Martes 23 de abril 2024 | Contáctenos
Un estudiante fue asesinado mientras los disturbios civiles continuaban en las calles de Bolivia el miércoles. La presión sobre el presidente Evo Morales para que renuncie por las acusaciones de corrupción de la oposición relacionadas con su reciente reelección está aumentando.
El estudiante de 20 años murió después de violentos enfrentamientos entre manifestantes pro y antigubernamentales en la ciudad de Cochabamba, dijo un médico del hospital local a la agencia de noticias AFP. Aproximadamente 20 personas más resultaron heridas en los enfrentamientos, según la defensora del pueblo, Nadia Cruz, aunque la cifra sería mayor según reportes de los medios locales.
El presidente Morales reaccionó en Twitter a los acontecimientos. "Expreso mi profundo pesar por la muerte del joven Limbert Guzmán, una víctima inocente de la violencia promovida por grupos políticos que alientan el odio racial entre los hermanos bolivianos. Reitero mi llamado a la paz social".
Mientras tanto, el líder de la protesta, Luis Fernando Camacho, llegó a la capital boliviana, La Paz, exigiendo la renuncia de Morales por las acusaciones de fraude.
Camacho, un líder cívico de la ciudad oriental de Santa Cruz, planea dirigirse al palacio presidencial para entregar una carta de renuncia ya escrita para que Morales simplemente la firme.
Carlos Mesa, quien era el rival más cercano de Morales en las elecciones, se encontró con Camacho en el aeropuerto a su llegada.
"Creo que este es un momento fundamental para la oposición que cree en una respuesta democrática y una salida pacífica", dijo Mesa, quien se unió al coro de desaprobación sobre la victoria electoral de Morales.
Morales, que ha estado en el poder desde 2006, ha defendido su victoria, alegando que la oposición está tratando de liderar un "golpe" contra él y que sus rivales fueron los culpables de la respuesta violenta pero la verdad es que las protestas de los bolivianos han sido pacificas hasta el momento en que Morales empujo a sus grupos de choque a las calles para provocar a los manifestantes y crear el caos, todo bajo la mirada de la policía que no interviene pero escolta a los grupos afines al presidente.
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