Jueves 25 de abril 2024 | Contáctenos
Al final de una visita de tres días a Venezuela, Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, dijo que había designado a dos delegados para que se quedaran atrás para asesorar al gobierno y vigilar los abusos.
Su viaje, por invitación del asediado presidente Nicolás Maduro, se produjo en medio de una crisis cada vez más profunda que ha provocado una escasez de alimentos y medicamentos en todo el país. Los grupos de derechos humanos dicen que cientos de opositores políticos han sido encarcelados, mientras que millones de personas han huido al extranjero.
En una conferencia de prensa en Caracas, Bachelet elogió la decisión de Maduro de invitar a dos funcionarios de la ONU a permanecer en Venezuela, y agregó que esperaba que se estableciera una oficina permanente.
También pidió al gobierno que "libere a todos los detenidos o privados de libertad por ejercer sus derechos civiles de manera pacífica".
Veintiocho prisioneros fueron liberados antes de la llegada de Bachelet, pero todavía hay casi 690 opositores políticos tras las rejas, según la ONG Foro Penal.
Durante su visita, la primera de un jefe de derechos humanos de la ONU a la nación sudamericana, Bachelet se reunió por separado con Maduro y el autoproclamado presidente interino Juan Guaidó.
Bachelet llamó al diálogo y elogió los esfuerzos de Noruega para mediar en las conversaciones entre los dos campos. Los delegados de ambos lados comenzaron las negociaciones allí en mayo, pero el progreso se ha estancado.
"El destino de más de 30 millones de venezolanos reside en la voluntad y la capacidad de sus líderes para poner los derechos humanos de la gente por encima de cualquier ambición personal, política o ideológica", dijo Bachelet.
"Mantener las posiciones arraigadas por cualquiera de las dos partes solo agrava la crisis, y los venezolanos no pueden darse el lujo de permitir que la situación de su país se deteriore aún más".
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