Jueves 25 de abril 2024 | Contáctenos
Los conductores de camiones continúan protestando en todo el país con servicios como la suspensión de combustible en las gasolineras detenidas y la entrega de productos cruciales frenando bruscamente.
Lo que comenzó como una huelga la semana pasada por los crecientes precios del combustible ahora se ha convertido en otras quejas de larga data sobre servicios públicos deficientes, altos costos de vida y corrupción política.
"Estamos luchando por todo. El precio del combustible es lo principal, pero necesitamos mejores carreteras, mejor atención médica, mejor seguridad pública", dijo Cicero Aparecido da Silva, de 47 años, camionero de Sao Paulo, a Al Jazeera.
Las manifestaciones provocaron una seria escasez de combustible y escasez de productos frescos y medicinas, y causaron reducciones en el transporte público en las ciudades brasileñas junto con el cierre de los aeropuertos.
Sectores clave de la economía brasileña, como la ganadería, la agricultura y la industria, han sido estrangulados, lo que amenaza la ya frágil recuperación económica del país después de que el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajera en más de siete por ciento desde 2015.
El desempleo se mantiene cerca del máximo histórico en 12.9 por ciento, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.
El presidente Michel Temer ha aceptado las demandas de los camioneros que protestaban dos veces y dijo que pondría en acción a las fuerzas armadas del país para ayudar a retirar los camiones que bloquean las carreteras.
Más recientemente llegó el anunció el lunes que reduciría el precio del diesel en 46 centavos brasileños (13 centavos de dólar) por litro durante 60 días.
Pero para muchos, las concesiones no son suficientes. La Policía Federal de Carreteras de Brasil contó 616 puntos de protesta de conductores de camiones en todo el país el martes por la noche, aunque con solo unos pocos bloqueos restantes, según el sitio de noticias G1.
Muchos manifestantes pidieron la eliminación de Temer, cuyo índice de aprobación ronda el cinco por ciento, según las últimas encuestas.
En los últimos años, un exceso de escándalos de corrupción de alto perfil, el aumento de la violencia y una economía mala ha visto el apoyo a la caída de la democracia, según las encuestas de opinión.
En octubre, Brasil celebrará elecciones generales que prometen ser las más impredecibles en años.
Luiz Inácio Lula Da Silva, el popular ex presidente y actual líder, fue encarcelado recientemente por 12 años por cargos de corrupción, por lo que es poco probable que se postule.
El segundo candidato es el derechista de línea dura y ex capitán del ejército Jair Bolsonaro, él mismo un ferviente defensor de la dictadura militar de Brasil.
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