía judicial. 


Los sietes periodistas de Charlie Hebdo caídos en su campo de batalla, en una sala de redacción, pluma en mano.


 






 




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09 de enero 2015
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