Grover Pango, autor de estas líneas
Ahora más que nunca padres de familia y profesores –en especial los últimos- debieran saber cómo son, qué quieren y qué esperan los niños y adolescentes nacidos luego del año 2000. Deben saberlo porque, en casa o en el colegio, los chicos de hoy –ya apodados “centennials”- piensan y actúan de modo distinto a sus propios padres, por jóvenes que éstos sean. Todos ellos son nativos digitales (dificulto haya excepciones) y por tanto es absoluto su conocimiento y dominio de instrumentos como smartphone, tablet o laptop y de cuantas redes sociales existan.
Quizás especialmente por sus implicancias en la actual tarea educadora escolar es necesario atender a quienes estudian las características de los muchachos de hoy. Para comenzar, la línea entre lo real y lo virtual resulta inexistente. Por tanto, un amigo lejano –que puede estar al otro lado del mundo- es tan importante como su compañero de clases.
Luego, su capacidad por interesarse en algo es muy distinta a la supuestamente esperada. Viven en un mundo donde casi todo se puede obtener de manera inmediata y, por tanto, son impacientes “por naturaleza”.
Algún rebelde puede argumentar que no son los estudiantes los que deciden cómo se debe enseñar. Pues porque no se trata de que nosotros enseñemos sino que ellos aprendan, es que se necesita saber cómo se puede lograr que su educación sea efectiva, útil y amena.