Me animé a leer a Iréne Némirovsky a partir de un artículo publicado en el diario “El Mundo”, sobre escritores con éxito póstumo. Como ha sido el caso de John Kennedy Toole y su obra “La conjura de los necios”, la que se publicó 11 años después de su muerte y el de Stieg Larsson con la trilogía “Millenium”.
La escritora, Iréne Némirovsky, ya tenía una reconocida carrera literaria reconocida en Francia para cuando falleció. Sin embargo, en su caso, su obra maestra “Suite Francesa” escrita alrededor de 1941 y 1942, fue puesta al descubierto por sus hijas en el 2004.
Némirovsky era hija de un banquero ruso quien fue perseguido por la revolución Bolchevique. La familia huyó a Europa e Iréne y su esposo se establecieron en Francia. Ella era judía, lo que la llevó a ser blanco para su detención. Luego sería llevada a un campo de concentración donde fallecería en menos de un mes. Sus hijas, Denise y Elisabeth, quienes habían sido protegidas y escondidas por los admiradores y protectores de la escritora, guardaron el cuaderno que su madre dejó, con mucho celo. Nunca lo abrieron pensando que era un diario personal de su madre y eso les partiría el corazón.
50 años más tarde se animaron a abrirlo, encontrando una maravillosa novela donde narra la ocupación nazi en Francia y el efecto en sus pobladores.
“Suite Francesa” se inicia con la invasión de la armada Nazi en Francia. La incredulidad de los habitantes se plasma en las páginas del libro, creando una serie de situaciones de incertidumbre y desconcierto. Sus protagonistas, la mayoría perteneciente a la alta sociedad, deciden dejar la ciudad y emprender una nueva vida de libertad por otros rumbos. Sin embargo las esposas de los soldados franceses deciden esperar. Es cuando una de ellas se encuentra terriblemente atraída por uno de los enemigos, un capitán alemán.
Este amor imposible encuentra en el soldado un hombre sensible y con muchas habilidades artísticas que conquistan en la soledad de la espera, a una mujer que prefiere que su marido no regrese.
El libro no fue concluido, sin embargo la autora deja los apuntes y esquemas que seguirá en el discurso del libro. Para ella, el libro debería alcanzar las mil páginas. Deseaba mezclar los sucesos de la guerra con la ficción, la vivencia y los sentimientos de los invadidos.
Artículo publicado en Inktense
* Periodista, articulista y especialista en temas de cultura.