Pepe Barba me decía hace poco que jamás llamará “izquierdistas” a los grupos marxistas que se oponen al proceso de cambios estructurales que emprendió el Perú en 1990. Y tiene toda la razón. Aunque esos grupos se definan a sí mismos como “de izquierda”, en realidad no lo son si se asume ese término como opción de cambio.
Dichos grupos suelen descalificar a los demócratas poniéndonos las etiquetas de “reaccionarios”, “retrógrados”, “conservadores”, y tergiversando el término “progresista” (o “progre” en la jerga miraflorino-oenegeísta) para que sea asumido por los ciudadanos como sinónimo de marxista o izquierdista.
Se trata de una vieja retórica maniquea utilizada siempre por la propaganda marxista –desde Hitler y Stalin hasta Hugo Chávez– para confundir a los despistados y desinformados. Es una enorme falacia.
Según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), reaccionario significa “opuesto a las innovaciones, que pretende restablecer lo abolido”; retrógrado quiere decir “partidario de instituciones políticas o sociales propias de tiempos pasados”; conservador es “una persona, un partido o un gobierno especialmente favorable a la continuidad en las formas de la vida colectiva y adversas a los cambios radicales o bruscos”; y progresista es la “persona o colectividad con ideas avanzadas y con la actitud que esto entraña”
Si revisamos nuestra historia reciente veremos que en 1968 una dictadura militar de inspiración marxista instauró en el Perú un modelo político y económico estatista, mercantilista y populista que liquidó las libertades, dejó la economía y la infraestructura del país literalmente en escombros, total corrupción en el estado, violencia terrorista creciente y 56% de los peruanos viviendo en la pobreza extrema.
En 1990 comenzaron las reformas estructurales que liquidaron el estatismo mercantilista y populista. Dichos cambios fijaron las bases sólidas para que la economía creciera como la vemos hoy, de manera sostenida. La pobreza extrema ha caído a 9% y muchos hogares otrora pobres son ahora parte de una clase media floreciente.
¿Se les puede considerar entonces reaccionarios, retrógrados o conservadores a quienes apoyan y defienden las reformas que hicieron posible el resurgimiento del Perú desde sus escombros, así como la consolidación consecuente de la democracia? Claro que no.
¿Se les puede llamar “progresistas” a quienes se oponen precisamente al progreso y pregonan ideas obsoletas, caducas y retrógradas? ¡Menos aún!
Los grupos marxistas proponen que regresemos al viejo statu quo político y económico que instituyó la dictadura militar de 1968, sin libertad política, ni de prensa; sin inversión extranjera, sin crecimiento económico, con cientos de empresas estatales deficitarias.
Volver a ese pasado sería restaurar la pobreza extrema creciente, liquidar las libertades, reinstalar el imperio de la corrupción en el estado y abonar el terreno para que también regrese de las tinieblas el terrorismo genocida.
Hay que llamar a las cosas por su nombre, no confundamos más a los ciudadanos. Los demócratas escarnamos las fuerzas del cambio y del progreso. Los retrógrados, reaccionarios y conservadores son los marxistas, que sienten nostalgia por la dictadura velasquista y sueñan con restaurar el pasado estatista.
Publicado en la red social Usuarios G