Santiago.- Chile vivió ayer el 37 aniversario del golpe de Estado del general Augusto Pinochet en un ambiente de división y fue el actual presidente, el derechista Sebastián Piñera, quien hizo un llamado para mantener la unidad nacional.
El gobernante, que pertenece al partido Renovación Nacional, cercano a la dictadura, dijo que el golpe era el “desenlace previsible” en una democracia enferma como la chilena en los tiempos del presidente socialista Salvador Allende.
“Se quebró nuestra democracia, pero no fue una muerte súbita ni intempestiva. Fue más bien el desenlace previsible aunque evitable de una democracia que venía enferma de odiosidad, de polarización extrema, de falta de diálogo. Daba la impresión que gobierno y oposición de la época se habían propuesto destruirse mutuamente, y lo lograron”, declaró el mandatario.