La tregua de Donald Trump con las agencias de espionaje se rompe

Una distorsión vacilante entre Donald Trump y las agencias de inteligencia que pronto controlará se ha desmoronado, ya que Trump erróneamente acusó a la inteligencia estadounidense de filtrar un documento no verificado para dañar su naciente presidencia.

En una conferencia de prensa ayer miércoles, Trump dijo que "quién sabe, pero tal vez las agencias de inteligencia" fueron responsables del documento, que dijo que sería "una tremenda mancha en su expediente".

Anteriormente, Trump comparó las agencias de inteligencia a la "Alemania nazi", en un tweet, diciendo que "nunca debería haber permitido que esta falsa noticia" fuese "al público.

Los veteranos de la inteligencia reaccionaron conmocionados ante el renovado e intenso ataque, y uno de ellos dijo que Trump había exhibido "una hostilidad abierta, irracional e histérica" a la comunidad en vísperas de la audiencia de confirmación del jueves para el candidato de Trump a director de la CIA, Mike Pompeo. Otro sugiere que los funcionarios de inteligencia concienzuda pueden tener que contemplar la renuncia.

Las agencias de inteligencia no compilaron ni filtraron el expediente no verificado. Ésta y varias de las afirmaciones que contenía han circulado durante meses dentro de las redacciones, las cuales se resistieron a su publicación hasta que se pudo desenterrar una verificación adecuada.

James Clapper, director estadounidense de inteligencia nacional, dijo que le dijo a Trump el miércoles por la noche que la comunidad de inteligencia no había sido responsable de la filtración de los documentos.

"Hice hincapié en que este documento no es un producto de la comunidad de inteligencia estadounidense y que no creo que las filtraciones provengan del CI", dijo Clapper en un comunicado.

Antes de que la CNN informara anoche que aspectos del expediente, adquiridos por el FBI en diciembre del senador republicano de Arizona John McCain, fueron informados a Barack Obama y Trump, ninguna organización de noticias había publicado las acusaciones, que pretenden revelar información comprometedora que Rusia posee. Trump les ha negado, y NBC más tarde informó que el material fue preparado para la reunión de Trump, pero no se discutió.

Ron Wyden, un demócrata de Oregon en el comité de inteligencia del Senado y un constante crítico de los excesos de espías, dijo que era "profundamente peligroso" para Trump continuar su feudo con las agencias.

"El presidente es responsable de las decisiones vitales sobre la seguridad nacional, incluyendo las decisiones sobre si ir a la guerra, que dependen de las actividades de colección amplia y el análisis razonado de la comunidad de inteligencia. Un escenario en el que el presidente destituye a la comunidad de inteligencia, o peor, la acusa de traición, es profundamente peligroso ", dijo Wyden.

Vicki Divoll, ex abogado de la CIA y del panel de inteligencia del Senado, vio escasas posibilidades de un acercamiento entre las agencias de inteligencia y Trump.

"Después de despreciar y degradar a los trabajadores de la comunidad de inteligencia, aceptando a regañadientes sus conclusiones sobre la piratería de elecciones en Rusia, el Sr. Trump ahora está lanzando el peor epíteto por ahí - comparaciones con la Alemania nazi - contra ellos, sin base y en vísperas de tomar Oficina ", dijo Divoll. "Estamos en nuestro peligro de entrar en una era en la que hay una hostilidad abierta, irracional e histérica por parte de un presidente contra una comunidad de 17 agencias cuyo mandato es mantenernos a salvo".

El estallido de Trump fue un alejamiento del tono moderado que había tomado en las agencias de inteligencia desde el viernes, cuando se reunió con el director de inteligencia nacional, James Clapper; El director del FBI James Comey; El director de la NSA, Mike Rogers, y el director de la CIA, John Brennan, para discutir su conclusión conjunta de que Rusia había intervenido ampliamente en las elecciones de 2016 para beneficiar a Trump.

Trump se había referido previamente a una "cacería de brujas" de inteligencia y lanzó la fatídica evaluación de 2002 de la CIA de que Irak poseía armas de destrucción masiva en la cara de la agencia. Clapper y Rogers habían advertido de la caída de la moral dentro de la comunidad de inteligencia antes de la presidencia de Trump. Tras la reunión, Trump habló de su "tremendo respeto por el trabajo y el servicio.