Perdidas

Dante Ramos de Rosas, autor de estas líneas

Esta crónica va dedicada a todos los radicales animalistas del orbe. Hace años visite a María Eugenia de la Puente hija del que fuese guerrillero Luis de la Puente Uceda abatido en 1965 y cuyo cadáver jamás retorno a sus familiares.

Resulta que la hija de María Eugenia economista ella por la Pacifico estaba muy triste ya que su mascota perruna se había escapado.

Antes María Eugenia me presentó a su madre viuda del guerrillero. Para “consolar” a su nieta ella le dijo que no debía quejarse por una mascota perdida porque ningún dolor se compara al no retorno del abuelo caído al que nunca pudieron velar ni enterrar.

Por mi parte recomendé un psicólogo. La madre de la dueña del perro me hizo caso y llevo a su hija a terapia. La recomendación fue clara, directa y dura pero eficaz. “Cómprese otro perro pero que no sea tan bonito como el fugado. Debe ser bien feo para que si se le va muerto o fugado o envenenado no lo extrañe mucho”. “Santo remedio” como diría mi madre. La chica se consoló pronto y siguió su vida humana.

Así acaba este episodio de pocos ladridos