Jueves 25 de abril 2024 | Contáctenos
El número de migrantes africanos que viajan a través de México para buscar protección en los EE. UU. está aumentando, lo que demuestra que el corredor centroamericano hacia la frontera no solo es recorrido por aquellos que son nativos de la región.
Los funcionarios de inmigración mexicanos se encontraron con 5.800 africanos desde octubre de 2018 hasta septiembre de 2019, frente a los 2.700 del año anterior, según los nuevos datos informados por primera vez por Los Angeles Times. Muchos de ellos provienen del Congo, Sierra Leona y Camerún, donde el conflicto armado ha desplazado a más de medio millón de migrantes.
Los migrantes africanos representan una pequeña fracción de los cientos de miles de migrantes que llegan a la frontera sur de los Estados Unidos. Las políticas de aplicación de la ley de inmigración de la administración Trump se han dirigido a los más de 900,000 migrantes de los países del "Triángulo del Norte" de El Salvador, Honduras y Guatemala que fueron detenidos o rechazados en la frontera durante el último año.
El aumento de los migrantes africanos que llegan a la frontera entre Estados Unidos y México podría atribuirse en parte al endurecimiento de la política de inmigración de la Unión Europea. En junio de 2018, la UE implementó una nueva política de desembarco, en virtud de la cual Libia se convirtió en el centro de procesamiento de refugiados y solicitantes de asilo africanos, incluidos los del Congo, Sierra Leona y Camerún, que habían sido detenidos mientras intentaban cruzar el Mediterráneo.
La UE ha respaldado a la Guardia Costera de Libia en el transporte de los migrantes a los centros de detención en Libia, donde la guerra civil en curso los ha dejado sin garantías de seguridad. El grupo de defensa Human Rights Watch ha informado que, en cuatro centros de detención en todo el país, observaron condiciones inhumanas que incluyen "hacinamiento severo, condiciones insalubres, alimentos y agua de mala calidad que han llevado a la desnutrición, la falta de atención médica adecuada y las inquietantes cuentas de violencia por parte de los guardias, incluidos golpes, azotes y uso de descargas eléctricas".
En consecuencia, las agencias de migración de las Naciones Unidas han pedido su evacuación a otros países.
Para evitar ser enviados a Libia, los migrantes africanos han elegido otras rutas de seguridad, incluido el viaje a través de América Central a los Estados Unidos. Pero ese viaje implica otros desafíos.
Muchos tienen que viajar a través de la Brecha del Darién: selva tropical densa y peligrosa entre Colombia y Panamá. Una vez que llegan a la frontera mexicana, es difícil para los africanos encontrar trabajo en México, donde las oportunidades laborales son escasas y enfrentan discriminación.
El gobierno mexicano también ha estado negando visas de viaje a los africanos que les permitirían moverse libremente por todo el país, obligando a muchos a acampar en Tapachula, una ciudad en la región más austral del país.
No está claro cuántos inmigrantes africanos están realmente llegando a la frontera de Estados Unidos. Parece que EE. UU. rechaza solo una pequeña fracción de quienes entran en contacto con las autoridades de inmigración mexicanas: en 2018, EE. UU. descubrió que solo 225 africanos eran deportables, según CBP.
La administración Trump también ha creado una serie de impedimentos para los migrantes que buscan asilo en los EE. UU. que podrían acabar con las esperanzas de los africanos de alcanzar la seguridad.
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